Por: Israel Mendoza Pérez/
Aún con la falta de un padrón sólido y el choque declarado entre tribus, Alfonso Ramírez Cuéllar, dirigente interino de Morena, llevará al partido a una encuesta nacional para la renovación de todos los órganos de dirección a finales de agosto. El riesgo es que desde el Consejo Nacional y una oficina de Palacio Nacional alistan una ofensiva para jugar a la negociación y reparto de posiciones. Al viejo estilo de los amarres hechos en los sótanos de la política.
Los lopezobradoristas Bertha Luján, presidenta del Consejo Nacional, y Gabriel García, coordinador general de los Programas para el Desarrollo del gobierno federal, tienen piezas clave en la estructura del partido que quieren mantener por los intereses que representa la elección de 2021.
El control del poder del partido se debe a que Luján Uranga tiene la creencia de que le correponde por ser una de las personas más cercanas al presidente Andrés Manuel López Obrador desde hace más de una década. En tanto que Gabriel Ga rcía apuesta a mantener cotos de poder que logró cimentar al tener bajo su coordinación a los superdelegados federales, encargados de manejar programas sociales. Esa alianza es la más fuerte y al mismo tiempo la más pragmática.
Morena se encuentra en crisis desde que Yeidckol Polevnsky no definió la ideología de Morena. Ella se encargó de desfigurar al partido y mostrar que los panistas arrepentidos tenían espacio, que los conservadores de la cofradía de Hugo Erick Flores Cervantes eran sus aliados y los priistas del jurásico fueron, rescatados, reformados y reciclados por la 4-T.
Bertha Luján y Gabriel García aprovechan el derecho de picaporte que tienen en Palacio Nacional y desde ahí planean una dirigencia que sea del agrado del Presidente. Aunque él se mantenga al margen, ellos impulsan un proyecto que por percepción sea de su gusto.
Según datos de Alejandro Rojas Díaz-Durán ve un riesgo ya que al tener un padrón de 3 millones y medios de afiliados y con las elecciones de 2021 a la vuelta de la esquina no estará en condición política de tener resultados satisfactorios y será la muestra que vivir de la figura del Presidente le afecta más al partido y a quien sea su dirigente por la carencia de orden en el interior del partido movimiento.
Los próximos días serán cruciales en el interior de Morena. El partido entró en una fase de choque interno y los liderazgos que aspiran a dirigir Morena están fuera de la escena. Los aspirantes Mario Delgado y Alejandro Rojas están en la tesitura de ir hacia una reconciliación interna. Sin embargo, Bertha Luján y Gabriel García van por el control y la negociación oscura.
El 2021 será una prueba para el partido en el poder y su nuevo dirigente. La apuesta es grande ya que en las urnas se castiga a los institutos políticos y se tiene la costumbre que el dirigente que no da buenos resultados tiene que dejar al partido antes de hacer más daño.
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