Por: Redacción/
UNICEF y otras agencias humanitarias de la ONU solicitaron este martes acceso urgente al estado de Rakhine en Myanmar para poder evaluar las verdaderas condiciones del pueblo rohingya en ese país.
Más de medio millón de rohingyas han huido hacia Bangladesh desde agosto del año pasado, después de que, entre otros hechos, sus hogares fueran destruidos en operaciones de seguridad militar que se desencadenaron tras un ataque a varios puestos de policía por presuntos extremistas musulmanes.
Sin embargo, muchos rohingyas permanecen en el país, en condiciones deplorables, explicó este martes en Ginebra la portavoz del Fondo de la ONU para la Infancia, Marixie Mercado, quien regresó recientemente de una visita de campo al país.
“UNICEF y sus socios aún no saben cuál es la verdadera situación de los niños que se quedaron en el norte de Rakhine, porque no tenemos acceso”, dijo.
Mercado resaltó que desde antes del 25 de agosto de 2017, fecha en que se desató la violencia, su agencia estaba tratando a 4.800 niños con malnutrición aguda y ahora los pequeños están sin ayuda y 12 centros de nutrición terapéutica para pacientes ambulatorios administrados por sus socios fueron saqueados o destruidos.
“Mientras los ojos del mundo se preocupan por la situación en Cox Bazar en Bangladesh y Rakhine del norte, más de 60.000 niños rohingyas permanecen casi que olvidados, atrapados en 23 campamentos en Rakhine central, como consecuencia de la ola de violencia previa en 2012”, dijo la portavoz.
Agregó que las restricciones preexistentes de movimiento dentro y fuera de los campamentos de desplazados se han intensificado, lo que ha hecho más difícil para los trabajadores humanitarios entregar ayuda a los niños, que viven en condiciones extremas.
“Lo primero que notas al llegar a los campamentos es un hedor que revuelve el estómago. Los refugios se encuentran sobre basura y excremento y los niños caminan descalzos. Cuatro pequeños de entre 3 a 10 años murieron en los primeros días de diciembre”, expresó Mercado.
Los rohingyas, que suman alrededor de un millón en Myanmar, son una de las muchas minorías étnicas en el país. Los musulmanes rohingyas representan el mayor porcentaje de personas que practican esa religión y la mayoría vive en el estado de Rakhine.
El gobierno de Myanmar, un país predominantemente budista, niega la ciudadanía a los rohingyas e incluso los excluyó del censo de 2014, negándose a reconocerlos como pueblo.
El Programa Mundial de Alimentos y la Organización Mundial de la Salud se unieron al llamado de UNICEF este martes en Ginebra, y solicitaron a las autoridades del país asiático un mayor acceso para sus trabajadores humanitarios en la región.
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