Por: María Manuela de la Rosa/
Los riesgos para la seguridad pueden provenir de muy diversas causas, desde un ataque armado hasta catástrofes naturales, pero también las pandemias, a las que toda la humanidad está expuesta. Y éstas últimas no sólo constituyen enfermedades infecciosas que hay que atender, puesto que provocan serios trastornos a la vida diaria y a la economía mundial en este mundo cada vez más interrelacionado.
Una pandemia, por tanto, puede traer consecuencias catastróficas, según lo señala la Investigadora del Instituto Español de Estudios Estratégicos María del Mar Hidalgo García, quien en un interesante estudio sobre los riesgos de las pandemias concluye que se ha incrementado la posibilidad de que aparezcan y se expandan rápidamente enfermedades infeccionas, debido a factores tales como la aparición de nuevos patógenos, al cambio climático, al intenso movimiento de las personas y alimentos, la resistencia cada vez mayor de microorganismos a los medicamentos, incluso por los avances en la biotecnología, o el riesgo latente de que grupos extremistas o gobiernos totalitarios adquieran agentes patógenos para usarlos como armas biológicas.
No obstante que las pandemias no son un problema nuevo, antiguamete no se les consideraba una amenaza para la seguridad, que estaba circunscrita a los ataques exteriores por parte de naciones en busca de conquista de territorios. Pero en un mundo globalizado, el concepto de seguridad se ha ido transformando y existen amenzas de muy diversa índole, cuya consideración es vital, dado que son más impredecibles, poco tangibles y pueden surgir de improviso, volviéndose más peligrosas, sobre todo hoy día, en donde las naciones prácticamente interactúan de una manera muy intensa, a través del ciberespacio, por el desarrollo de las comunicaciones y el continuo tránsito de personas.
Las enfermedades infecciosas suponen una amenaza global sin límites geográficos definidos.
Así, tenemos que en el 2009, a raíz del surgimiento del virus H1N1, el Presidente Obama lanzó la “Global Health Initiative“ en la que reconocía que era urgente actuar frente a las enfermedades infecciosas, ya que un brote en Medio Oriente puede llegar a América en pocos días y tal vez horas.
Por ello, desde el punto de vista de la seguridad nacional, las enfermedades infecciosas suponen una grave amenaza . Incluso en los países desarrollados que fueran afectados, una tasa alta de infectados podría colapsar los sistemas sanitarios y provocar bajas masivas en la fuerza laboral. Si además, se limita el tráfico de personas y mercancías, las repercusiones económicas podrían ser hasta más graves que la propia enfermedad, lo que puede conducir a una crisis política y una desestabilización del Estado como tal a nivel global.
En los países en desarrollo esta situación podría ser catastrófica por los escasos medios sanitarios disponibles para luchar contra la enfermedad, descuidando la asistencia a otras enfermedades presentes en el país. Además, los niños y jóvenes que quedan huérfanos son susceptibles de ser explotados y radicalizados. La desestabilización social que producen puede conducir a una violencia, en principio de baja intensidad, pero que podría agravarse en poco tiempo.
Las pandemias se consideran en las estrategias de seguridad nacionales y la respuesta a las mismas exige una acción tanto en el interior del país como en el exterior.
En las últimas décadas han surgido varios brotes epidémicos como el SARS, H1N1,H5N1, MERS, Ebóla, por lo que ha habido necesidad considerar a la salud mundial como un problema de seguridad internacional.
Una de las principales amenazas a la seguridad sanitaria mundial es la expansión de enfermedades que tienen un origen en la relación entre animales, personas y el ecosistema en el que viven.
El cólera, la malaria, el dengue, la neumonía, las enfermedades diarreicas, el SIDA o el propio ébola son responsables de más de la mitad de muertes en los países en desarrollo. La malaria o el dengue no suponen una amenaza para los países desarrollados, sin embargo, pueden originar una pandemia ya que ambas son zoonóticas, es decir, tienen un origen animal, como lo ha sido el coronavirus.
Se estima que un 60% de los patógenos humanos son zoonóticos y de ellos un 70% tienen un origen en salvaje. Y aunque el origen de las enfermedades se produzca a miles de kilómetros de distancia pueden afectar a su salud y por tanto a la seguridad nacional. La globalización, el cambio climático, los cambios de uso de la tierra, la manipulación genética que se realizan en los trabajos de investigación o la resistencia de los patógenos a determinados medicamentos pueden provocar la aparición de nuevas enfermedades que pueden generar pandemias y por tanto constituir un riesgo para la seguridad internacional
Y hay que tomar en cuenta que en las últimas décadas han aparecido nuevas enfermedades infecciosas y otras que ya eran conocidas y estaban prácticamente extinguidas, han vuelto a aparecer. Según recoge la OMS, desde 1970, cada año aparecen una o dos enfermedades nuevas y 40 enfermedades presentes en la actualidad eran desconocidas hace una generación. Las causas de la aparición de estas enfermedades se pueden encontrar en el crecimiento de la población, la rápida urbanización, los cambios en los sistemas agropecuarios, la transformación en los ecosistemas y el intenso tráfico de animales y de sus productos.
Estos factores combinados con una posible amenaza deliberada sólo se pueden abordar de una forma coordinada y con la partiipacion de todas las naciones. Hoy día la salud mundial es una responsabilidad compartida. Al igual que otras amenazas globales y ningún país puede ocuparse del problema en solitario.
Ahora, con el corona virus, el mundo está en alerta y no es para menos, pues el riesgo amenaza la seguridad de todo el planeta.
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