Por: Tris
En los últimos días se han presentado dos casos en que grupos porriles afectan la vida cotidiana de instalaciones universitarias. Primero fue el CCH Vallejo, donde un grupo de presuntos integrantes del grupo 3 de marzo se apoderaron de las instalaciones durante dos días y medio.
Ayer, otro grupo de pseudo estudiantes, integrantes de oro grupo porril, lanzaron petardos contra varios accesos del CCH Naucalpan, lo que provocó el cierre de la escuela de bachllerato.
Los “incidentes” ocurren en momentos álgidos, dentro y fuera de la UNAM. En condiciones en que a muchos grupos les interesa que alguno de los 15 candidatos ocupen la rectoría, y ninguno escapa a vínculos con políticos de distintos partidos.
En un caso hay interés de la Presidencia de la República porque llegue, en otros grupos de la derecha universitaria y en otros, grupos de poder vinculados con investigadores que también buscan su tajada en la máxima casa de estudios.
Asimismo, los ataques en los CCH’s están inmersos en un contexto en el cual los grupos que apoyan a los padres de los 43 normalistas desaparecidos tratan de organizarse para llevar a cabo una gran movilización al cumplirse el primer año de lo sucedido en Iguala.
No se puede descartar que existan grupos de poder interesados en desestabilizar la sucesión en la UNAM, que José Narro Robles quedé sin control en la sucesión o por lo menos que su sucesor ceda posiciones.
Tampoco se debe dejar de lado que ello también impacta en las movilizaciones de protesta.
A quién le conviene desestabilizar a la UNAM
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