Por: Moctezuma Reco / Analista
Dentro de la relación bilateral México – EE. UU., el tema del tráfico de armas y drogas lleva muchos años en el tablero del continente. Como respuesta a diversos brotes de violencia, la FGR y la ATF norteamericana (Buró que controla Alcohol, Tabaco, Armas de fuego y explosivos), han generado esfuerzos conjuntos para rastrear cientos de miles de armas que llegan a México procedentes del vecino del norte.
Aterrizando cifras y con ayuda de diversos datos disponibles, principalmente del Instituto México del Wilson Center, encontramos un incremento significativo a partir del 2016 y hasta el 2022, donde por ejemplo, el 50% de todas las armas de fuego encontradas en México, fueron manufacturadas en los Estados Unidos, de un nada despreciable total de 136,627 armas, otro dato interesante es el hecho que entre esos años, 18% de todas las armas encontradas en México de manufactura americana viajaron a través del vecino del norte para llegar a nuestro país, del mismo total anterior, lo cual equivale a 24,600 armas aproximadamente, un dato nada despreciable para aquellos que dicen que las fronteras y autoridades americanas son incorruptibles y que sus procedimientos de revisión son los mejores.
Sin embargo, contrario al párrafo anterior, el otrora Secretario de Relaciones Exteriores y futuro de Economía, hizo un hallazgo importante, no es el 18% que cruza al vecino del norte, si no el 70/90% de las armas de origen norteamericano que emprende el sueño de viajar a México, en respuesta a ello, la Oficina de Contabilidad Gubernamental (GAO), estimó un 68%, del cual consideran 50% de fabricación americana y 18% importadas a los Estados Unidos, para finalmente llegar a México.
Existen otros datos reveladores que la misma ATF ha compartido con FGR, como el hecho de un incremento del 105% en la aparición de armas largas en los últimos años, indicio que muestra un aparente interés del crimen organizado en este tipo de armas, contrario a años anteriores cuando las pistolas eran el arma más común que cruzaba la frontera.
Y es que en la misma muestra de tiempo 2016 – 2022, la cantidad de armas que ha viajado desde disneyland hasta México son 69,234 pistolas, 39,930 rifles, 16,864 revólveres, 7,243 escopetas y 3,176 denominadas como “otros” (ya se imaginaran los tipos, tamaños, calibres para que solo se maneje en datos oficiales como otros).
La Oficina de las Naciones Unidas Contra las Drogas y el Delito, identifica una “operación hormiga”, como el principal fenómeno para que esto suceda, es decir, las armas van cruzando la frontera en pequeñas cantidades, regularmente de 5 en 5, simulando un movimiento legal a través de particulares, presta nombres, comerciantes con permisos para transportar lotes pequeños y todas las modalidades que simulan tránsito formal de diversos lotes de armas que ya sumados conformarán el arsenal que es tema de este espacio y de preocupación política y social internacional. Otra modalidad es a través de partes enviadas para ser ensambladas en su destino final.
Además de lo anterior, se tienen identificados los condados de los cuales se mueven la mayor cantidad de armas, o donde se compran de manera ilegal, como protagonista está Texas quien mueve el 38% de las armas rastreadas y cuya personalidad y estereotipo va de la mano con este porcentaje, tierra del Embajador de EE. UU. en México (no existen casualidades, solo causalidades), personaje por demás colorido que pudiera ser tema por sí solo de uno de estos espacios, de Texas, El Paso, Dallas, Bexar, Harris y Orange, son quienes dominan el movimiento de armas, aunque Hartford en Conneticut, Maricopa y Pima en Arizona, Hampden en Maryland y Los Ángeles en California, con los orígenes más comunes de este creciente problema.
Por otra parte, los principales receptores están en Baja California dominando con el 31% de demanda, en cuanto las principales cabeceras de recepción de armas encontramos a Tijuana y Mexicali en BC, Cd Juárez en Chih., Guadalajara, Jalisco, Querétaro, Qro., León y Celaya en Guanajuato, Reynosa y Nuevo Laredo en Tamaulipas.
Llegados a este punto espero no haberlo mareado, querido lector, con tanto número y dato, porque ¿a dónde queremos llegar?, pues al igual que cuando hablamos de la “Estrategia Nacional Contra las Adicciones”, también debemos plantearnos que pasa con las armas, si bien en México, adquirir un arma por la vía legal es sumamente complicado y un solo ente (SEDENA) a través de su Dirección de Comercialización de Armamento y Munición (DCAM), hace que un trámite de adquisición de arma sea de aproximadamente 2 meses y unas 2 vueltas por lo menos a lo que los verdes llaman “las gelatinas” en Polanco, para los americanos es al contrario, un sinfín de falta de regulaciones hace que adquirir un arma no sea tan difícil.
Agua y aceite en ambos lados de la frontera respecto a la adquisición de armas, ha generado esa inmensa demanda en México, una frontera porosa y mecanismos como el paso hormiga son factores que han vuelto este fenómeno prácticamente imposible de contener.
Las armas que entran a México no solo llegan con el fin de causar muertes, el impacto más profundo que producen es la expansión de las facciones de los diversos cárteles en cada región, ya que brindan la sensación de poder estar a la altura de retar las autoridades al contar con poder de fuego y de llegar a generar “pequeños ejércitos” capaces de dominar inclusive ciudades, esa sensación, sin armas de fuego, no sería posible de considerar.
El flujo de armas a nuestro país creó una epidemia de la que no se encuentra cura ni solución, ni una reforma judicial, ni la militarización, ni el blindaje de las fronteras ha podido revertir, al contrario, continua incrementándose y es por demás interesante que el colorido personaje texano que regularmente busca ganarle la agenda al Gobierno de México en su calidad de Embajador, ni pío ha dicho al respecto, América para los americanos, ahí se los dejo de tarea.
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