Por: Redacción
Aunque es considerado un hidrocarburo no convencional, con dificultad mayúscula para su producción, el denominado gas shale o de lutita, presenta una tendencia de obtención ascendente en el orbe, consideró Rosío Vargas Suárez, del Centro de Investigaciones sobre América del Norte (CISAN) de la UNAM.
“Tiene una predisposición al alza y el pico, según la Energy Information Administration, se logrará antes del 2020 y en el 2017 Estados Unidos se convertirá en exportador. Se trata de un reto tecnológico que conlleva mayores costos e impactos ambientales adversos”, indicó.
Al intervenir en el foro de análisis El caleidoscopio de la reforma en materia de hidrocarburos: Retos y perspectivas, en el auditorio Héctor Fix-Fierro del Instituto de Investigaciones Jurídicas (IIJ), señaló que se ha iniciado una nueva etapa en materia energética, con complicaciones de tipo ecológico; asimismo, cuestionó que uno de los principales recursos tecnológicos para la obtención de ese gas sea la hidrofracturación, también conocida como fracking.
Arma energética
Al impartir la conferencia La geopolítica del shale gas y el tight oil en Norteamérica, la investigadora del CISAN planteó que la energía ya es un arma política.
“Actualmente las naciones industrializadas ponen en jaque a las que dependen de los ingresos petroleros, tal es el caso de EU con Venezuela y Rusia; en esta última sus entradas dependen, hasta en un 50 por ciento, del petróleo”.
Y es que desde 2008 el mundo se rige con mayor énfasis en la geoestrategia, que cada vez cuenta con mayor presencia y ejercicio en la política de la Unión Americana, que busca ampliar su potencial energético a nivel mundial.
“El país vecino del norte reconoce su papel trascendente como uno de los mayores productores de gas y petróleo en el globo y busca cerrar la competencia con sus principales adversarios del ramo: China y Rusia. El mercado estadounidense de petróleo asciende a 9.3 millones de barriles diarios, de los que 25 por ciento es consumido por ellos”, apuntó Rosío Vargas.
El gas de lutita es un hidrocarburo no convencional que se halla en las formaciones rocosas sedimentarias de grano muy refinado. Se extrae de zonas profundas, en terrenos donde abunda el esquisto, las lutitas ricas en materia orgánica; por ello, para su extracción comercial es necesario fracturar la roca.
La problemática para nuestro país, según Vargas Suárez, es la vinculación del gasoducto Los Ramones, que en su primera etapa, inaugurada hace unos meses, va desde Eagle Ford, Texas, hasta Los Ramones, Nuevo León, donde se espera que, en la fase II, llegue a Guanajuato para abastecer al centro y occidente de México.
“En nuestro país hay recursos, pero sólo prospectivos; no existen reservas probadas, por lo que habría que hacer un análisis costo-beneficio. Con lo del gasoducto nos volveremos importadores netos de volúmenes muy significativos del shale estadounidense”.
“Aunque presuntamente en esta estrategia México en el 2020 pueda volverse productor, estamos encaminados a una dependencia de los energéticos de la Unión Americana, pero a la vez no hay certeza de que el vecino del norte sea el gran generador, por lo que representa un riesgo en términos de seguridad energética”, finalizó.
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