Por: Israel Mendoza Pérez @imendozape/
Las recientes señales de rebelión por parte de legisladores del Partido del Trabajo contra la cuatroté amenazan con volverse una ruptura inevitable. Alberto Anaya Gutiérrez, el eterno dirigente del partido, sabe de los movimientos de sus legisladores en ambas cámaras, al interior del PT nada se mueve sin que pase por sus manos. No fueron casualidad el voto de seis senadoras petistas contra la extinción de los fideicomisos y el destape de la titular de la Conade, Ana Gabriela Guevara, al gobierno de Sonora para hacerle sombra al candidato oficial de Morena, Alfonso Durazo. El PT exige la atención del inquilino de Palacio.
La senadora petista Nancy de la Sierra se encargó de enfriar la relación con Morena: “no estamos aquí para obedecer a nadie, somos aliados del presidente, no empleados de nadie. Vamos a seguir sirviendo a los ciudadanos, aunque la mayoría de los compañeros que ayer nos saludaban, hoy nos negaron la mirada”.
Y no obstante con encabezar la rebelión de los petistas, por sus jabs contra la 4-T dejaron a su partido fuera de una reunión entre los aliados de Morena, el Verde y el PES, el cónclave se discutió y de dio línea para trazar la ruta a seguir para el tema de los fideicomisos. El PT por el momento, no es útil para sostener la alianza legislativa.
En sus 20 años como seguidor de Andrés Manuel López Obrador, el PT ha tenido que soportar cambios en las alianzas y la designación de candidatos que a nombre del tabasqueño usan las siglas del partido para un proyecto personal. Aun así, la flácida dirigencia de Alberto Anaya siempre se agacha.
Por ejemplo, en el año 2000 el PT fue relegado por el desaparecido Partido de Centro Democrático, tras la declinación de Marcelo Ebrard al gobierno de la Ciudad de México. Los petistas tenían la seguridad de que contaban con la estructura y los perfiles para tener al menos dos aspirantes como entonces delegados; sin embargo, López Obrador les pidió que cedieran espacios y aceptaron a regañadientes. Y en la actualidad fecha que no ocupan un lugar relevante en el gabinete Presidencial.
En los comicios intermedios de 2003, el PT se lanzó a ir en solitario por diversos cargos en la ciudad y corrió el riesgo de perder su registro. Su salvación después de su fracaso electoral fue sucumbir ante los brazos de Roberto Madrazo, entonces dirigente del PRI e histórico enemigo de López Obrador.
El senador Alejandro Armenta ya le puso el calificativo claro a los petistas al señalar que actuaron de manera traidora contra el Presidente. Al igual que el destape de Ana Gabriela Guevara por las siglas del PT al gobierno de Sonora son una afrenta contra la cuatroté. Ramón Flores, el dirigente del PT en el estado, supo que con esta carta obligan a voltear a ver al antiguo aliado y evitar que la ruptura se vuelva una amplia grieta en una relación de desaguisados.
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