Por: Redacción/
Natalio Hernández, es un gran poeta, un gran sabio náhuatl que ha contribuido a enriquecer el ser de México y espero que viva muchos años para trabajar, dijo el historiador y filósofo Miguel León-Portilla.
El estudioso del pensamiento y la literatura náhuatl reconoció a Natalio Hernández y lo consideró como un hombre necesario para el país por ser un docente comprometido, creador de instituciones y promotor y difusor de las lenguas originarias, además de escritor y poeta.
Desde muy joven se interesó por la docencia –refirió León- Portilla. Fue, ha sido maestro normalista y director de educación bilingüe, con una entrega total. No ha ido a buscar, ahí, dinero, honores, ha ido a servir a su tierra.
En el marco del Ciclo Protagonistas de la Literatura Mexicana, del Programa Las Primeras Raíces, Escritura en Lenguas Originarias, se le rindió un homenaje al ensayista, poeta y escritor náhuatl veracruzano Natalio Hernández, este domingo 5 de agosto en Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes.
Miguel León-Portilla aseguró que “México es un país muy rico, tanto por su naturaleza como por su cultura y su gente. Somos un país muy rico. A mí me gusta mucho citar a López Velarde cuando dice: ‘suave patria, tu territorio mutilado, todavía es tan grande que cuando el tren va por la vía parece aguinaldo de juguetería’.
“Es verdad, piensen que nuestro país tiene 11 mil kilómetros de costas. ¿A ver, cuántos otros países tienen 11 mil kilómetros de costas. Tiene volcanes, tenemos desiertos, zonas de selva, cultivos de todo tipo. Somos un país que tiene su destino y debe ser muy bueno. Hemos padecido mucho, hemos padecido tanto crimen, tanta cosas tan tristes, pero tenemos un tonalli. Yo creo en México”.
El investigador emérito de la Universidad Nacional Autónoma de México y miembro de El Colegio Nacional comentó que los pueblos originarios son la presencia de nuestro tesoro.
“Cada lengua es como una talaya de ver el mundo. Cada lengua nos muestra facetas de la realidad. Cada lengua se alimenta mentalmente de la realidad y nosotros tenemos 68 lenguas y muchísimas variantes de ellas. Es un tesoro increíble. Es una sinfonía preciosa. Ojalá que no la perdamos.
“Natalio Hernández cree en esa riqueza y en lo que tenemos dentro de nosotros. Él difunde todo esto como maestro, escritor y fundador de instituciones” como la Sociedad de Profesionistas en Lenguas Originarias y una fundación donde se enseña a los niños la lengua náhuatl.
“Hoy estamos aquí, en el Palacio de las Bellas Artes, donde hace dos décadas reunió, por vez primera, que yo diría en la historia del mundo, un congreso mundial de la poesía, para decirle que lo admiramos, que lo queremos vivo muchos años”.
Recordó que cuando Natalio era un niño no hablaba español, sólo nahua. “Ahora es un poeta reconocido en lengua española y náhuatl”. Natalio Hernández, emocionado, agradeció a su familia, a los amigos y a las instituciones culturales el homenaje.
Rememoró que sus primeros maestros de la palabra fueron sus padres, quienes le enseñaron “a respetar a la madre tierra y a conocer nuestras raíces antiguas. Sobre todo a disfrutar y admirar la flor y el canto, la palabra florida”.
Añadió que “con el transcurrir de los años fue encontrado muchos amigos y muchos maestros, ancianos de la tradición antigua, académicos no indígenas, personas sabias y poetas de diferentes pueblos de México y diferentes partes del mundo”.
Entre los maestros que le ayudaron a comprender el camino de la palabra resaltó a Miguel León-Portilla y Carlos Montemayor. Natalio Hernández reflexionó sobre su pensamiento para ser mejores, mismo que denominó: la flor de los cuatro pétalos.
Sus principios se refieren, primero, a lo bello, a lo maravilloso, a lo delicado, a lo creativo, al arte. El otro tiene que ver con la amistad, la hermandad, el sentimiento colectivo, la ayuda mutua, la empatía, la comunidad.
El tercer pétalo alude a la fortaleza de corazón y de espíritu con desarrollo individual y colectivo de un pueblo o de una nación. El último, habla de la humildad y la abstinencia, la modestia que hace que el individuo o la persona no se sienta altanera, vanidosa o prepotente.
Esther Hernández Palacios, vía conexión de internet, indicó que el libro Tamoanchan/La tierra originaria es sui géneris. Ya que al mismo tiempo es una obra individual y un trabajo colectivo. Una crónica y un poemario. Contiene la voz de un poeta, pero también es la reunión de muchas otras voces que él convoca.
Además el “yo” que emite el discurso poético “es, en muchos momentos, un ‘yo’ colectivo, el de los pueblos originarios de México que se preguntan de dónde venimos; quiénes somos; cómo nombramos nuestro lugar de origen; hacia dónde vamos”.
Fiel a sus costumbres ancestrales, planteó que “Natalio Hernández convoca a los demás para lograr una polifonía que dará más fuerza a su discurso. Tal vez teme que el canto de su pueblo se pierda entre la polución y excesivo ruido de la postmodernidad”.
Por ello “este libro es múltiple, polifónico, comunitario; escrito por el autor en una prosa que mezcla la historia de la tradición literaria y religiosa de los antiguos pueblos mexicanos con la autobiografía del poeta. Hernández nos comunica cómo fue que gracias a la poesía pudo conservar su identidad”.
Víctor Manuel Toledo, impulsor de estudios interdisciplinarios de la diversidad biológica y la diversidad cultural, creador de la etnoecología y defensor de la naturaleza y las culturas, manifestó que la poesía de Natalio “es de resistencia en este mundo donde la modernidad, representada por la globalización, explota como nunca, en la historia de la humanidad, el trabajo humano y el de la naturaleza”.
Al considerar que se vive la era de la rebelión ciudadana en todo el mundo y en todos los sectores de la sociedad civil, consideró que es a través de la palabra como se logra la primera resistencia. “Porque hoy los poetas, de alguna u otra forma, están cumpliendo ese papel”.
Su poesía, también, desafía, “porque es un cantor que desde la tradición viene a desafiar a la modernidad, llevando como a su aliada a la madre tierra” para poner en duda esta modernidad mercantil, colonialista, capitalista y patriarcal que sigue dominado a nuestro país”.
La labor del ensayista y poeta veracruzano Natalio Hernández constituye un parteaguas en la creación y promoción de la literatura en lenguas originarias de México. Es originario de Ixhuatlán de Madero, Veracruz, donde nació en 1947, en una familia cuya lengua era el náhuatl.
El autor de poemarios como Collar de flores (1985) y Veinte flores: una sola flor (1987) reconoce que todo el mundo natural, mítico, místico y luminoso lo aprendió en su lengua materna a través de sus padres.
Ha recibido diversos reconocimientos, y su obra ha sido traducida a diversos idiomas; asimismo ha recorrido diversos países para dar sus recitales de poesía.
En 2008, por encargo de la Comisión del Bicentenario del Senado de la República, tradujo la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos a la lengua náhuatl. En 1997 ganó el Premio Nezahualcóyotl de Literatura en Lenguas Indígenas, el más importante en su tipo.
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