Por: Redacción/
Las medidas restrictivas derivadas de la pandemia han permitido a las sociedades percatarse de la importancia de vivir en comunidad, tener vínculos y afectos. “Esta situación traerá consecuencias sociales mucho más largas de lo que esperamos, pero también gracias a lo que hemos podido lograr en México, debemos sentirnos listos para iniciar una reconstrucción social y otros mundos posibles”, afirmó Tommaso Gravante.
El integrante del Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades (CEIICH) de la UNAM resaltó que “en este mundo interconectado creíamos que el aislamiento social era un privilegio, y ahora repensamos las conexiones físicas”.
En el modelo neoliberal en que vivimos, con reglas como sentir orgullo si se es productivo en todos los aspectos, y sentir culpa si dejamos pasar el tiempo, hemos perdido el sentido de muchas experiencias que podrían llenarnos de satisfacción, como leer un libro, hablar con personas queridas, cocinar para los otros o mirar la naturaleza, subrayó.
Todas esas cosas que son etiquetadas como ‘una pérdida de tiempo’, son las que nos dan esperanza, y la esperanza nos puede mover hacía la acción colectiva o individual, aseguró Gravante, uno de los cinco ganadores de la Séptima Competencia Mundial para Jóvenes Sociólogos 2018 (Seventh Worldwide Competition for Junior Sociologists).
Shock moral
El investigador del Laboratorio de Análisis de Organizaciones y Movimientos Sociales (LAOMS) del CEIICH indicó que es muy pronto para hablar de los efectos sociales que tendrá el confinamiento por la emergencia sanitaria, pero para algunos la pandemia ha sido un shock moral.
“Las restricciones de socialización física son un elemento de malestar para el ser humano. Hay que recordar que el aislamiento es una técnica de tortura, todavía utilizada en los centros penitenciarios modernos”, explicó.
Las medidas aplicadas dejaron en claro lo que significa para cada uno de nosotros la desaparición de la comunidad.
“El evento ayudó a los individuos a pensar en sus valores básicos. Este proceso cognitivo, asociado a emociones como la pérdida de un ser querido, el miedo a enfermarse o no sentirse protegido por las autoridades, puede desarrollar nuevas formas de interpretar la realidad, y finalmente actuar”.
El aburrimiento es una emoción caracterizada por un sentido de vacío y de inutilidad, asociado a la inmovilidad y la procrastinación (posponer las tareas para después), pero también es una construcción sociocultural, concluyó.
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