- En los cinco meses que lleva Ramírez Cuéllar al frente de Morena se adjudicó la facultad de trazar un frente político con los dirigentes del PT y Partido Verde.
Por: Israel Mendoza/
Estirar la permanencia de Alfonso Ramírez Cuéllar al frente del partido en el poder hasta 2021 es una jugada riesgosa no prevista por Héctor Díaz Polanco, presidente de la Comisión Nacional de Honestidad y Justicia (CNHJ) de Morena ya que pone a su partido en desventaja electoral frente a la oposición y en términos lúdicos se tiene un “dirigente de chocolate”.
El argumento de la CNHJ para no llevar a cabo la encuesta abierta y renovar su cuerpo político atenta contra los derechos de los militantes, le resta confianza ante los aspirantes a dirigir el partido y se convierte en un movimiento antidemocrático. Desde hace cinco meses, el partido camina con una dirigencia provisional, la cual no puede hacer alianzas y se encuentra carente de respaldo pleno de la militancia. La Comisión Nacional de Honestidad y Justicia respondió al ritmo de las “tribus fuertes”, canceló la elección interna del partido, de manera que Alfonso Ramírez Cuéllar permanecerá como dirigente del mismo hasta después de las elecciones de 2021. Y ahora es Héctor Díaz Polanco el encargado de “empoderar” al eterno dirigente del Barzón, al notificar que quedó revocada la convocatoria para el Tercer Congreso ordinario de Morena.
De acuerdo con el aspirante Alejandro Rojas Díaz Durán: “Morena estaría en desventaja jurídica, política y electoral frente a los demás partidos políticos en las elecciones del 2021, debido a que una dirigencia provisional es débil y no tiene la fuerza moral, política y social para encabezar una campaña electoral con un altísimo grado de dificultad, por lo que se requiere de un liderazgo surgido de la voluntad democrática de las bases militantes y de simpatizantes que le otorguen la legitimidad popular necesaria para organizarnos adecuadamente”.
La CNHJ de Morena entró al juego perverso del CEN provisional y de Bertha Luján para buscar una alternativa y llevar a cabo la renovación de la dirigencia a través de un método que los favorezca en alguna de las opciones en la que apuesta su capital político.
Con esta jugada de empoderamiento de Ramírez Cuéllar, los estatutos quedaron vulnerados. Así que primero está como una prioridad de la facción en el poder hacer una reforma estatutaria, comenzar a subsanar los errores y luego llegar con una dirigencia renovada aunque se tenga encima la competencia electoral.
En los cinco meses que lleva Ramírez Cuéllar al frente de Morena se adjudicó la facultad de trazar un frente político con los dirigentes del PT y Partido Verde, el cual no ha hecho más pronunciamientos de los que sacaron en su momento pero que no es más que un arreglo cupular y con la misma estrategia de ver a Ramírez Cuéllar como el personaje fuerte.
Lo que viene al interior de Morena es lo que siempre criticaron cuando los morenistas estuvieron cubiertos por la piel perredista candidaturas por “dedazo” y por encuestas “patito” y la permanencia frecuente de un mismo grupo político dentro de la estructura de la dirigencia morenista.
Es lo que consiguieron con un dirigente que sabe moverse, negociar al interior para sus intereses pero como el Rey de Chocolate… tiene amargo el corazón.
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