Por: Redacción/

Una apreciación íntima e intuitiva de los orígenes del mundo maya a través del arte y el trabajo de niños y niñas promueve la exposición Mesoamérica en nuestras manos, resultado del proyecto El Universo es Grande, dirigido por los maestros Verónica Basáñez y Rubén de la Mora, que se exhibe en la Galería de la Unidad Cuajimalpa de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).

Cada una de las obras fue realizada en la comunidad maya de Chacchobén, Quintana Roo, donde por medio de talleres, actividades artísticas y educativas fomentaron la capacidad creadora de infantes y jóvenes, proceso que incluyó la sensibilización y el manejo del dibujo, el uso del color, el grabado, la cerámica y el muralismo, entre otras técnicas, en un aprendizaje que se nutrió de la imaginería mesoamericana con un enfoque ecológico y de reciclaje.

El proyecto de iniciativa particular y sin fines de lucro, buscó promover la revaloración y la reintegración de la cultura maya en la población infantil. En la muestra pueden apreciarse un centenar de piezas en las que destaca el color, la forma y sobre todo la imaginación, cuadros de tonos disímiles unidos por un tema: las civilizaciones antiguas y su cosmogonía.

Valiéndose de formas definidas: glifos, volutas y figuras estilizadas, entre otras, los autores lograron crear composiciones libres y abstractas con elevada calidad pictórica y sobre todo con una gran riqueza testimonial sobre la relación con su cultura y el entorno.

Lienzos en papel maché realizados a mano despliegan máscaras de jade, hombres jaguar, guerreros y animales míticos como el venado, el tejón, el mono y el colibrí, representados con inteligencia y talento único.

Además, se presentan ensayos sobre la caligrafía maya, glifos y otros motivos iconográficos de esta civilización, que estableció una relación única entre el arte, la cosmovisión y la vida política.

Deidades como Pauahtun, frecuentemente representado en el antiguo arte maya como un anciano que sustenta el universo o como emergiendo de un caparazón de caracol o de tortuga, o Ixchel (diosa de la luna) y esposa de Itzamná, a quien se le atribuyen los dones de la fertilidad, la procreación y la destrucción del mundo.

A decir del pintor, muralista y músico Manuel Villamor Reyes, lo que más impresiona de estos cuadros es su bravura, es decir, la audacia y el impacto visual dramático que poseen. “Dejando a un lado la ortodoxia aceptada formalmente, que define las artes visuales, me atrevo a decir que estos niños han capturado en estas pinturas la imprescindible calidad tan difícil de alcanzar, que diferencia un Tamayo de un mexican curios”.

En el texto que acompaña la exposición Villamor Reyes agrega que es el ambiente en el que se realizó este trabajo lo que le confiere este sentido de libertad y confianza en sí mismos, de donde puede derivar una autoestima cultural, animada y dirigida por una profesora sensible, sabia e imparcial.

“Al hacer esto crearon efectos comunes a todo gran arte, pero particularmente al abstracto, es decir, a la sensación de movimiento y la perspectiva causada por el juego de espacios positivos y negativos, también el “esfumato” y la superposición de formas, pero sobre todo ¡los colores vibrantes! Aquí no hay una sutil modestia sino una extrovertida fuerza vital que sólo los niños poseen”.

Luego de visitar el Museo de la Cultura Maya en la ciudad de Chetumal y otros espacios, la muestra llegó a la Casa abierta al tiempo para mostrar la capacidad creadora de estos pequeños, en la que se comparte el resultado de cuatro años de labores, mostrando la enorme riqueza que una comunidad rural puede aportar. La exposición Mesoamérica en nuestras manos estará abierta al público hasta el 10 de noviembre próximo.