Por: María Manuela de la Rosa Aguilar/
A cuatro meses de que la OMS declaró la pandemia, han fallecido ya más de medio millón de personas y de no detenerse, en un año podrían morir 2 millones de personas.
Estamos ante la crisis más grande de este siglo, pues suman ya 12 millones y medio de personas contagiadas y muy probablemente esta cifra en realidad sea una multiplicación, ya que estos datos corresponden a casos confirmados a partir de análisis, pero bien sabemos que millones de personas con síntomas o sin ellos, que estén consideradas población en riesgo, no se han podido hacer la prueba, principalmente por falta de recursos.
Pero por otro lado vemos que el mundo enfrenta otros graves retos, como la inminente recesión económica y un problema endémico que amenaza la seguridad global: el narcotráfico, que ha traido consigo no sólo el incremento galopante de la inseguridad, sino las adicciones, tema relevante de salud pública generalizada.
En México la violencia ha generado más de 53 mil asesinatos tan sólo en los últimos 18 meses; mientras que la pandemia ha cobrado la vida de 34 mil en 4 meses y de seguir la tendencia, en números conservadores, en otros 18 meses serán 152 mil más.
Y ojo, entre los 120 millones de habitantes, muchos hemos tenido conocimiento de personas cercanas o conocidas que han fallecido a consecuencia del covid-19. Y cada vez más.
Estados Unidos, a la cabeza de contagios, ha registrado la muerte de 136 mil personas, además de 70 mil fallecidos por sobredosis, lo cual habla de la tragedia que se está viviendo y que no tiene visos de encontrar una solución, sobre todo por la falta de políticas públicas adecuadas. Y no podemos soslayar que es uno de los negocios más lucrativos que hay, por lo que las consideraciones éticas no tienen cabida.
Pero México y Estados Unidos no son los únicos que comparten dichos problemas, pues en el mundo hay unas 253 mil muertes al año debido a las drogas. Tal vez un dato revelador es el que el narcotráfico deja tal cantidad de ganancias ilícitas que representa el equivalente al 1.5% del PIB mundial, alrededor del 7% de las exportaciones en todo el orbe, según datos de la ONU.
Otro gran negocio es el tráfico de armas. Sólo en México entran diariamente unas 2,000 armas, lo que equivale a 730,000 al año, de las cuales sólo logran decomisarse alrededor de 5,600 anualmente. Pero si consideramos que cada una cuesta entre 4 y 20 mil pesos, este ilícito deja en promedio 8,760 millones de pesos, cifra nada despreciable, que puede ayudarnos a entender la corrupción que existe a su alrededor, además de la capacidad de fuego con que cuentan las organizaciones criminales, que en México se han fraccionado en docenas, aunque las que dominan son sólo algunas que luchan entre sí por el control.
Muchos son los problemas, los más graves, sin solución desde hace décadas. Pero hoy por hoy, la pandemia del covid-19 es el riesgo latente que sigue cobrando víctimas inocentes. E irremediablemente nos vemos obligados a seguir esta crisis sanitaria. Veamos las últimas cifras, actualizadas hasta el 10 de julio, que reflejan lo grave de la situación.
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