Por: Redacción
En México, sólo cinco de los 15 volcanes considerados activos cuentan con mapas de peligro y riesgo, por lo que es urgente trabajar en el desarrollo de estos instrumentos de prevención de desastres, señaló Hugo Delgado Granados, investigador del Instituto de Geofísica (IGf) de la UNAM.
En la charla “Evaluación y Comunicación de Peligros Volcánicos”, como parte del Seminario de Vulcanología, precisó que “fuera de los que están en erupción, todos los demás están dormidos y no sabemos cuál es el que sigue o que se reactivará en el futuro próximo. En ese sentido, todos urgen”.
El miembro de la Sociedad Geológica de América explicó que en este momento está de “moda” elaborar mapas de riesgo, pero en realidad hace falta el paso anterior: evaluar la peligrosidad de los colosos, es decir, la probabilidad de distribución en espacio y tiempo de los productos de los volcanes.
“Si hago el mapa de peligros inmediatamente entiendo cómo se distribuirán los productos (volcánicos) y eso nos da una estimación del riesgo”. Una vez elaborado el primero es necesario traducir esta información para desarrollar un mapa de riesgo, que sea comprensible por los tomadores de decisiones y los pobladores, expuso el investigador.
Actualmente se cuenta con los mapas del Popocatépetl, del de Colima, del Chichón y el Tacaná, y es necesario actualizar el del Pico de Orizaba, pues fue elaborado hace tiempo y su área de influencia es amplia. Se está elaborando el del Ceboruco, en Nayarit, y faltan para colosos como el de San Martín, Veracruz; Cerro Prieto, Baja California; y San Andrés, Michoacán, entre otros.
Hasta hace poco se tenía la idea de que era necesario elaborar este tipo de instrumentos sólo de los volcanes en erupción, pero la experiencia indica que se debe considerar a aquellos que no han tenido actividad eruptiva en los últimos 10 mil años (clasificados como activos), pues podrían hacer erupción en cualquier momento.
Ésta es una labor que requiere de dos a cinco años por cada volcán, dependiendo de su tamaño. Para elaborar los mapas, detalló, es necesario conocer la edad de las erupciones y reconocer la fecha en la que ocurrió determinado evento; de acuerdo a sus características, se precisa financiamiento para fecharlo por diversos métodos científicos, como carbono 14 o argón-argón.
Sobre el uso de estos instrumentos, el también miembro de la Asociación Internacional de Vulcanología y Química del Interior de la Tierra comentó que el mapa de peligro del Popocatépetl es el más utilizado por la gran cantidad de estados que podrían verse afectados a causa de una erupción.
Finalmente, comentó que es necesario considerar que estos instrumentos son útiles también para la planeación territorial, pues con ellos los municipios podrían definir áreas donde es posible o no construir edificios.
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