Por: Redacción/
El simulacro del 19 de septiembre de 2017 mostró escasa preparación, seriedad y responsabilidad de la población en la aplicación de las recomendaciones sugeridas por el protocolo de protección civil que exige asumir los simulacros con todo rigor y respeto para aminorar las pérdidas humanas; sin embargo, el sismo del mismo día detonó una ejemplar solidaridad, empatía de la ciudadanía, trabajo colaborativo, unión, disciplina y un deseo por ayudar más allá de las posibilidades.
Los maestros Gabriela García Armenta y Miguel Ángel Pérez Sandoval, el ingeniero Roberto Carlos Vázquez Solís y la alumna Verónica Tania Dorantes Roldán, responsables de las brigadas de apoyo y del centro de acopio habilitado en la Unidad Azcapotzalco de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) para atender la emergencia, ponderaron la necesidad de que la comunidad tome los cursos de capacitación implementados con el fin de actuar con mayor eficacia ante futuros siniestros.
“La UAM ofrece capacitación y se esfuerza por prepararnos con el fin de afrontar todo tipo de siniestros durante el año, pero aunque proveen de conocimientos de gran utilidad para ser usados en diversos escenarios, poca gente se interesa”, dijo la maestra García Armenta.
La profesora del Departamento de Procesos y Técnicas de Realización señaló que durante el simulacro y el sismo los alumnos fueron indisciplinados y no respetaron el protocolo a seguir, ya que corrieron, algunos se tomaron selfies, reusaron evacuar los salones cuando se les indicó o regresaron a las aulas por sus pertenencias sin autorización, lo que “esto reveló es que no estamos preparados, por lo que el esfuerzo educativo en ese sentido debe redoblarse”.
En el Panel Lecciones aprendidas tras el sismo, del 7° Seminario en Calidad y Protección Civil 2018, organizado en la referida sede académica para reflexionar, analizar, adquirir aprendizajes, habilidades y competencias, manifestó que “algo que nos debe enseñar un suceso tan serio y grave como éste es que debemos estar preparados, saber cómo actuar, qué tener y qué hacer, porque eso nos ayudará a sobrevivir”.
El maestro Pérez Sandoval, responsable de la brigada de Arquitectura encargada de realizar las evaluaciones estructurales de los inmuebles en las delegaciones Azcapotzalco y Gustavo A. Madero, manifestó que “debemos reconocer que no estábamos preparados para el temblor” y que se requiere “una comunicación más efectiva y ser proactivos”.
También, agregó el docente del Departamento de Investigación y Conocimiento para el Diseño de la citada unidad, el siniestro nos mostró que “se rompió con los paradigmas generacionales, ya que los jóvenes fueron el detonante para ponernos a trabajar”.
El coordinador de la Licenciatura en Arquitectura resaltó que se integraron cuadrillas con alumnos, egresados, profesores y trabajadores de la UAM a las que se incorporaron elementos de los institutos Politécnico Nacional y Tecnológico de Coacalco, así como de la Universidad Nacional Autónoma de México para trabajar en la zona norte de la ciudad.
Los cerca de 400 voluntarios atendieron más de 70 por ciento de las 800 solicitudes, muchas en unidades habitacionales con una población de cuatro mil habitantes, lo cual se constituyó en una experiencia de aprendizaje para todos, con un trabajo desplegado en orden y con base en las reglas de seguridad para las inspecciones en situaciones de desastres.
El maestro en Arquitectura con especialidad en restauración de monumentos dijo que lo más importante de su labor fue que “como representantes de una institución pública atendimos con calidez humana, ofreciendo a la gente confianza y tranquilidad”.
Entre las acciones emprendidas destaca la capacitación para 30 profesores y egresados con el fin de que las áreas de Arquitectura e Ingeniería colaboren conjuntamente con planes y programas integrados de trabajo para futuras contingencias.
Dorantes Roldán reiteró que se carece de una especializada preparación para actuar en las emergencias naturales y destacó que la organización de las brigadas de apoyo y del centro de acopio fueron responsabilidad de los alumnos, dando como resultado un trabajo colaborativo sin problemas.
“Estuvimos para ayudar, no hubo momentos para ser estrellas o colgarse medallas, quedar bien con alguien o ser aplaudidos”, sostuvo la alumna del sexto trimestre de la Licenciatura en Derecho.
Laboraron más de dos mil 500 compañeros, mil 500 en brigadas y mil en el acopio, enviándose más de 56 toneladas de ayuda, por lo que “el siguiente paso será integrar una asociación civil de estudiantes para apoyar la reconstrucción de las poblaciones que han carecido de una adecuada atención”.
El ingeniero Vázquez Solís, jefe de la oficina de Protección Civil en la Unidad Azcapotzalco, lamentó que la mayoría de la comunidad no actuó correctamente durante el simulacro y el sismo, y mencionó que la universidad apoyó el trabajo de ayuda y recomendó inscribirse en los diversos cursos para preparar a la población en casos de contingencias.
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