Por: Redacción/
Se necesitan decisiones políticas colectivas para enfrentar el cambio climático a nivel global, sostuvo en la UNAM Mario Molina, Premio Nobel de Química 1995. “Es el problema más serio que enfrenta la sociedad”, afirmó.
“Hoy, hay un consenso entre los científicos de todo el mundo que forman parte del Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC), de que las actividades humanas han aumentado el problema como nunca antes. Hubo un incremento de casi un grado Celsius en la temperatura promedio del planeta durante el siglo XX, una disminución en la masa del Ártico de 11 por ciento en las últimas dos décadas y una elevación en el nivel del mar de más de cinco centímetros en los últimos 20 años, la cual contrasta con el incremento de 1.7 milímetros registrado entre 1870 y 1990”, detalló.
Durante una conferencia ante alumnos de la Facultad de Química (FQ), que conforman la generación 2018, Molina dijo que el cambio climático ocurre principalmente en la atmósfera, “que es como la cáscara de una manzana”, ejemplificó. “Pero tiene la propiedad de que los compuestos que permanecen meses y hasta años en ella se mezclan, y esto tiene consecuencias en todo el planeta, no importa en donde se emitan los contaminantes”.
En el auditorio Alfonso Caso, que lució colmado de estudiantes, el egresado más ilustre de la FQ, profesor extraordinario de esa entidad e integrante de El Colegio Nacional, sostuvo que aún estamos a tiempo de enfrentar el cambio climático, cuyas expresiones son evidentes en diversas partes del orbe, con sequías crecientes, olas de calor, derretimiento de zonas árticas en verano, huracanes más intensos y mayores precipitaciones e inundaciones.
“Debemos utilizar energías renovables, como la solar y la eólica, que cada vez son más eficientes y competitivas; también hay que modificar el tipo de autos para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y cambiar el uso de carbón por gas natural”, recomendó.
Dos ruletas y el Protocolo de Montreal
Molina ejemplificó la realidad ambiental del mundo con dos ruletas que se modifican drásticamente cuando hay políticas públicas adecuadas y colectivas y cuando se carece de ellas.
“En una ruleta tenemos el escenario sin políticas, donde la temperatura podría aumentar hasta cinco o seis grados, lo que sería catastrófico, con zonas inhabitables en la Tierra y aumento de las migraciones. En otra ruleta, con políticas adecuadas, nos dirigimos a un máximo de tres o cuatro grados; un cambio irreversible, pero que aún podemos enfrentar”, explicó.
Pero esto puede modificarse como lo demuestra el Protocolo de Montreal, que en 1987 logró con acciones colectivas de los gobiernos reducir los daños a la capa de ozono, recordó Molina, quien obtuvo el Nobel de Química en 1995 por sus investigaciones sobre los gases clorofluorocarbonos (CFC) que dañaron esa capa del planeta, que se está restaurando tras prohibir esos contaminantes.
Luego de explicar que existe un efecto invernadero natural en el planeta, el Nobel insistió en que la participación humana ha incrementado este fenómeno desde la Revolución Industrial y hasta nuestros días, especialmente desde la segunda mitad del siglo XX.
Molina señaló que, pese a los esfuerzos mundiales, persisten tres mitos respecto a este tema: que el cambio climático es natural, sin conexión humana; que los cambios de clima empezarán a ocurrir a fines de este siglo, y quizá sean benéficos; y que no es prudente enfrentar el cambio climático, pues el costo es prohibitivo.
Al respecto, comentó que “me parece irresponsable la salida de la economía más grande del mundo del Acuerdo de París, un logro histórico”, señaló.
“La ciencia ha demostrado la influencia del ser humano en el proceso, los cambios ya se están viendo a inicios del siglo XXI y el costo será mucho mayor, a nivel económico, ecológico y ético, si no se enfrentan”, sostuvo.
Aprender a aprender
A los jóvenes de reciente ingreso, Mario Molina les dijo que “necesitan aprender a aprender, ser flexibles y perseverantes”.
Les recomendó trabajar en grupo, de manera interactiva, elegir temas que resuelvan problemas reales en equipos donde se discuta y no sólo se escuche pasivamente al profesor. “Así funciona la ciencia”, finalizó.
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