Autor: Moctezuma Reco

Analista

Los océanos cubren más del 70% de la superficie de la tierra, dato que hasta en las caricaturas hemos visto o escuchado, conectan a todos los continentes y sobre ellas se han llevado a cabo las actividades más importantes de la historia de la humanidad desde la navegación, la pesca, el comercio hasta las guerras y conquista de territorios. 

La talasopolítica refiere al estudio sobre el Estado y abre su brecha respecto a la geopolítica debido a que esta considera al mar como el factor primordial del territorio, las características especiales del ambiente marino y todas las implicaciones estratégicas que derivan de ello. Un ejemplo importante del estudio de la talasopolítica es el conflicto Rusia vs Ucrania, dentro del cual uno de los objetivos principales de Rusia es obtener el control de un espacio marítimo dentro del Mar Negro, entre otros.

México es un país bioceánico, cuenta con litoral por ambos lados, más de 11 mil kilómetros de costas en su parte continental, siendo de los países del continente más vastos en ese sentido, debido a su posición geográfica, 80% del comercio marítimo o más pasa por nuestros 102 puertos que conectan con más de 145 países, eso representa casi el 50% del PIB del país como entrada a través del mar. Comercio marítimo, turismo, pesca, industria petrolera, diversos servicios entre muchas actividades que nos brinda el bondadoso espacio marítimo mexicano.

De hecho, el 8 de junio pasado durante la celebración del día mundial de los océanos, se estableció la importancia del comercio marítimo mundial para erradicar la prospectiva que existe sobre la crisis alimentaria mundial, como uno de los puntos centrales.

Pero ¿Quiénes estarían a cargo de tan noble labor en nuestro país? La respuesta es sencilla si estás involucrado en el ambiente marítimo nacional (situación que a pesar de haber puntualizado en el inicio de esta columna pareciera que todos los mexicanos deberían conocer, pero ni siquiera en los libros de texto se enseña a nuestra juventud esa cultura marítima). La Marina Mercante Nacional es quien debería enarbolar ese estandarte, y defenderlo como su más preciado tesoro. Pero de ello abundaremos con una breve descripción de su ideología partiendo de su origen en un enfoque inductivo posiblemente, es decir de lo particular a lo general, del origen al desempeño de nuestros marinos mercantes mexicanos.

Su origen son las escuelas náuticas, una en Veracruz, una en Tampico y una en Mazatlán, con programas educativos aceptables, pero un manejo que a lo largo de los años ha sido criticado por propios y extraños, desde escándalos de drogadicción y violencia, corrupción, acoso y hostigamiento hasta situaciones ya más delicadas como encubrimiento por parte de autoridades, colusión de docentes y todo lo malo que puede haber en el país, el cual ha deformado a los jóvenes que estudian ahí y la consecuencia es un grupo de marinos que al egresar no se identifican con su institución (que dicho sea de paso es maltratada por la política mexicana, al no darle cabida en un solo ente, pasa de SCT a SEMAR cada determinados años), esa falta de identidad y el “olvido” que la institución hace de sus egresados al no cobijarlos ha conllevado a que nuestros marinos mercantes mexicanos no sean del todo bien vistos en la comunidad internacional, antecedentes de corrupción, tráfico de combustibles, denuncias en diversos países por vender permisos, entre otros. Pareciera que la presente opinión está orientada a denostar a nuestra marina mercante, pero no es así.

La realidad dista mucho del imaginario de algunas sociedades de marinos mercantes, los cuales ven con malos ojos a la SEMAR, con los mismos malos ojos que veían a la SCT, ¿Por qué?, por mera costumbre, ya que ambas instituciones les han dado cabida y oportunidades, la situación más clara, el reclamo por el primero de junio, día de la marina tradicional, en el que deben resaltar los marinos mercantes, sin embargo, al momento de la organización de ese evento, jamás han presentado propuestas concretas, propuesto algún buque o instalación para llevar a cabo la celebración, pero si presentan la queja colectiva sobre que la SEMAR o el Ejecutivo les hace sombra de su día, ¿Cuál es el efecto de esto? Que el ente político asocia más el primero de junio con la SEMAR que con la marina mercante nacional, siendo esto erróneo de alguna forma. De ahí el punto de la identidad y sentido de pertenencia institucional.

Otro punto importante ha sido el desempeño del personal de marinos mercantes en capitanías de puertos y ASIPONAS del país, quienes han sido relevados de sus puestos en fechas recientes y no tan recientes presuntamente por no resultar acreditados en un examen de control y confianza rutinario al que se deben someter en su carácter de servidores públicos de acuerdo con fuentes del ejecutivo federal. Sin embargo, nuevamente colectivos de marinos mercantes inconformes acusan desplazamiento de funciones por parte de SEMAR. Platicando con algunos integrantes de esa institución ellos me daban una respuesta muy lógica ¿Usted cree que a nosotros nos gusta realizar funciones para las que no estudiamos? ¿Tener que estarnos preparando después de llevar un perfil de mando para tener que atender al sector marítimo, en el cual en muchos casos estaban acostumbrados a resolver todo con cenas, comidas, reuniones, tragos, mujeres, etc? Nuestro origen y perfil es distinto, sin embargo tenemos que obedecer las órdenes del mando, reflexionan elementos de SEMAR entre dientes, y con una respuesta bastante institucional, que a mi juicio fue verdad a medias. La incomodidad es evidente.

Finalmente, un país bioceánico, “libre y soberano desde 1821” entrecomillado y subrayado, NO CUENTA CON UN PLIEGO DE INTERESES MARÍTIMOS NACIONALES, y adivinen quién hasta febrero del 2024 está promoviendo iniciativa de ley para definir la política marítima de México, pues la SEMAR, y los marinos mercantes bien gracias, dormidos en sus laureles, con su presunta pero posiblemente motivación principal: poderoso caballero don dinero.

El corolario de esta opinión diverge en algunas ramas, primero la tierra como planeta debería llamarse MAR, por ende, la talasopolítica debería ser el eje rector en la visión de un país como el nuestro con más de 11 mil kilómetros de costas en su parte continental. ¿Quiénes estarían a cargo de tan importante labor? Solo la SEMAR podría, mediante una estructura más amplia. La historia apuntala este dicho, desde la colonia hasta nuestros días.

Cierto es que la Marina Mercante Nacional es quien debería enarbolar este estandarte y defenderlo como su más preciado tesoro. Sin embargo, lejos han estado de consolidarlo y sobra decir que tuvieron la oportunidad en sus manos cuando fueron transferidos a SCT.

Tuvieron no solo la oportunidad de potenciar el desarrollo de la marina mercante y los puertos nacionales, también de promover el surgimiento de un servicio de Guardia Costera con carácter civil que se encargaría de brindar seguridad marítima y portuaria velando por el mantenimiento del estado de derecho en las zonas marinas mexicanas.

ANTE ESTE VACÍO, la SEMAR realiza las funciones de Guardia Costera, empleando los medios de la Armada. Hoy estaríamos hablando de un Estado Mexicano con pleno dominio marítimo en dos componentes para hacer frente a los retos y exigencias del por demás medio hostil en que se encuentra México. 

Esperemos que las nuevas generaciones de marinos mercantes mexicanos despierten por el bienestar del país, luchen por hacer de sus escuelas espacios más sanos y coherentes a su formación, sean más institucionales y menos rijosos, más honestos y sobre todo amen más a México y enarbolen el estandarte que les corresponde, el de producir riqueza para el país.