Discurso íntegro del presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) Luis María Aguilar, durante la ceremonia de bienvenida a los estudiantes de primer ingreso a la facultad de Derecho, generación 2018-1
Lo primero que quiero decirles es que los felicito por haber adoptado la decisión académica y profesional más importante de sus vidas, o sea, por haberse decidido, para el futuro, a prepararse para participar en el cambio de nuestra sociedad, y, cualesquiera que sean sus condiciones personales, para hacerlo con el estudio y la dedicación que sólo puede darles buenos resultados, que cambiará sus vidas para siempre y para bien; y los felicito, aún más, por haber decidido haber ingresado a cursar su carrera en la Máxima Casa de Estudios de este país, en nuestra muy querida Universidad Nacional Autónoma de México y desde luego en esta Facultad de Derecho.
Pueden, sin duda, sentirse orgullosos de formar parte del proyecto cultural más importante de este país, que ha sido forjado y defendido como un espacio de libertades por miles de universitarias y universitarios, a lo largo de siglos.
Estamos en una universidad con una muy larga tradición y consolidación, ya desde 1536, cuando el arzobispo fray Juan de Zumárraga manifestó su interés en que la Nueva España contara con una universidad; y ello generó que el 21 de septiembre de 1551 fuera expedida la Cédula de creación de la Real y Pontificia Universidad de México, cuya apertura tuvo lugar el 25 de enero de 1553.
Fue el jueves 12 de julio de 1553, cuando el doctor en Derecho, don Bartolomé Frías de Albornoz, autor del Arte de los Contratos, impartió en esta Ciudad de México, la Prima de Leyes Instituta. Por ello, para que lo tomen en cuenta, el Día del Abogado se conmemora en nuestro país el 12 de julio.
Después de haber nacido como Real y Pontificia, la Universidad se modificó, al consolidarse la independencia, como la Universidad Nacional de México, aunque la universidad estuvo cerrada varios años, a instancias de Justo Sierra, se reabrió con ese carácter, el 22 de septiembre de 1910.
Y fueron los estudiantes que se movilizaron los que lograron que se le diera el carácter de Autónoma en 1929, por lo que desde entonces tenemos, los mexicanos, a la Universidad Nacional Autónoma de México, cuya norma que la rige es la “Ley Orgánica de la Universidad Nacional Autónoma de México del 6 de enero de 1945.”
Esta institución cuenta con una vastísima oferta cultural que les recomiendo aprovechar al máximo. Tan solo en el año 2016 fueron organizadas 14 mil actividades artísticas y culturales, con asistencia de dos millones 980 mil personas. Y de manera especialmente destacada, sepan ustedes que la UNAM publica, en promedio, 5 libros por día.
Y así como estoy orgulloso de ser universitario de esta Grandiosa y Magnífica Universidad, también lo estoy, y por mucho, por haber podido hacer mis estudios en esta la Facultad de Derecho
Aquí quiero pedirles su indulgencia para hacerles un comentario que, si bien es muy personal, quizá les pueda dar una idea de la trascendencia que se logra por estudiar en esta noble institución.
Como imagino que todos deben saber, en 1968 en nuestro país se generó un cambio de pensamiento y un despertar por el respeto de los derechos de las personas, originado, precisamente, en la base y actuar de los estudiantes. Gesta a la que el México de ahora le debe mucho, muchísimo, pues con ello se entendió de manera clara que lo único intocable, que lo único digno de respeto, y lo único inviolable son los derechos de todos los seres humanos, sin distinción alguna, y que no existe autoridad alguna, por importante que ella misma se considere a sí misma, que pueda nunca violar o ignorar esos derechos esenciales.
Pues bien, con motivo de ese movimiento, sacudida de la conciencia nacional, la Universidad tuvo que detener sus actividades, por lo que aunque acababa de terminar mis estudios de bachillerato no pude inscribirme a la Facultad ese mismo año, como debería haber sido, sino que tuve que esperarme hasta febrero del año siguiente, 1969, para hacerlo cuando se reiniciaron las actividades docentes.
Mi padre que, como mi abuelo, también era abogado, me recomendó buscar trabajo en un Tribunal para no quedarme sin hacer nada y aprovechar para irme familiarizando con la terminología jurídica. Lo hice, busqué y conseguí trabajo como mecanógrafo en el Primer Tribunal Colegiado en Materia Civil del Primer Circuito, al que ingresé el 16 de octubre de 1968, con la ventaja, para mi, de que ese tribunal se instaló, en aquel tiempo, en la colonia Narvarte, donde vivía con mi familia. Hace casi cincuenta años.
Pero una vez inscrito ya en la facultad de Derecho no dejé mi trabajo, sino que combiné mis estudios con la labor de mecanógrafo en el Tribunal. Y aunque me casé y tuve a mis hijas antes de terminar de estudiar, me propuse buscar la forma de combinarlos y de cumplir, como la mayoría de mis compañeros, con culminar mi carrera, que terminé en 1973, habiéndome recibido el 25 de noviembre del año siguiente, 1974. Hace 43 años.
Me gustó la labor jurisdiccional del Poder Judicial de la Federación y seguí en ella, en la que la vida me ha dado la oportunidad de escalar prácticamente en todos los estratos de la carrera judicial. Así fui secretario proyectista, fui Juez de Distrito, en provincia y en esta ciudad, fui Magistrado de Circuito en varias ciudades y en esta también, y me tocó participar como Oficial Mayor de la Suprema Corte en la creación e instalación del Consejo de la Judicatura Federal, del que años después fui integrante como Consejero. Soy Ministro de nuestra Suprema Corte y ahora, además, Presidente del máximo Tribunal y de nuevo integrante del Consejo de la Judicatura Federal presidiéndolo.
Como les dije hace un momento, les agradezco su indulgencia, porque con esta breve narrativa de mi vida profesional, lejos de pretender destacar yo, lo que quiero es demostrarles que con empeño, dedicación y perseverancia se pueden alcanzar las metas que cada uno se fije en la vida.
SÍ SE PUEDE. Es cosa de intentarlo.
Durante los próximos cinco años, este será su segundo hogar.
Los exhorto a sentirse muy orgullosos de pertenecer a esta gran institución, a esta Universidad Nacional Autónoma de México y por formar parte de una Facultad de excelencia cuya misión es formar juristas e investigadores para ejercer el liderazgo científico con justicia, equidad, solidaridad, ética social y sentido propositivo de soluciones a los problemas jurídicos de la sociedad contemporánea; una Facultad que tiene como propósito impulsar la investigación inter, multi y transdisciplinaria; y promover la cultura de la legalidad, innovación y difusión jurídicas con transparencia por medio del uso y apropiación de las tecnologías de la información y comunicaciones; mientras que su visión consiste en acrecentar el liderazgo de los juristas e investigadores a nivel nacional e internacional, buscando la innovación científica y académica con una visión crítica en la Sociedad del Conocimiento.
Pero sobre todo, luchen por conseguir, desde todo frente y desde cualquier actividad de juristas, el respeto irrestricto a los derechos inherentes del ser humano, que nuestra ya centenaria Norma Fundamental reconoce, no les importe la crítica o la incomprensión, porque sólo así alcanzaremos los más altos objetivos del Estado de Derecho.
Como presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación y del Consejo de la Judicatura Federal les digo, con plena seguridad, que pueden contar con nosotros para que puedan complementar sus estudios. Apenas suscribí antier con el rector y el director de esta facultad un convenio de colaboración para el otorgamiento de becas de excelencia a estudiantes de la Licenciatura en Derecho de la Máxima Casa de Estudios.
A partir de mañana mismo, aprovechen este inmejorable ambiente Universitario, la calidad de esta Facultad de Derecho, estudien, esfuércense, logren sus objetivos, no dejen que nada ni nadie los detenga y después, alcanzada la meta, transformen su propia vida, transformen la sociedad, transformen al país y al mundo, logren la existencia real y concreta de la justicia.
No Comment