Por: Patricia Ramírez
A pesar de la burla social de ser “luchonas”, y la afirmación de criar hijos “no productivos”, ellas son mujeres que por diversas causas viven su maternidad solas pero eso no impide que todos los días levanten, alimenten, eduquen, bañen y jueguen con sus hijos como cualquier otra familia nuclear lo haría, sólo que ellas realizan este trabajo en condición de madres solteras.
De acuerdo con la Encuesta Intercensal 2015 del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), en México existen 30 millones de madres de los 12 años en adelante, de las cuales 8 millones 340 mil (27.8 por ciento) tienen una familia monoparental, esto indica que aproximadamente 28 de cada 100 mamás se encuentran sin pareja, 7 están solteras y 21 divorciadas, viudas o separadas.
Bajo la crítica social
Muchas se mantienen económicamente por si solas, otras reciben ayuda de sus padres o algún otro familiar, pero a pesar de la situación, las cifras crecen y cada vez es más común encontrarlas en diferentes ámbitos; sin embargo, son un sector vulnerable, principalmente por la falta de una figura varonil a su lado que más allá de proveer cualquier tipo de ayuda, es necesario para la aceptación social.
Además, el 6.5 por ciento de la población sin pareja representa al grupo con mayor número de hijos menores de edad, circunstancia que contribuye a su estado de vulnerabilidad.
El rostro de las madres solteras en México está señalado por los prejuicios y estereotipos, y son estas acusaciones las que derivan en discriminación, problemas laborales, estrés y conflictos psicológicos al ser cuestionadas constantemente sobre la educación de sus hijos, a pesar de no existir investigaciones que prueben consecuencias negativas en el desarrollo mental de niños y niñas que crecen sólo con su madre.
“Desgraciadamente la sociedad siempre nos ha inculcado el concepto de papá – mamá, si no existe marido hay una crítica porque dicen que esa persona ‘‘salió embarazada y adivinar de quien sea’ pero yo me siento orgullosa de saber que pude hacerlo sola y creo, no lo he hecho tan mal”, expresa Aurora Martínez de 39 años, quien toda su vida ha criado sola a su hija que actualmente tiene 20 años y cursa el 4° semestre de la universidad como “una de las mejores en su clase”.
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Actualmente el problema ya no es un qué, más bien es un porqué. Ha perdido importancia la condición de ser madre soltera y las complicaciones que pueda presentar, en su lugar, el interés social se orienta a saber el entorno que originó una maternidad sin pareja.
Sin embargo, este día ellas serán festejadas por sus hijos por el trabajo de educar con las mejores intenciones, porque una sociedad productiva no distingue entre casadas, solteras, viudas, divorciadas, jóvenes o adultas, más bien, sólo son personas en distintas situaciones realizando su trabajo como madres.
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