Por: Redacción/
Durante años se demostró que las vacunas prevenían enfermedades, y hoy por la moda irresponsable de no aplicarlas, se abre la posibilidad de brotes de padecimientos que ya se consideraban controlados, destacó Mauricio Rodríguez, académico de la Facultad de Medicina de la UNAM.
“Son seguras, efectivas y necesarias para proteger no sólo a los individuos, sino a la comunidad”, resaltó.
Un niño que tiene su esquema de vacunación completo se enferma menos y, por lo tanto, no faltará a la escuela por esa razón; tendrá una adolescencia y adultez más saludable y productiva, lo que impactará en el desarrollo de los países que invierten en este ámbito de la salud, sostuvo.
México tiene un sistema efectivo, pues cerca del 90 por ciento de las vacunas que se administran se proporcionan a través de servicios públicos de salud, sin costo directo para quien las recibe, lo que facilita su aceptación.
En el caso de los migrantes que pasan por nuestro territorio, aunque representan un riesgo potencial en cuanto a enfermedades infecciosas, por lo general provienen de países en donde hay un control de vacunación adecuado, dijo. Además, en nuestra nación hay puntos de revisión sanitaria.
No obstante, reconoció, no se puede tener un control total, ni siquiera en los aeropuertos, porque a diario llegan vuelos provenientes de países europeos, en donde han adoptado esta negación a vacunarse.
Evitan epidemias
El especialista indicó que las vacunas no sólo previenen enfermedades, también han evitado epidemias. Con su aplicación, por ejemplo, se logró erradicar la viruela en México y se han controlado otras como la parálisis por polio, la diarrea por rotavirus, el tétanos y la rubéola congénita.
Cuando la gente decide no vacunarse abre la puerta a ciertas afecciones que pueden convertirse en brotes o propagaciones, lo que representa un retroceso. La inmunización ha eliminado o controlado padecimientos graves, y ahora, por decisión individual, se han provocado contagios, pues un niño no vacunado es un peligro potencial, advirtió.
“Quienes toman esa determinación muchas veces cuentan con un nivel socioeconómico alto, con capacidad para pagar atención médica privada y en las mejores condiciones si sus hijos enferman; el problema es que conviven con otros pequeños que no tienen los mismos recursos”.
El universitario indicó que hay varias razones por las que la gente no vacuna a sus hijos, la principal es que creen que ese proceso es dañino, “lo cual es erróneo. Actualmente hay evidencia científica que demuestra que las vacunas son seguras y efectivas”.
Otro argumento es la creencia de que no son necesarias porque algunas enfermedades ya no están presentes y el riesgo de contraerlas es muy bajo; sin embargo, es precisamente gracias a las vacunas que se ha llegado a la eliminación o control de muchos padecimientos que en otros tiempos fueron graves, como la polio o la difteria, enfatizó.
Las vacunas, explicó, son sustancias que estimulan al sistema inmune para producir defensas; dependiendo de su naturaleza, contienen los microorganismos contra los que se pretende proteger (ya sea completos o alguna de sus partes, debilitados o inactivados) y se administran de manera controlada. Evitan que el individuo se contagie o contagie a otros, que la enfermedad sea grave y que haya secuelas en los afectados.
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