- Lo nuevo ahora es que además de las manifestaciones antirracistas, se agregan las feministas y cada vez más frecuentemente en diversos Estados de la Unión Americana, que de continuar, podrían generar un verdadero problema interno de seguridad pública.
Por: María Manuela de la Rosa Aguilar/
La actual crisis económica y social, acentuadas por la pandemia del coronavirus sigue escalando a nivel global, pues múltiples factores desestabilizadores precedieron al advenimiento de la pandemia: la creciente migración mundial, las mafias internacionales, confrontaciones territoriales, el terrorismo, el advenimiento de gobiernos totalitarios y populistas, el calentamiento global, los problemas raciales y el movimiento feminista, principalmente.
A más de cuatro meses de haberse declarado la pandemia, se contabilizan ya 34´909,703 contagios en el mundo, con 1´033,249 muertos, de los cuales Estados Unidos registra 7´410,214, aproximadamente un 20 % del total, con 209,271 muertos, también alrededor del 20% de las muertes en el mundo. Y esto le impacta no sólo demográficamente, sino que ha sido un factor importante para la contracción de la economía, que con efecto dominó ha repercutido en el mundo.
Pero además, ha sido muy notable la falta de seriedad con que se ha tomado el problema por parte del gobierno de Donald Trump, quien no sólo lo ha minimizado, sino que se ha atrevido a decir que Estados Unidos tiene controlado el tema y que muy pronto la pandemia terminará. Sin embargo, él ya es víctima del virus y no se tiene certidumbre acerca de su estado real, porque hay desinformación al respecto. Y mientras, lo mercados permanecen en suspenso, porque estamos hablando del presidente del país más poderoso del mundo, el referente de las transacciones internacionales. En donde no sólo él se ha contagiado, sino su esposa Melania Trump; Hope Hicks, asesora del presidente; los senadores republicanos Mike Lee y Thom Tillis; la ex asesora presidencial Kellyanne Conway; el ex gobernador de Nueva Jersey Chris Christie; y Bill Stepien, coordinador de campaña de Trump; por lo que el líder republicano de la cámara alta, Mitch McConnell, se vio obligado a retrasar el regreso de las sesiones de trabajo del Senado por dos semanas, por lo que regresará hasta el 19 de octubre. Y esto afecta la confirmación del nombramiento de la nueva Juez del Tribunal Supremo, que debe hacerse para antes de las elecciones del 3 de noviembre.
Por otra parte, Estados Unidos se enfrenta a otros problemas de gravedad que pueden afectar su estabilidad social, como son los permanentes conflictos raciales, a los que el gobierno no ha puesto la atención debida, salvo para reprimir manifestaciones, evidenciando su apoyo a integrantes blancos de la policía, que en repetidas ocasiones han agredido sin motivo aparente a ciudadanos de raza negra. Y aunque la igualdad es una realidad de juri en los Estados Unidos, de facto sigue habiendo discriminación, pero además acentuada con la población latina y sobre todo con los migrantes, en donde Trump ha enfocado sus baterías con fines electorales. Y aquí vale la pena señalar que si bien es un presidente que ha hablado abiertamente contra los migrantes y ha llevado acciones contundentes para evitar la migración, anteriores mandatarios lo han evitado en el discurso, pero en los hechos han tenido una posición muy similar.
Lo nuevo ahora es que además de las manifestaciones antirracistas, se agregan las feministas y cada vez más frecuentemente en diversos Estados de la Unión Americana, que de continuar, podrían generar un verdadero problema interno de seguridad pública, al que se agrega el alto consumo de drogas entre los norteamericanos y la portación libre de armas, que ya es un problema sobre todo en las escuelas, que registran continuamente incidentes de diversas magnitudes por el uso de armas, incluso de alto calibre. Sin embargo este riesgo latente por lo visto continuará debido al gran poder que tiene el lobby de la Asociación Nacional del Rifle, que apoya Donald Trump. Y es que el negocio de las armas representa ganancias por más de 9,000 millones de dólares y genera unos 26,000 puestos de trabajo. Pero además cualquier ciudadano norteamericano puede tener acceso libre a la compra de armamento, que bien sabemos, en manos de supremacistas o de personas influenciadas por la violencia o el uso de narcóticos, pueden traer consecuencias trágicas. Y eso es lo que sucede a menudo.
Por otra parte, en México la situación no es mejor, pues la mala gestión de la crisis de la pandemia se ve reflejada en los 757,953 contagios con 78,880 muertes, ocupando el 4º lugar en mortandad, después de India, Brasil y Estados Unidos. Pero además la creciente inseguridad en México, que lejos de desaparecer, ha crecido y ya no sólo se centra en la lucha entre bandas del crimen organizado, sino que refleja problemas de tipo social, de justicia y político, como es el caso de los normalistas desaparecidos de Ayotzinapa, de los feminicidios, del involucramiento de pueblos enteros en el robo de combustible, de transporte público y de pasajeros, no sólo en las vías ferroviarias, sino en carreteras; los problemas indígenas; conflictos agrarios y territoriales, etc.
Y el panorama es mucho menos alentador cuando se observa que tanto el personal militar, de la Policía Federal, marinos y elementos de la Guardia Nacional, que tienen a su cargo la seguridad interior, se ven impedidos para mantener el orden, porque so pretexto de violentar los derechos humanos de los delincuentes, que normalmente son sorprendidos in fraganti, están expuestos a procesos judiciales dispares, viendo como los criminales gozan de impunidad, incluso del favor gubernamental. Y para muestra ahí está la fallida detención de Ovidio Guzmán, hijo del Chapo, o la colusión de presidentes municipales y gobernadores con grupos pertenecientes a Guerreros Unidos, al cártel Jalisco Nueva Generación, a los Zetas, al cártel de Sinaloa, en fin, la política y los gobiernos a merced de los delincuentes.
Por eso no es extraño que haya surgido el Movimiento FRENAAA, que pretende la renuncia del presidente Andrés Manuel López Obrador, quien más que gobernar con decisiones acertadas que atiendan la compleja problemática nacional, aplicando políticas pública eficaces, se ha dedicado a acaparar los medios, imponiendo su agenda, caracterizada por declaraciones ocurrentes sin sustento, en una maniobra muy efectiva de distracción, polarizando a la sociedad, en lugar de trabajar para cohesionar al país, olvidando que no sólo es el líder de sus seguidores, sino representante de toda la sociedad mexicana, por la que se comprometió a velar. Y ahí el resultado, el encono, la confrontación y las constantes protestas que sin duda pueden generar un problema mucho mayor al que se vive.
Y en el mundo los problemas se acentúan, pues en medio de la pandemia, los conflictos armados continúan, ahora en el Cáucaso, una zona estratégica rica en petróleo y gas. Armenia y Azerbaiyán se encuentran enfrentados. Ambos apoyados por otros países. Armenia apoyada por Rusia; Azerbaiyán por Turquía, que también está con Siria y Libia, en contra de Rusia y Francia. Y en la disputa de Turquía con Grecia, ésta última está apoyada por Francia y la Unión Europea. Y por otra parte, Azerbaiyán, que tiene rivalidad con Teherán, es apoyada irónicamente por Israel y Estados Unidos. Así que la complejidad de esta zona de conflicto podría escalar a nivel regional.
Amén de los continuos problemas que ha generado la continua migración, que es un foco de riesgo en medio de la pandemia.
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