Por: Redacción/
La resistencia social –desde las emociones– ante la violencia política del Estado debe visibilizarse, además de alentar la reflexión sobre el costo humano que significa enfrentar y sobrellevar el daño causado por las “intimidaciones de larga data, así como las inmediatas”, señaló la doctora Dolores Figueroa Romero.
La catedrática del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), adscrita al Centro de Investigaciones de Estudios Superiores en Antropología Social en la Ciudad de México, destacó la importancia de las sensaciones en la arena del análisis sobre la acometividad política, vista por muchas décadas como un producto o efecto colateral de procesos de transformación más amplios.
Comunidades emocionales. Resistiendo a las violencias en América Latina, coordinada por las doctoras Morna Macleod y Natalia De Marinis, ofrece en ocho ensayos un ejercicio de la escucha y la solidaridad política desde la “cancha de la academia” que analiza el rol de las sensaciones en procesos organizativos; evoca las injurias del pasado reciente y no tan reciente para reconstruir sucesos dolorosos, y registra testimonios y narrativas transmitidos con el fin de dar cuenta de la realidad desde la experiencia de los sujetos subalternos, racionalizados y discriminados por la sociedad y las herramientas de poder.
Durante la presentación del texto en la Feria Internacional del Libro de Minería, la doctora Figueroa Romero anotó que en este trabajo “las autoras, como activistas y feministas comprometidas con organizaciones sociales, han adoptado el concepto de comunidades emocionales para situar de manera éticamente responsable la acción de escucha y empatía que como aliadas y académicas han desarrollado por muchos años”.
Esta idea se refiere a una noción creada por la antropóloga colombiana Myriam Jimeno que, en manos de las coordinadoras de la publicación, busca politizar experiencias de violencia en distintos escenarios de despojo social, material y espiritual en América Latina.
“La concepción aspira a fungir como puente conductor y principio constructor que innova relaciones de encuentro entre docentes, activistas y actores sociales definidos y vistos como víctimas o sobrevivientes”, y construido a partir de un ejercicio empático, en el que el escucha-testigo es receptor de narraciones que recrean vivencias al percibir atentamente el dolor del mártir.
La obra comprende ensayos que integran momentos históricos que van desde la Guerra Fría hasta conflagraciones locales en México, Guatemala, El Salvador, Colombia y Chile.
En el salón El Caballito del Palacio de Minería, la doctora Diana Alejandra Silva Londoño, investigadora del Capítulo Exilio de la Comisión de la Verdad en Colombia, subrayó que se trata de un texto hecho por dos investigadoras que ponen de manifiesto su compromiso militante y de ideas de acompañamiento de la escucha.
Esta obra de la Unidad Xochimilco de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) y el Instituto Colombiano de Antropología e Historia hace una aportación desde América Latina al campo de estudio sobre la memoria, los testimonios y los movimientos sociales que tienen que ver con ese giro emocional.
La doctora De Marinis sostuvo que esta compilación de textos regionales “recupera experiencias que como académicas estábamos teniendo en muchas naciones y buscamos en la basura del conocimiento para recuperar todo lo que desechó como el afecto, una fuente central en estos escenarios en donde no es posible muchas veces decir lo que está pasando”.
Finalmente, la doctora Macleod agradeció a la Casa abierta al tiempo por haber respetado el título propuesto en su edición en español, debido a que la anglohablante es Resisting Violence. Emotional Communities in Latin America.
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