Por: Redacción

Alrededor de 90 por ciento de las personas con síndrome de Down padece alguna anomalía de refracción ocular (ametropías), entre las que se encuentran la miopía, hipermetropía y el astigmatismo; afecciones que repercuten en el aprendizaje escolar, desempeño laboral así como en la calidad de vida de los pacientes, señaló el egresado del Instituto Politécnico Nacional (IPN), José Carlos Orozco Buenrostro.

La hipermetropía astigmática, es la alteración más frecuente en estos pacientes, la cual, a menudo se confunde con miopía debido a un mal diagnóstico, ya que los optometristas se basan en que esta afección es causada por un globo ocular grande, sin considerar que la trisomía del cromosoma 21 -rasgo del síndrome de Down-provoca características visuales similares.

El especialista en fisiología del Centro de Investigaciones y de Estudios Avanzados (Cinvestav) del IPN, explicó que las personas con miopía ven nítidamente las imágenes cercanas, pero las lejanas no las aprecian apropiadamente; la hipermetropía dificulta el enfoque de objetos cercanos, así que se ve mejor de lejos; en tanto, el astigmatismo es una curvatura irregular en la córnea que provoca que las imágenes se vean algo deformadas y con el contorno poco claro.

Para ayudar a mejorar la calidad de vida de estos pacientes, Orozco Buenrostro inició, con el apoyo de la especialista en optometría pediátrica Cecilia Ortega Luévano, un programa de atención visual con la finalidad de corregir las anomalías más frecuentes en estudiantes de la Fundación Down de Occidente y de la Casa Down de Guadalajara.

Una situación que llamó la atención del investigador y lo motivó a profundizar en el estudio de las alteraciones visuales fue que a muchos pacientes con síndrome de Down se les dificulta la expresión verbal, por ello, es complicado realizarles un examen optométrico convencional, lo que repercute en la adaptación de lentes con graduaciones erróneas.

El especialista recalcó que para diagnosticar correctamente las ametropías es necesario emplear la técnica conocida como retinoscopía estática, pues no requiere de la participación del paciente e incluso se puede aplicar en niños, por ello, es conveniente para el diagnóstico de personas con síndrome de Down.

La metodología, usada en el estudio que dirige Orozco Buenrostro, se emplea para determinar y cuantificar el estado refractivo ocular mediante el análisis de la luz reflejada en la retina (reflexión difusa que se observa cuando se proyecta un haz luminoso a través de la pupila), la cual ayuda a determinar con precisión las alteraciones visuales.

El ex jefe de la Sección de Estudios de Posgrado e Investigación del Centro Interdisciplinario de Ciencias de la Salud (CICS), Unidad Santo Tomás, agregó que en menor porcentaje, las personas con síndrome de Down también presentan diversas patologías visuales, como estrabismo, nistagmus, cataratas, glaucoma y queratocono, que son difíciles de corregir y en ocasiones son muy costosas.

Por lo que consideró importante promover una mejor atención de los pacientes para evitar repercusiones desfavorables en su desarrollo intelectual y calidad de vida.