- Se realizan actividades encaminadas a cuestionar y hablar de historias de vida, creencias, patrones asimilados, sumando no sólo a mujeres, sino también a hombres para superarlo.
Por: Redacción/
Para resolver la problemática de violencia de género en las instituciones de educación superior es indispensable contar con personal especializado que dé seguimiento a los casos, con el fin de hacer intervenciones oportunas y precisas, consideraron las responsables de las instancias de prevención y atención en la materia de las cinco sedes de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).
Las participantes en conversatorio convocado por esta casa de estudios coincidieron en que dichos espacios permiten develar y poner en la mesa todas las agresiones que históricamente se “han normalizado dentro de las prácticas cotidianas”.
La maestra Kemberli García Barrera, encargada de la Unidad Especializada en Igualdad y Equidad de Género, campus Cuajimalpa, señaló que contribuyen a crear lugares libres de ese flagelo y a revertir un fenómeno que “hemos aprendido desde un sistema y un modelo maltratante y patriarcal, por lo que debemos empezar a deconstruirnos”.
En esa dirección, se realizan actividades encaminadas a cuestionar y hablar de historias de vida, creencias, patrones asimilados, sumando no sólo a mujeres, sino también a hombres para superarlo.
La doctora Eva Raquel Güereca Torres, responsable de la Unidad de Bienestar Universitario y Género de la sede en Lerma, refirió que diferentes generaciones “compartimos el mundo caminando sobre los derechos que construyeron nuestras antecesoras y, aun cuando convivimos en instituciones con una cultura organizacional masculina y androcéntrica, necesitamos seguir trabajando para impedir y solucionar este tipo” de situaciones.
Esa Coordinación ha avanzado en la construcción de un protocolo con sentido de la prevención y la erradicación, marcando una ruta de atención de los casos, además de que cada año lleva a cabo tres jornadas por la equidad y la salud reproductiva para impulsar estrategias de enseñanza participativa a través de talleres, junto con asociaciones no gubernamentales, y alentar una cultura del derecho de las mujeres a vivir sin ese mal.
La maestra Leyla Acedo Ung, responsable de la Unidad de Atención y Prevención de Violencia de Género de la Unidad Xochimilco, subrayó que en el espacio educativo se construyen y deconstruyen saberes, reafirmando el propio orden de género que enfatiza las posiciones culturales de hombres y mujeres en la sociedad, sin embargo, se trata de un lugar de cruce de una diversidad enorme de jerarquías y ejercicios de poder en diferentes dimensiones, no sólo con el alumnado, sino con las plantillas docentes y administrativas.
El uso de los protocolos visibiliza la problemática y descubre áreas para la sanción de esas acciones punitivas, aunque “debemos ir más allá de esta visión” para detectar y transformar esas violencias.
La licenciada Rocío Guadalupe Padilla Saucedo, titular de la Unidad de Género y Diversidad Sexual, campus Azcapotzalco, dijo que estas instancias deben existir en las universidades por mandato, ya que las convenciones en la materia establecen que deben existir medidas apropiadas para asegurar el desarrollo de las mujeres, lo que significa la modificación de patrones socioculturales.
Con ellas se logra la implementación de políticas y estrategias para la incorporación de la perspectiva de género en el ámbito institucional, con el fin de “que quede instalada y se consiga transformar la normatividad, la reglamentación y los instrumentos”, evidenciando las intimidaciones y la discriminación, afirmó.
La licenciada María del Socorro Damián Escobar, coordinadora de la Unidad de Acción para la Prevención y Erradicación de la Violencias de Género, la inclusión con Equidad y el Respeto a las Diversidades de la sede de la UAM en Iztapalapa, dijo que surgieron para “abordar un asunto que nos han recordado los colectivos feministas”.
Si bien los centros de estudio no persiguen fines punitivos, sí deben prevenir, investigar, sancionar y reparar el daño. En el contexto de luchas y exigencias de las universitarias, las escuelas se han dado a la tarea de crear protocolos, pero éstos no han operado en forma adecuada porque atraviesan una legislación anquilosada y también por los contratos colectivos, “que deben ser modificados”.
Estas instancias deben contar con personas comprometidas en este terreno y con experiencia en atención a víctimas, en especial a aquellas que han sufrido agresión sexual, porque en las universidades es donde “más se presentan esas violencias” y no se puede hablar del derecho a la enseñanza, mientras exista este fenómeno.
Las especialistas hablaron en el Conversatorio: La UAM contra la violencia de género: unidades de prevención y atención, convocado por la Unidad de Acción para la Prevención y Erradicación de la Violencias de Género, la Inclusión con Equidad y el Respeto a las Diversidades de la Unidad Iztapalapa.
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