- “La fuga más importante de información en los mexicanos es por captura de pantalla de conversaciones”, destacó el estudio realizado en 2021-2022 por Luis Ángel Hurtado Razo, especialista de la UNAM.
Por: Redacción/
WhatsApp es el principal motor de difusión en México y en el mundo. Es una de las más destacadas redes sociodigitales de mensajería instantánea, porque permite la comunicación con otras personas y adquirir información “casi de inmediato”, señala el investigador de la UNAM, Luis Ángel Hurtado Razo.
En opinión del profesor de la Facultad de Estudios Superiores (FES) Aragón, Rubén Darío Vázquez Romero, quizá uno de los aspectos a reclamar a WhatsApp sería la privacidad de los usuarios, pues no necesariamente tiene la mejor plataforma de protección, sobre todo de aquellas referencias sensibles que podrían quedar expuestas.
Mediante esta aplicación se comparten documentos, conversaciones de otras redes como Instagram, YouTube, Twitter y TikTok. De acuerdo con el Instituto Federal de Telecomunicaciones (IFT) se trata de la segunda más usada en México, después de Facebook.
Un estudio realizado en 2021 y 2022 por Hurtado Razo, académico de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales (FCPyS), en una muestra de mil 253 personas de los 32 estados de la República Mexicana, 96 por ciento de quienes tienen acceso a internet utilizan WhatsApp y lo hacen de seis a ocho horas al día.
Por la pandemia de la COVID-19 pasamos de dos a tres horas diarias en esa plataforma en 2020, a más de seis en 2021 y 2022, lo que se asocia al desempeño de los mexicanos en los ámbitos laboral, educativo, familiar, económico, comercial, etcétera, precisa el también director general de Comunicación Política Aplicada.
Destaca que quienes más emplean esta red social son las mujeres (66.67 por ciento). En un primer trabajo (2019-2020), elaborado por esa consultoría, hubo un empate técnico con los hombres; “estaban en 50 por ciento del uso”. Por la coyuntura de la emergencia sanitaria y las actividades del sector femenino (familiares, educativas, laborales, etcétera), aumentó la necesidad de esta herramienta entre ellas.
En la actualidad, la edad de los usuarios de WhatsApp es de 31 a 40 años, (37.5 por ciento de los entrevistados). En 2020 había casi un empate con el grupo de 21 a 30 años (35 por ciento); sin embargo, disminuyó en 2021 a 27 por ciento. Las personas de 41 a 50 años tenían nueve por ciento; ahora 15.8 por ciento.
En 2021, con base en datos del IFT, de 93 a 94 millones de mexicanos utilizaron internet; cien por ciento de ellos, Facebook; 96 por ciento (aproximadamente 89 millones), WhatsApp.
Hurtado Razo coincide en que el riesgo con esta última red es “la vulneración de la privacidad de la gente”. La mayoría comparten “pantallazos” de las conversaciones; la principal fuga de información en los mexicanos es por captura de pantalla. Otro dato del estudio 2021 de Comunicación Política Aplicada es que 57 por ciento de los entrevistados reportó que no les generaba adicción o dependencia, pero sí a 42.8 por ciento.
Fake news, industria creciente
En una escala de cero a 10 (10 representa 100 de confianza), la credibilidad en el primer estudio fue de siete a ocho en casi 70 por ciento de los entrevistados. Mientras que en el segundo sondeo 22.62 por ciento le dio valor de cinco y siete (16.7 por ciento). Es decir, en dos años de pandemia los usuarios dejaron de creer en buena medida en lo que les comparten en WhatsApp, por un fenómeno recurrente y creciente: la propagación de falsedades, subraya Hurtado Razo.
Agrega que aumentó en casi 100 por ciento el envío de ésta a través de personas que no conocemos. En el primer estudio, 10 por ciento eran desconocidas, mientras que en el segundo la cifra subió a 19.5 por ciento. En el confinamiento, la industria de la desinformación “ha estado muy activa”.
El 78.5 por ciento se percató que era falsa porque dudaron y consultaron otros medios de comunicación; 52.3 por ciento dijo no creer en la que le llegaba, pero 47.6 respondió que sí o al menos llegó a creerlo.
Por la emergencia sanitaria es “muy delicado que casi la mitad de los usuarios de WhatsApp hayan creído en la información falsa relacionada con no vacunarse, medicamentos y remedios o supuesta información del gobierno”. El 33.3 por ciento la aceptó debido a los títulos y presentación (diseño) de la que les fue compartida, asevera Hurtado Razo.
El “oro negro del siglo XXI”
Al proseguir, Rubén Darío Vázquez señala que “es importante recordar que esta aplicación pertenece a Meta, un conglomerado estadounidense de tecnología y redes sociales, y una de las empresas más grandes en su tipo en el mundo, cuyos servicios van orientados, precisamente, a la construcción de una serie de plataformas interconectadas con miras hacia el metaverso”.
Advierte que a WhatsApp no le interesan las conversaciones que como usuarios pudiéramos mantener, sino nuestros hábitos de navegación en internet, la geolocalización –los lugares en los que estamos físicamente–, las compras electrónicas que realizamos, todo se recopila para crear perfiles mercadológicos que constituyen el “oro negro del siglo XXI”.
Esta información personal tiene un costo y se vende bien en el mercado de la publicidad y de la mercadotecnia. Si bien cada vez somos más conscientes del valor que tienen nuestros datos, no necesariamente lo estamos entendiendo de manera profunda, puntualiza.
Parecería que este tipo de plataformas son gratuitas, pero no es así, se cobran con la información que recopilan y es puesta a la venta para crear pautas, espacios y más perfiles mercadológicos. “Todo lo que hagamos en Facebook o en Instagram, además de la forma en que navegamos en internet, crea un perfil publicitario de nosotros sobre el cual no tenemos control y de pronto podrían llegarnos anuncios no deseados”, apuntó.
Plantea que si bien las tecnologías que tenemos pueden ser excelentes, debemos tener cuidado con el manejo de nuestros datos que nos describen y precisan; entender que son el pago por el uso de las redes sociodigitales.
Vázquez Romero recomienda no descargar aplicaciones gratuitas de origen desconocido que nos permiten visualizar cómo podríamos vernos si fuéramos del sexo opuesto o de edad avanzada, o juegos virtuales. Si los instalamos en nuestros dispositivos otorgamos una serie de permisos, de los cuales no necesariamente somos conscientes, para acceder a nuestros contactos, ubicación, fotografías, llamadas telefónicas, monitoreo de navegación, etcétera.
Herramienta sustancial
Con más de una década de funcionar como uno de los servicios de mensajería instantánea más populares del mundo, WhatsApp ha creado una comunidad mundial que reúne a más de mil 600 millones de personas, lo que implica que se ha constituido en una herramienta sustancial para nuestro trabajo diario, precisa Rubén Darío Vázquez.
El también consultor en Comunicación Digital plantea que en 2020, durante la pandemia, tuvimos una digitalización forzada, es decir, avanzamos varios años en el manejo de instrumentos digitales y en la interacción con plataformas virtuales y, sin duda, en el momento más álgido (durante el confinamiento), WhatsApp nos mantuvo comunicados, cercanos y, sobre todo, presentes en la vida de nuestros seres queridos.
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