Por: Redacción/
Por sus contribuciones a favor de la salud de la población mexicana, las ciencias médicas y la administración sanitaria asistencial, el rector de la UNAM, Enrique Graue Wiechers, recibió hoy la Condecoración “Eduardo Liceaga” 2018.
En la ceremonia por el Día Mundial de la Salud, tras recibir del Presidente de la República la medalla y diploma en honor de uno de los grandes médicos del país, Graue Wiechers hizo un llamado a los mexicanos para que en las semanas por venir reflexionen sobre nuestras aspiraciones y cómo hacerlas realidad.
Confió en que se haga un juicio equilibrado entre lo deseable y lo posible, con un balance histórico y sereno de los logros alcanzados y de las metas que aún debemos cumplir, “porque no podemos ni debemos escatimar todo lo que esta nación ha conseguido”.
Por ejemplo, expuso, a principios del siglo XX la esperanza de vida de los mexicanos era de alrededor de 30 años, y hoy es de 75, en promedio. El número de médicos se multiplicó por más de nueve, al pasar de 23 mil en 1970, a casi 218 mil en 2017, mientras que las unidades médicas se incrementaron de cuatro mil a 23 mil.
“Mucho hemos hecho y mucho más se habrá que hacer, porque en medio de los problemas que vivimos, hay que decirlo: México es una gran nación, de enormes riquezas y grandes logros que descansan sobre muchos mexicanos que con su esfuerzo crearon las instituciones que hoy nos enorgullecen y que conforman el país que hoy vivimos y disfrutamos”, destacó.
El rector agradeció la distinción que lleva el nombre de un gigante de la medicina: Eduardo Liceaga, quien fue un clínico extraordinario, un prestigioso académico, creador de instituciones y un educador excepcional.
A Liceaga, recordó, se le debe la gestación y dirección del Consejo Superior de Salubridad, semilla de lo que hoy es la Secretaría de Salud; creó el Hospital General de México, con el que la nación recibió al siglo XX. Además, dirigió la Facultad de Medicina, desde la cual fijó las bases de la enseñanza moderna de esta disciplina, al concebir a los hospitales públicos como una extensión natural de las escuelas.
“Es por eso que esta condecoración de ciencias médicas y administración sanitario-asistencial que lleva su nombre, es una distinción que siempre será inmerecida. La estatura de Liceaga, en sus distintas facetas, se antoja imposible de igualar”, expresó.
Asimismo, el rector Graue compartió que él, como médico, siempre procuró dar lo mejor de sí. Recordó que tuvo la fortuna de haberse formado en un hospital de asistencia social que al cabo de los años también dirigió.
“Debo decir que disfruté mucho a mis pacientes y sufrí cuando, de alguna forma, no pude cumplir con sus expectativas y con la confianza que depositaron en mí. A ellos, a mis pacientes, en buena medida debo este premio, porque a través de ellos tuve la oportunidad de indagar sobre sus problemas y procurar encontrarles soluciones, lo que me permitió investigar, escribir y enseñar”.
Su investigación y actividades de docencia, prosiguió, siempre han estado ligadas a la UNAM. El premio, dijo, es también de sus maestros, compañeros y discípulos.
“Este premio se los debo a ellos y a mi Universidad, la que hoy me toca dirigir y empeñar todos mis esfuerzos e ilusiones. Es mía y de todos, porque es de México y en ella se reflejan los logros y aspiraciones de nuestra nación”, concluyó.
En la ceremonia, efectuada en el nuevo Hospital Militar Regional de Especialidades de Mérida, se entregaron otros 12 reconocimientos. El premio “Doctor Ignacio Chávez” se otorgó al exrector de esta casa de estudios, Octavio Rivero Serrano, y el premio “Ramón de la Fuente Muñiz” a la directora general del Instituto Nacional de Psiquiatría y exintegrante de la Junta de Gobierno de la UNAM, María Elena Medina-Mora Icaza.
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