Por: Redacción/
Más de la mitad de las escuelas que se encuentran en el epicentro del conflicto de Nigeria con Boko Haram siguen cerradas, alertó hoy el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF).
Cuando la insurgencia en el país ya ha entrado en su noveno año, la escasez de escuelas podría fortalecer a Boko Haram o movimientos similares. La falta de educación en el nordeste de Nigeria dejó a los jóvenes con pocas perspectivas de futuro, empujándolos a unirse a la rebelión islamista, apuntó UNICEF.
La crisis causada por Boko Haram en Nigeria significa que más del 57 por ciento de las escuelas en Borno, el estado más golpeado, estén cerradas en el arranque del nuevo curso escolar. Desde 2009, casi 2.300 maestros han sido matados y unos 19.000 han sido desplazados. Casi 1.400 escuelas han sido destruidas o no pueden abrir por encontrarse en zonas demasiado peligrosas.
En Maiduguri, la capital del estado de Borno, el director adjunto de UNICEF Justin Forsyth visitó a familias y niños afectados por el conflicto, que le contaron las difíciles condiciones en las que viven y el temor que sienten de vivir bajo la amenaza de Boko Haram.
“Aquí en el estado de Borno, la mitad de las escuelas han sido destruidas en el conflicto, miles de maestros han sido asesinados, así que tenemos que ayudar a los niños a volver a la educación, a volver a la escuela, y eso es tan importante como el trabajo vital que estamos haciendo en temas de salud y malnutrición”, dijo Forsyth.
En los tres estados más afectados en el nordeste de Nigeria, UNICEF y otras organizaciones aliadas han matriculado a casi 750.000 niños en la escuela este año, creando más de 350 espacios de aprendizaje temporales y distribuyendo casi 94.000 equipos de material educativo. Aun así, UNICEF advirtió que sólo ha recibido tres quintas partes de la financiación total que necesita para 2017.
Hasta la fecha, la crisis ha desplazado a casi un millón de niños y unos 450.000 menores de cinco años podrían sufrir grave desnutrición este año. El uso de los niños como bombas humanas (casi 100 en lo que llevamos de año) ha sembrado un clima de desconfianza en las comunidades del nordeste, y un brote de cólera ha afectado a más de 3.900 personas, entre ellas más de 2.450 niños.
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