Por: Redacción/
Investigadores del Centro de Ciencias de la Atmósfera y del Instituto de Geografía de la UNAM calificaron de urgente que la comunidad científica trabaje en el desarrollo de sistemas de alerta temprana específicos para prevenir incendios, porque contribuyen a la contaminación ambiental y al cambio climático, además de afectar la biodiversidad mundial y la salud humana.
Si bien el efecto de las emisiones derivadas por los incendios en el Amazonas tiene que ver con enfermedades respiratorias y cardiovasculares, “que lleguen a México sería poco probable, pues la dirección de los vientos predominantes por el momento no es hacia nuestro país; sin embargo, el impacto ambiental y de salud más severo será en zonas aledañas”, advirtieron.
La situación que se vive es una alerta global, y en particular para México porque somos el segundo país con mayor biodiversidad en el mundo, afirmaron Elizabeth Vega y Óscar Peralta, del Centro de Ciencias de la Atmósfera, e Irma Trejo, del Instituto de Geografía.
La selva amazónica es importante: aporta 20 por ciento del oxígeno del planeta y aloja las tres cuartas partes de la biodiversidad de flora y fauna del planeta, dijeron en conferencia de medios.
Lo más dramático de estos incendios es que pueden acarrear la muerte de personas, disminuir poblaciones de especies, interrumpir procesos ecológicos, menoscabar hábitats para vegetales y animales, e incluso provocar la desaparición de especies endémicas. “Si se reduce la cobertura vegetal, la sensibilidad de los ecosistemas aumenta y se deterioran”.
Elizabeth Vega precisó que así como en algún momento surgió la necesidad de tener una alerta sísmica, se requiere una herramienta que en tiempo real informe dónde hay mayor probabilidad de un incendio forestal para mitigarlo con oportunidad, justo ahora que sabemos que por el cambio climático la temperatura global se ha incrementado y pudiera contribuir a la ocurrencia de incendios forestales de manera natural.
En tanto, Irma Trejo expuso que las consecuencias de estos eventos son diversas y dependerán de su magnitud, intensidad, extensión, frecuencia, además del tipo de ecosistema (pastizales o hierba, árboles o sus copas).
Por otra parte, la emisión de CO2 y de partículas contribuye al efecto invernadero y se retroalimenta con el proceso de cambio climático.
Óscar Peralta expuso que aunque existen miles de kilómetros de distancia entre México y Brasil, “podemos llevar a cabo acciones de manera individual que contribuyan a disminuir la contaminación y evitar incendios forestales, como poner la basura en su lugar o no tirar colillas en los bosques. “s un pequeño comienzo que podría funcionar”.
El universitario remarcó que debido a la combustión de material orgánico en el Amazonas, se genera humo que va acompañado de material particulado de 2.5 micras, que funciona como núcleo de condensación de nubes.
“Eso implica que habrá más nubes, pero menor probabilidad de lluvia. Entonces, probablemente el patrón de lluvias anual de esa selva se vea modificado, lo que es sumamente preocupante”.
A esto se aúna que África central también pasa por una gran cantidad de incendios, y hace unos meses Siberia estuvo bajo fuego. “Los incendios intensos son cada vez más comunes, en más sitios y al mismo tiempo, algo que hace cuatro décadas no ocurría”.
Finalmente, el universitario destacó que si se logra proteger a la selva Amazónica, probablemente su recuperación lleve decenas de años, pero mientras más tiempo pase, mayor será el plazo.
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