Por: Redacción/

El sistema normativo de construcción de la Ciudad de México, los criterios de zonificación para el uso del suelo y los procedimientos de control para las edificaciones requieren ser revisados, afirmó el doctor Sergio Padilla Galicia, profesor-investigador de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).

“El sismo del 19 septiembre pasado reveló que las regulaciones no fueron suficientes y que persisten deficiencias en los fundamentos y la implementación de las reglas de construcción” y en los sistemas de prevención y seguridad.

El especialista en planeación y diseño urbano expuso que a través de cada uno de los movimientos telúricos que han afectado al país y en particular a la Ciudad de México es como se ha adquirido conocimiento respecto de las medidas que deben implementarse para evitar daños.

Después del terremoto de 1985 se impuso un nuevo sistema normativo para regular las construcciones de la capital del país, en el cual se instauraron mecanismos de control para el proceso de trazo, construcción y operación de los inmuebles.

El uso del suelo y los planes delegaciones presentaron reglas más estrictas que revelaban la necesidad de bajar la densidad de edificación: altura y población, es decir, la intensidad de uso de aprovechamiento.

Las disposiciones generaron conflictos entre la norma establecida y la dinámica urbana respecto de lo que el negocio inmobiliario demandaba, haciéndose ajustes graduales y particulares que permitieron la construcción de grandes edificios.

Si bien no existen limitaciones técnicas, ingenieriles y tecnológicas para realizar construcciones magnas, se cuenta con el conocimiento para inmuebles muy audaces, de cualquier tipo y tamaño, “en una zona de riesgo es imposible apostar todo a la naturaleza, sería soberbio”, por lo que “los edificios deben hacerse con todo el rigor que la técnica de construcción demanda”.

El proceso de renovación de numerosas edificaciones con más 40 o 50 años –como sucede en las grandes metrópolis del mundo– ha sido demasiado lento por problemas socioeconómicos y de acuerdo con los conocimientos científicos y técnicos y de seguridad estructural ya son obsoletos.

Cerca de 60 por ciento de las viviendas de esta urbe se ha hecho bajo el esquema de autoconstrucción, sin ningún fundamento técnico, por lo que son vulnerables a sismos y ponen en riesgo a sus habitantes.

La revisión meticulosa de cada propiedad sería lo ideal, pero es una tarea casi imposible porque son demasiadas construcciones en la Zona Metropolitana de la Ciudad de México.

La historia de los sismos ha mostrado cuáles son los lugares más vulnerables y por lo tanto es ahí donde se debería ser más estricto en las normas de construcción y también hacer del conocimiento de la población las características de vulnerabilidad de los sitios que habitan.

“Las zonas que han sido afectadas pueden ser habitables, pero con todas las precauciones necesarias, con el fin de evitar que se levanten proyectos que no cumplan con los criterios básicos de diseño arquitectónico para un área sísmica”.

No se debe permitir que “gane el afán de lucro de construir edificaciones vistosas, atractivas y económicas, de fácil venta, en las que la seguridad puede ser cuestionable”.

El doctor Padilla Galicia comentó que determinar las causas del porqué se desplomaron edificios de años recientes, será una tarea difícil, pues los motivos pudieron incluir aspectos geológicos y de comportamiento complejo del sismo en un determinado punto del suelo que generó un efecto que magnificó el terremoto en proporciones no previstas.

Hoy se conoce más sobre los problemas de la capital y se cuenta con expertos urbanos en lo social, cultural y político, “pero se ha fallado en la planeación y el diseño, así como en las medidas de prevención. Los japoneses son ejemplo a seguir en cuanto a cómo vivir en lugares sísmicos”.

El coordinador general del Seminario de Urbanismo Internacional opinó que las universidades tienen el reto de incentivar más la investigación sobre el comportamiento de los sismos, así como formar arquitectos e ingenieros mejor calificados y especialistas en planeación y gestión urbana, entre otros.

Sismos de magnitudes menores a ocho pueden provocar daños severos a la infraestructura urbana y de edificaciones, porque la intensidad es sólo uno más de los múltiples y complejos factores determinantes para causar daño.

Aunque “había la certeza de que el colapso de edificios ocurriría con un movimiento telúrico de magnitud superior a ocho”, la realidad es distinta, pues de acuerdo con los expertos “también inciden la distancia del epicentro, la profundidad, la forma de transmisión de las ondas y el punto geográfico, entre otros elementos”.

El arquitecto y doctor en Urbanismo señaló que nuevamente los daños fueron focalizados en ciertas zonas de la ciudad, en colonias que corresponden al antiguo lecho del lago de Texcoco, caracterizado por un suelo complejo de arcillas saturadas de agua que magnifican los efectos sísmicos, tanto por su naturaleza como por la morfología geológica de la cuenca que generan graves efectos en las estructuras.

“En el temblor de 1985 se desplomaron grandes edificios pero ahora fueron inmuebles de entre cuatro a ocho pisos, algunos viejos que se pudiera deducir que no fueron edificados con las normas actuales, y los nuevos que requerirán de una evaluación particular”.

La respuesta de la sociedad fue ejemplar, pero persiste la desorganización y la improvisación. “Es toda una energía social fantástica, pero mal aprovechada. No podemos seguir así y que cada determinado tiempo descubramos toda una serie de problemáticas para admirarnos de la solidaridad de la gente”.