Por: MUGS / Redacción
Una nueva temporada de súper huracanes (categoría 5 en la escala de Saffir-Simpson) inició en el Océano Pacífico desde el 2014 y continuará posiblemente hasta el 2018, advirtió Víctor Manuel Velasco Herrera, investigador del Instituto de Geofísica (IGf) de la UNAM.
Hoy, las organizaciones nacionales e internacionales que estudian el cambio climático realizan un diagnóstico equivocado de esos fenómenos. Además, deberían dar los lineamientos de políticas climáticas concretas a cada país en lugar de confundir y poner en pánico a la humanidad. El papel de la ciencia es dar soluciones a los problemas y esperanza, sostuvo.
Los súper huracanes, que registran velocidades mayores a los 250 kilómetros por hora, no se desarrollan de forma aleatoria; tienen zonas geográficas bien definidas, así como temporadas altas y bajas.
En maya, huracán significa “el de una sola pierna”, era dios del rayo, viento, tormenta y fuego. No eran conocidos por los europeos hasta que Cristóbal Colón se encontró con ellos en sus viajes hacia el nuevo mundo. En Australia se les llama “Willy-Willy”; “Tifón”, en el Pacífico, y en Filipinas, “Baguio”.
En México ocurren tanto del lado del Atlántico como del Pacífico; sin embargo, se carece de centros de investigación sobre ellos.
“No estamos ante un problema climático, sino de políticas de desarrollo y de planificación inadecuada; somos vulnerables ante fenómenos climáticos. El asunto es que no se pueden evitar, pero las decisiones de Estado pueden incrementar o reducir los desastres que ocasionan. Por ello, debemos contribuir para que el gobierno federal cuente con la información necesaria e impulse planes de contingencia”, precisó el científico aeroespacial de la UNAM.
En la ciudad de Tlapa, Guerrero, se tienen reportes históricos de que en 1537 los vientos huracanados arrancaban los árboles de raíz; este dato da información para saber qué tipo de huracán azotó esa zona, pues los árboles sólo son arrancados por uno de categoría cuatro o cinco. Es decir, Patricia, posiblemente no ha sido el mayor que penetró en la zona del Pacífico mexicano.
No obstante, es indispensable modernizar el actual Sistema de Alerta Temprana (SAT) de huracanes y que sea compatible con la Red NexRAD de Estados Unidos. Un SAT basado en la variabilidad natural de los ciclones tropicales es esencial para diseñar una estrategia efectiva encaminada a la reducción de desastres.
Desde el año 2000 México tiene un sistema de ciclones tropicales que sirve para ofrecer un pronóstico y determinar qué medidas deben tomarse, pero es urgente modernizarlo.
Los SAT son un conjunto de procedimientos e instrumentos a través de los cuales se monitorea un fenómeno natural, se recolectan y procesan datos e información, y se ofrecen pronósticos o predicciones temporales sobre su acción y posibles efectos.
Están formados por los siguientes elementos: estudio y monitoreo del fenómeno, difusión de la alerta, así como concientización y preparación para actuar.
En altos niveles políticos estos sistemas son reconocidos como una herramienta para reducir los desastres. La Organización Meteorológica Mundial (OMM) ha informado que más del 70 por ciento de los países requieren desarrollar y fortalecer capacidades básicas como redes de observación hidrometeorológicas, además de sistemas de pronóstico y de comunicación para asegurar el establecimiento de SAT efectivos. La OMM trabaja de manera sistemática para asistir en esta tarea.
La aplicación y utilización de equipos e instrumentos dependerá de las características y particularidades de los eventos o amenazas, de su ubicación geográfica y de los recursos disponibles. En caso de sistemas automatizados se usan instrumentos como satélites, sensores remotos, redes telemétricas y otros que permiten transmitir información directa desde los equipos de medición hasta los centros de análisis y de toma de decisión.
Entre las amenazas o eventos más comunes a los cuales se aplican SAT para México y América Latina destacan inundaciones, deslizamientos de tierra, huracanes, volcanes, sismos, tsunamis, incendios forestales, fenómeno de El Niño y La Niña, entre otros.
México tiene que aprovechar las temporadas de huracanes y no olvidar que son grandes abastecedores de agua. “La adaptación al cambio climático natural significa reactivar la economía y revitalizar el campo si se utilizan con planeación y se aprovechan correctamente los fenómenos naturales”, puntualizó.
Para ello, propuso impulsar investigaciones de ingeniería para su captación, así como considerar opciones que usaban los grupos mesoamericanos, como acueductos o la agricultura de chinampas, donde varios cultivos crecen sobre zonas con abundante humedad. “Con una planificación del Estado mexicano, el exceso del recurso, que hoy se va a los drenajes, se puede utilizar para enfrentar las severas sequías del norte del país y la crisis alimentaria mundial”, consideró.
También, planteó tomar medidas de protección civil de acuerdo a un mapa de riesgo hidrometeorológico y geográfico, para la reubicación de asentamientos humanos que se localizan en zonas vulnerables, así como establecer un nuevo modelo de construcción basado en el conocimiento de nuestros antepasados, que en ciertas regiones empleaban pilotes para mantener las casas en alto, mientras las familias residían en un primer piso, pues con ello reducían los riesgos ante la llegada de un huracán.
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