Por: Redacción/

En la comunidad científica nacional se produjo una desconexión progresiva respecto de las necesidades y los problemas de México, debido a las políticas de evaluación en el Sistema Nacional de Investigadores (SNI), por lo que las universidades públicas tienen un compromiso con la sociedad, afirmó la doctora Carmen de la Peza Casares, Profesora Distinguida de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).

En el 30 Encuentro Nacional de la Asociación Mexicana de Investigadores de la Comunicación (AMIC), celebrado en la Unidad Xochimilco de la UAM, la directora adjunta de Desarrollo Científico del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) sostuvo que “los mecanismos y los sistemas de evaluación son instrumentos que, en el caso del SNI, tuvieron un efecto positivo en cuanto a que crearon la carrera académica como tal, a través de su financiamiento”.

También ayudaron a crear una cultura de la revisión, que en su vínculo con el Programa Nacional de Posgrados de Calidad (PNPC) generó un hábito y una conciencia de la responsabilidad de dar resultados, lo que ha representado un conjunto de aportes sustantivos que “hemos generado colectivamente, porque el Conacyt no es nada sin toda la comunidad, pero cuando éramos pocos no había problema”, sin embargo ahora el tema se complica.

Este es el momento de consolidar los esfuerzos y reorientar “nuestros criterios de evaluación; tenemos que mirar hacia fuera y conectarnos con las necesidades urgentes del país sin dejar de trabajar en la frontera del conocimiento”.

En ese sentido explicó la reestructuración de la dirección que encabeza, que es la que coordina e impulsa las políticas de investigación del Estado mexicano y sobre todo una función de supervisión de la comunidad científica.

Para consolidar fondos y convocatorias se han puesto “en el centro de cada una de las direcciones la investigación científica y los proyectos de investigación, derivado de ello los apoyos que se requieren para desarrollarse”. Esa es la política en la que “tenemos que pensar cómo nos vamos a insertar”, subrayó.

El doctor Raúl Fuentes Navarro, investigador de la Universidad de Guadalajara, señaló que en las últimas cuatro décadas la investigación de la comunicación en México ha ganado gran visibilidad y aprecio público, y sin duda se ha provisto de mucho de lo necesario para avanzar en sus propósitos, sin embargo, Brasil y España, países con un nivel de desarrollo similar en el campo, en los años 80 del siglo pasado han avanzado y “estamos a años luz de ellos”.

Esta comparación pretende ser también una vertiente analítica de los contextos diferenciales de este campo, al menos durante las últimas cuatro décadas, “pues somos países con historias y políticas muy diferentes y el desarrollo de un campo académico depende sustancialmente de los contextos sociales con los que interactúa”.

Sin recurrir por ahora a una comparación sistemática, es necesario enfatizar en el espíritu de la cooperación por encima de la competitividad y en la importancia de compatibilizar la estadística y la historia para interpretar hechos como el que la AMIC convoque cada año a sus encuentros a varios cientos de investigadores y, sin embargo, la membresía se mantenga en 200 socios, un número poco menor al de los integrantes del SNI identificados con alguna de las categorías disciplinares o subdisciplinares de la comunicación.

Fuentes Navarro criticó que, en contraste con las decenas de miles de egresados de licenciatura en el área y hasta de maestrías y doctorado, 200 parece un número muy reducido, sobre todo porque en 10 años esa cifra no ha crecido y las perspectivas de futuro son menos optimistas que nunca.

Una consecuencia de este “estancamiento” cuantitativo es que la producción académica tampoco se ha desarrollado en las últimas décadas, no obstante que hay más posgraduados formados en y para la investigación, tanto en el país como fuera de él, y que los sistemas, procesos y fenómenos socioculturales de comunicación se han vuelto en la práctica cotidiana incomparablemente más complejos, omnipresentes y relevantes.

Instituciones como la AMIC han posibilitado que el campo se consolide como una organización científico académica posdisciplinaria en términos sociológicos o según propuestas reflexivas avanzadas desde las ciencias biomédicas, que se formaliza como una instancia de meta investigación orientada al estudio sistemático de la propia indagación; sus métodos, informes, reproducibilidad e incentivos.

En un caso o en el otro la comunicación misma es una clave central para desentrañar las complejas relaciones ciencia-sociedad, una tarea en la que la estadística y la historia, lo cuantitativo y lo cualitativo se refieren mutuamente “y son obviedades que ya no podemos desconocer”.