Por: Redacción/
Ante la naturaleza de la pandemia de COVID-19 que enfrenta el mundo, “la sociedad debe buscar un equilibrio entre las acciones orientadas a impedir el avance de la enfermedad y aquellas que busquen fortalecer los vínculos comunitarios”, evitando las compras de pánico y otras reacciones más graves, advirtió el doctor Raúl Cabrera Amador, investigador de la Unidad Xochimilco de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).
En concordancia con la evolución del padecimiento, se pone de manifiesto la relevancia de las acciones centradas en la distancia física y la inmunidad de las personas, lo que implica prácticas cuya característica fundamental es aislarse, sin embargo, en términos psicológicos, la reclusión “no es una respuesta favorable”.
En situaciones como las que impone el COVID-19, la gente tiende al pánico y al miedo, que pueden volverse generalizados cuando no hay espacios para compartir, comentar e informarse junto con otros y trabajar no sólo en el autocuidado, sino en el de otros.
El acaparamiento de mercancías es una actitud individualista y egoísta, y en ello hay dos elementos de respuesta: uno tiene que ver con el autocuidado y otro con la atención a las necesidades de los demás; ante la naturaleza de este tipo de contagios, el autocuidado no basta, porque “si el otro enferma, yo tengo mayor riesgo a pesar de que me esté cuidando”.
Las compras masivas de productos impiden que otros tengan lo que requieren y, al cabo del tiempo, “eso irá en contra de uno mismo, por lo que hay que buscar estrategias más comunitarias”, como hacen muchos grupos campesinos que dan la mayor importancia al abasto colectivo.
Las respuestas en términos de estrategias de comunicación para evitar el avance del coronavirus han sido hasta ahora buenas, pero están funcionando a partir de lo que se viene en las próximas semanas y no frente a otro tipo de reacciones: pánico, histeria colectiva y compras desmedidas.
Hace falta pensar mecanismos como “los que estamos viendo en Italia o España que se dan de manera compartida en edificios y barrios para establecer un equilibrio entre el autocuidado y el cuidado de los otros, ante la naturaleza de lo que se nos viene encima”, subrayó el doctor en ciencias sociales, área de psicología social.
También “habría que pensar en cultivar formas comunitarias de reacción y respuesta de la población”, enfatizando la relevancia de contar con información veraz, ya que “los ciudadanos reciben una cantidad enorme que fluye por diferentes medios, incluidas las redes sociales, lo que dificulta discriminar entre la verdadera y la falsa”.
El reconocimiento oficial y la comunicación desde las instituciones resultan fundamentales para aprender a distinguir datos que provienen de muy diversas fuentes y contar con elementos para saber “qué tipo de acciones tenemos que hacer de manera individual”.
Otra ruta consiste en buscar espacios que permitan compartir con los demás para aprender la naturaleza del cambio de comportamiento necesario frente a determinada situación; los psicólogos “nos hemos dado cuenta cómo con la transmisión de información es mucho más fácil aprender los problemas a los que nos enfrentamos”.
Cabrera Amador insistió en la necesidad de anteponer comportamientos colectivos que tengan como soporte información veraz, pero al mismo tiempo esos espacios donde “podamos compartir con el otro, pues cuando hemos vivido de manera conjunta experiencias con otros, éstas se quedan de alguna manera y propician un cambio, pero cuando nos enfrentamos a un mundo de información, la posibilidad de respuesta efectiva no es clara”.
Los casos de España e Italia, que en este momento atraviesan por las fases críticas de la pandemia, muestran a personas que desde los balcones de sus edificios comparten canciones, cantan en conjunto y presentan un escenario en el cual hay una acción de ser comunidad frente al aislamiento que están viviendo.
En otros casos vemos a personas que en sus departamentos colocan carteles en los que se proponen para hacer las compras; “es ahí donde empezamos a ver que el fortalecimiento del vínculo comunitario es un soporte muy claro para enfrentar la situación que vivimos”, señaló el especialista en movimientos sociales, procesos de subjetivación política y estrategias de intervención.
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