Por: Moctezuma Reco / Analista
Primer acto, el 20 de julio pasado, el discurso de Donald Trump causó revuelo en las redes sociales con usuarios nacionales y con reacciones importantes, ¿la razón?, dentro del discurso Trump señalaba las presuntas ventajas obtenidas a costillas de México en el tema de migración e inmediatamente después hizo alusión a un personaje con bajo coeficiente intelectual. Este último hecho fue aprovechado para señalar a Marcelo Ebrard, artífice del TMEC (no es el Tratado Marcelo Ebrard Casaubón, sino el de libre comercio).
En cuestión de minutos, propios y extraños al más puro estilo de “masiosare”, declaraban la tan mexicana soberanía (que solo se había visto contra Argentina y Holanda en temas futboleros), contra el candidato republicano, incluidos la candidata electa a Presidenta de la República y su futuro Secretario de Economía, no necesariamente en ese orden. Posteriormente otros actores políticos afines salieron a refrendar la postura, cuando ya era demasiado tarde, ya estaba disponible una versión completa del video en las mismas redes donde se comprobaba que el empresario norteamericano se refería al presidente estadounidense como una persona de bajo IQ, y no a nuestro “Dwight Schrute” región 4.
La solución considerada para nuestros actores de tal oso (si hubiera salido en cierto programa deportivo donde presentan las pifias futboleras, sería el oso de la semana), fue continuar con la retórica del extraño enemigo, elevándolo a la cúspide de la comunicación con el pueblo bueno y sabio: La mañanera, para posteriormente continuar derramando soberanía a diestra y siniestra, al menos por dialéctica.
Segundo acto, el 23 de julio el Presidente de los Estados Unidos Mexicanos, durante el mayor ejercicio de comunicación circular de la historia, reacciona al reporte difundido esa mañana sobre el supuesto fallecimiento del expresidente de Estados Unidos, Jimmy Carter, a pesar de que citada noticia no había sido confirmada ni por el gobierno estadounidense, ni por familiares del ex mandatario.
La desinformación en la era digital se ha convertido en una amenaza significativa para las democracias y la sociedad en general. Existen muchos estudios y corporaciones dedicadas a la investigación y análisis de estos temas, los cuales publican recomendaciones sobre como abordar este problema.
La desinformación se ha convertido en un desafío omnipresente que merma la confianza en las instituciones y desprestigia, distorsiona el debate público y fomenta la polarización social. Producto de una pequeña investigación, quisiera recomendarle a usted, amable lector, los puntos más importantes de recomendaciones y hallazgos, principalmente en documentos de la RAND Corporation, entre muchos otros, la cual identifico como un precursor y actor permanente en la investigación de este y muchos temas afines.
El fomentar la alfabetización mediática y digital es la primera línea de defensa contra la desinformación, si se hace desde edad temprana mejor, esto formará personas capaces de evaluar críticamente la información que consumen. Jóvenes y adultos debemos actualizarnos constantemente en un mundo digital dinámico y en constante evolución.
La transparencia y responsabilidad en plataformas digitales es un punto de inflexión importante, ya que las redes sociales más importantes y los motores de búsqueda juegan un papel fundamental en la propagación de información y por lo tanto, deben asumir una mayor responsabilidad. A través de políticas estrictas para identificar y eliminar desinformación, sin comprometer la libertad de expresión, aunado a esto, debe existir una rendición de cuentas mediante la colaboración gobierno – entidades no gubernamentales.
El INEGI en una de sus encuestas de Bienestar Autoreportado, ofrece datos interesantes de como la población mexicana consume información y redes sociales, siendo Facebook y Whatsapp (80.8% de la población) sus medios más empleados, sin embargo, la encuestadora Enkoll demuestra en diversos análisis, como 8 de cada 10 mexicanos emplean la televisión como medio de información sobre las redes sociales.
Es aquí donde los gobiernos deben crear un marco regulatorio que limite la propagación de desinformación (bueno, primero deben dejar de caer en ella). Esto incluye la implementación de leyes que penalicen la producción y distribución intencionada de noticias falsas, así como la promoción de transparencia en la publicidad política en línea, un tanto utópico ¿no creen?
Pero en un entorno donde la desinformación puede proliferar rápidamente, el periodismo de calidad es más importante que nunca, el apoyo a los medios de comunicación verificados, que puedan actuar como guardianes de la verdad. Para esto necesitamos jefes de información capaces de tolerar minutos de espera antes que decir “es que en tal medio ya salió, ¡apúrate!” Suena a broma, pero es anécdota.
La desinformación no respeta fronteras y casos sobran, tomando como estandarte los primeros dos actos de este espacio, por ello, la cooperación internacional para compartir mejores prácticas, recursos y tecnologías en la lucha contra la desinformación serán esenciales para generar un frente unidos contra esta amenaza. Para muestra un botón: El COVID-19 o la guerra Rusia vs Ucrania.
La naturaleza de la desinformación está en constante cambio, impulsada por tecnologías y tácticas, una inversión continua en investigación para comprender las dinámicas de la desinformación y desarrollo de herramientas efectivas son muy necesarias para contrarrestarla. El estudio de su impacto mediante metodologías es muy necesario. Aprender a tomar un respiro y contar hasta 10 en un mundo donde todo era para ayer es más necesario de lo que aparenta.
El tercer acto queda dividido en dos partes, unas reacciones por demás innecesarias al más puro estilo del “vulgar display of power”, el pasado 24 de julio, donde primero nuestro amado mandatario emite una misiva al candidato republicano en la que dentro de sus principales líneas reza las diplomáticas y cordiales palabras “Por favor amigo, no me ande mandando a la “Chingada” antes de tiempo”, ¿en que abona a la política exterior este desplante?, ¿qué objetivos logra el Gobierno de México con esta carta?, ¿en qué ayuda o perjudica a la candidata electa, el roce innecesario con el posible candidato electo de EE.UU? y posteriormente su hija putativa alega que de ganar el candidato republicano difícilmente aumentará los aranceles.
Esas preguntas no tenían una respuesta lógica, hasta el 25 de julio cuando cayó en EE. UU. el Mayo Zambada de manos de autoridades norteamericanas, supuestamente fue traicionado por un blanco específico capturado la noche del 24 de julio en Culiacán a manos de la Marina, pero no, muy seguramente hay un trato de por medio, puesto que se entregó; curiosamente con fecha 23 de julio aparece el folio de liberación 72884-748 de un tal Ovidio Guzmán.
Y quizás, solo quizás, la última parte del tercer acto pudiera ser una medida desesperada de Kamala por legitimar su partido sobre el bien tomado atentado contra su rival, a pesar de haber atentado contra el intocable mexicano, lo cual podría originarle patadas bajo la mesa y dificultaría la relación bilaterial. La obra titulada en USA “Information Warfare” (guerra de información), fue traducida para el público mexicano como “Operación Cicatriz”, ahí se los dejo de tarea.
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