Por: Redacción/
En México, 20 por ciento de los niños en edad escolar (dos a 12 años) están en riesgo de padecer problemas severos de conducta, que dificultan su inserción a la vida escolar, familiar y social en general; además, los pueden llevar a un desempeño o rendimiento escolar bajo, afirmó Silvia Morales Chainé, académica de la Facultad de Psicología de la UNAM.
Berrinches, discusiones con los adultos, oposición, desobediencia, irritabilidad, enojo, agresión, resentimiento hacia las figuras de autoridad, inatención e hiperactividad son las actitudes más comunes, que regularmente aparecen alrededor de los ocho años de edad, pero actualmente se presentan desde los años preescolares.
Estos comportamientos son prevenibles si los padres optan por una crianza positiva. La disciplina de los padres en casa es primordial; un estilo irritable, explosivo, asociado con emociones negativas, puede empeorar el comportamiento inadecuado de los pequeños, afirmó la universitaria
A este proceder se le ha llamado “trastorno oposicionista desafiante”, fácil de identificar desde los dos años, cuando los infantes comienzan a insertarse en ambientes sociales como la escuela. Las estadísticas oficiales no reportan cuántos lo padecen, pero “sabemos que más de la mitad tiene riesgo de recibir un castigo físico, y ese factor, entre las estrategias disciplinarias, es el que más se asocia con problemas de conducta, como dicho trastorno, que afecta a niños y niñas por igual”.
La conducta oposicionista desafiante podría presentarse junto con la hiperactividad o problemas de atención.
Morales Chainé subrayó que la falta de límites o condiciones disciplinarias en la familia promueve los problemas de conducta que caracterizan a este padecimiento, pues los niños son altamente reactivos a las condiciones sociales y ambientales, y con desobediencia, berrinches, agresión y desafíos ganan beneficios, lo que retroalimenta esos comportamientos.
Según un estudio realizado por la especialista y sus colaboradores (publicado en Health and Addictions, 2017), donde participaron 466 padres de familia con hijos entre los dos y 12 años de edad, seleccionados a partir de un muestreo por cuota de escuelas públicas de educación básica en la Ciudad de México, los problemas severos de conducta se asociaron con niveles elevados de castigo.
“Los padres de niños con problemas severos de comportamiento también reportaron regaños, repetirles lo que tienen que hacer, hablarles fuerte, gritarles, llamarles la atención u obligarlos a hacer lo solicitado”.
Uno de los indicadores asociados con los problemas severos de conducta fue el castigo corporal: golpearlos con la mano si hacen algo mal, ignorarlos o darles cachetadas cuando no se portan bien, quitarles premios o dinero, mandarlos a su cuarto, pegarles con el cinturón o gritarles.
Los mismos padres de niños con conducta oposicionista reportaron los niveles de disciplina inconsistente más altos, caracterizada por el incumplimiento de amenazas de castigo, o que los pequeños los convenzan y se libren de ser castigados cuando hacen algo mal. También la falta de supervisión y monitoreo estuvo asociada.
En el diagnóstico del trastorno, explicó Morales Chainé, se emplean cuestionarios y entrevistas, y “en nuestro caso, la observación directa”. En tanto, el tratamiento consiste en un programa de intervención conductual, emocional y cognoscitivo, y entre más temprano se realice, será más efectivo.
“Padres y cuidadores deben participar en estrategias disciplinarias para mejorar las conductas negativas. Cuando niños y adolescentes son sometidos a programas exitosos, comienzan a cambiar y muestran actitudes prosociales”.
Así lo demostró otro estudio de la especialista y sus colaboradores (Behavioral Psychology, 2016), donde 128 padres de familia de ocho entidades fueron convocados para participar en el programa de entrenamiento en prácticas de crianza positiva por algún problema de conducta con alguno de sus hijos de entre dos y 12 años de edad.
Los resultados arrojaron que ante el uso de procedimientos de crianza positiva, mayor es el efecto sobre la conducta de los padres entrenados, que también reportan mejoras en el comportamiento de sus hijos. De ese modo, consideró Morales Chainé, los agentes principales del cambio de conducta de los niños son los padres, maestros y figuras de autoridad que los rodean.
Si los pequeños no son atendidos “pueden llegar a desarrollar otros problemas de conducta antisocial cada vez más complejos; los adolescentes que tuvieron conducta oposicionista desafiante y no recibieron ayuda tienden a la agresión, a unirse a grupos delictivos, a consumir sustancias psicoactivas y a tener mayor dificultad para insertarse socialmente”.
La FP tiene programas de atención para padres, presenciales y virtuales, cursos en línea y una aplicación para evaluar estrategias disciplinarias y mejorarlas. Para mayor información, en los Centros de Servicio Psicológico: 5025-0855.
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