Por: Redacción
La contaminación ambiental no es un problema de la Ciudad ni del Estado de México, es un asunto regional y de manejo de cuenca. Por ello, para enfrentarlo se requiere de la participación de todos los niveles de gobierno (delegaciones y municipios, gobiernos estatales pertenecientes a la Comisión Ambiental de la Megalópolis [CAMe] y el federal), resolver huecos legislativos y coordinar acciones, señalaron especialistas de la UNAM.
Hasta hoy, en el Valle de México la gestión de la calidad del aire no se está realizando en esos términos y eso debe corregirse. La fase 1 de contingencias se seguirá activando mientras las condiciones actuales de emisiones y su control no estén bien normadas, añadieron los expertos del Centro de Ciencias de la Atmósfera (CCA).
Las soluciones de corto plazo, las más baratas, remedian sólo una parte del problema. En caso de contener las contingencias en un año, sólo habrá que esperar a que crezca un poco más la planta vehicular o se expanda la urbe para que se vuelva a presentar. Son necesarias medidas de fondo, de mediano y largo plazos.
El clima y la meteorología no se pueden cambiar. La temporada de calor y el sistema de alta presión que han agravado el problema de contaminación ya se preveían, ocurren cada año, por eso se debe incidir en los factores que sí se pueden modificar, como las emisiones de contaminantes.
En la conferencia de medios “La onda de calor y sus efectos para la contaminación”, anunciaron que en unos días las lluvias monzónicas estarán sobre la ciudad y las condiciones ambientales mejorarán.
La directora del CCA, Telma Castro Romero, explicó que en días recientes se registró una alta presión, muy estacionaria, en la zona central del país, que no permite la dispersión de los contaminantes. A eso se sumó un tiempo seco y muy caluroso, con vientos muy ligeros.
El ozono es un contaminante presente en la atmósfera, que se produce a partir de la reacción química de contaminantes primarios; alcanza sus máximos a las 2 o 3 de la tarde en la zona metropolitana, y aumenta en las condiciones meteorológicas registradas en los últimos días.
Paulina Ordóñez Pérez, investigadora del CCA, refirió que recientemente se han presentado temperaturas anormalmente cálidas. “Estamos viviendo una circulación anticiclónica en las capas medias de la atmósfera, que provoca temperatura cálida y un aire seco y estable”.
El 14 de mayo apareció un sistema de altas presiones sobre el centro de México y las temperaturas máximas comenzaron a elevarse; así continuó la situación hasta ayer, indicó la experta en climatología. Se trata de una ola de calor en la que, según 80 por ciento de los observatorios analizados durante más de tres días, la temperatura ha sido mayor a la temperatura umbral de 30 grados.
Empero, aclaró, las temperaturas máximas registradas en la Ciudad de México se ubican siempre en abril y mayo, aunque el promedio de las máximas es de alrededor de 26 grados. Esta situación ha ocurrido en otras ocasiones; en el siglo pasado se registraron 88 olas de calor con duración de tres a seis días, e incluso, de 15, como en 1998.
Gerardo Ruiz Suárez, también del CCA, recordó que el ozono se forma todos los días a partir de compuestos orgánicos volátiles, óxidos de nitrógeno y radiación solar. Durante la noche, la mayor parte se destruye.
En invierno disminuye la radiación ultravioleta y baja la producción del contaminante, pero conforme nos acercamos al verano, aumenta, y eso impacta la formación del ozono. En época de lluvias la atmósfera se limpia.
En condiciones favorables, prosiguió, los contaminantes duran alrededor de ocho horas en la cuenca del Valle de México, pero bajo el escenario contrario duran mucho más. Además, el problema es regional, con transporte de contaminantes entre cuencas vecinas y quemas agrícolas. “En este periodo de alta presión llegaron nubes de humo provenientes de incendios forestales en Michoacán y Guerrero, que cubrían todo el centro del país”.
En la actualidad, dijo Ruiz Suárez en la Sala de Videoconferencias del CCA, las contingencias tienen el objetivo de evitar que las condiciones empeoren para el día siguiente y los daños a la salud.
Para enfatizar el carácter regional del problema, en unos días se presentará un documento de acciones estratégicas para toda la región de la CAMe, en el que se propone abordar temas como la expansión urbana o el cambio de uso de gas LP por natural o energía solar.
El científico también alertó de un aumento de 52 por ciento de las motocicletas en la metrópoli entre 2012 y 2014: de 172 mil a 262 mil, “cuando sus factores de emisión no son mucho menores a los de los autos. Una moto con cuatro años de antigüedad emite tantos compuestos orgánicos volátiles por kilómetro como un auto con calcomanía 1”.
Manuel Suárez Lastra, director del Instituto de Geografía, refirió que la causa de la contaminación es la forma en la que está estructurada la ciudad y su crecimiento desordenado. Hay muchas fuentes de emisiones, pero una de las primordiales y que se puede atacar de manera eficaz es el transporte.
Dentro de la urbe se hacen viajes más largos para realizar las actividades cotidianas y eso implica mayor emisión de contaminantes por persona. En ese sentido, podemos hacer algo para componer la forma en que nos movemos, finalizó.
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