Por: Redacción/
Las medidas para prevenir el contagio del COVID 19: no saludar de beso ni de mano y lavarse las manos con frecuencia son acciones de contención ante las que no se debe bajar la guardia, con independencia del bajo índice de infecciones en México, recalcaron investigadores del Departamento de Atención a la Salud de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).
En el Foro: El coronavirus, lo que debemos saber y hacer –que tuvo lugar en la Unidad Xochimilco de la Casa abierta al tiempo– los especialistas advirtieron que el mayor obstáculo para evitar la propagación es la desinformación y coincidieron en que los cinco casos confirmados y registrados en el país hasta ahora son importados, ya que se contagiaron en el extranjero y, “mientras no haya uno local, de persona a persona, no debemos preocuparnos de más”.
El sistema nacional de salud sí está preparado para hacer frente a la llegada de la enfermedad y su contención, a partir de la experiencia adquirida en 2009 por el brote de influenza H1N1, no obstante, la prevención sugerida por la Organización Mundial de la Salud (OMS) debe mantenerse, en particular, por las autoridades sanitarias mexicanas.
El doctor Jaime Bustos Martínez señaló que donde mejor se desarrolla el virus en el organismo humano son el intestino y el pulmón, los principales órganos que resultarán afectados, pues se replica y “desafortunadamente, en este proceso dañará nuestras células”.
Por tratarse de un virus zoonótico infecta una gran cantidad de mamíferos, incluidos el cerdo, el camello, el murciélago y el humano, además de aves, entre ellas el pollo; las infecciones que produce son respiratorias o entéricas o las dos, y tiene muchos reservorios, que por lo general son especies desde las cuales brincan a las personas.
Para una amplia variedad de cepas de virus hay un ancestro común, el murciélago, que ha infectado a la civeta y el camello, en los casos de SARS-CoV y MERS-CoV, en ese orden, los cuales han dado lugar a importantes pandemias en el mundo.
El origen del COVID 19 o del SARS Co-V2 está en el murciélago, pero todavía se desconoce cuál fue el animal intermedio por el cual pasó al humano, descartándose la serpiente y el pangolín, y se está buscando cuál es ese organismo.
Gracias a la tecnología moderna, ya se conoce el genoma del nuevo coronavirus y se encontró que es muy parecido al SARS y aunque son “casi hermanos”, por lo que también se llama SARS Co-V2 (Beta).
Hay investigaciones que registran virus desde antes de Cristo y en 1931 fueron encontrados coronavirus en pollos, pero fue hasta 1965 cuando se reportaron en Estados Unidos los primeros casos en personas con resfriados.
Este tipo de virus saltó de nuevo “a la fama en 2003, en Guangdong, China, con el SARS CoV (Beta); en 2004 en Holanda; en 2005 en Hong Kong; en 2012 el MERS- CoV (Beta) en Jordania, y ahora el SARS CoV-2 (Beta) o COVID 19 en Wuhan, China. Debido a que en esta última nación existe la costumbre de convivir con animales exóticos, estos microorganismos pasan a los humanos.
El doctor en epidemiología Pablo Francisco Oliva Sánchez dijo que si bien en medicina clínica el control de males tiene lugar a nivel hospitalario o en los centros de salud, la vigilancia epidemiológica es fundamental en el plano comunitario, ante la aparición de estos patógenos nuevos.
Hasta el momento se ha descrito que el COVID 19 causa enfermedad respiratoria que puede llegar a ser grave en alrededor de 20 por ciento de los casos, con una letalidad de 3.4 por ciento, lo que es un porcentaje muy bajo en comparación con otros padecimientos virales que “también se han considerado pandemias”.
En China de los 93 mil 90 casos se han registrado dos mil 984 defunciones, una tasa de letalidad de 3.44 por ciento. En México hay 112 negativos, 26 sospechosos y cinco confirmados –dos en la Ciudad de México, uno en Sinaloa, uno en Coahuila y uno en Chiapas– todos importados en su mayoría de Europa, lo que es importante porque ninguno ha sido causa de muerte.
El país está preparado para hacer frente a la enfermedad, porque ya cuenta con laboratorios estatales de salud pública y el Instituto de Diagnóstico y Referencia Epidemiológicos, “que sabe cómo responder ante estos sucesos”, así como la coordinación estatal con redes federales y niveles jurisdiccionales.
Además ha tenido la experiencia de 2009 ante el brote de influenza H1N1 y desde el 9 de enero desplegó un plan de respuesta que incluye aviso preventivo de viaje, monitoreo de medios de comunicación, identificación de casos sospechosos en pasajeros internacionales provenientes de China y establecimiento de protocolos diagnósticos siguiendo los lineamientos de la OMS, entre otras acciones.
La doctora en Epidemiología Frida Rivera Buendía dijo que a diferencia del 3.4 por ciento de letalidad del COVID 19 –aunque todavía está en estudio la fijación de este índice– otros coronavirus, como el MERS, tuvieron una tasa de letalidad de 37 por ciento y el SARS de 9.5 por ciento, por lo que siguen siendo vigilados.
El periodo de incubación viral es de dos a 14 días en casos sospechosos; quienes están en mayor riesgo son los adultos mayores, pacientes con males crónicas de base: hipertensión arterial, diabetes y padecimientos pulmonares.
Los síntomas van desde un malestar leve como un catarro común hasta neumonía, aunque en China se han detectado enfermos asintomáticos que transmiten el virus, pero no presentan indicios.
Sobre las formas de contagio dijo que una vez que se ha adquirido el virus éste se da de persona a persona gracias a gotas respiratorias que se emiten al toser o estornudar, por lo que la recomendación es que el contacto debe ser de al menos dos metros para evitar que esas gotas lleguen a otro receptor.
Entre las medidas está evitar el contacto con infectados y “con antecedentes de exposición, que lo convierta en caso sospechoso”. En contagiados evitar tocarse ojos, manos y nariz; quedarse en casa; cubrir la boca con un pañuelo al estornudar; lavarse manos con agua y jabón, o con gel con una concentración mínima de 60 por ciento de alcohol, así como estar atento a los síntomas e informar al médico.
El cubrebocas sólo se recomienda para pacientes que están infectados; “traerlo no es una disposición útil y sólo desata el pánico”. La prevención “que aprendimos desde 2009 se ha perdido, por lo que debería considerarse de octubre a abril ante la influenza estacional y reforzarse por el momento que estamos pasando”.
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