Por: Mugs Redacción
Cada átomo de calcio en los huesos, así como el oxígeno, carbono, nitrógeno, silicio, incluso el hierro en nuestro cuerpo, fue producido dentro de una estrella en un proceso de millones de años. Por ello se afirma que estamos hechos de polvo de estrellas.
Para que la vida se presentara del modo como la conocemos, el Universo ha trabajado desde sus inicios, hace aproximadamente 13 mil 700 millones de años; diversos elementos se han producido en el interior de las estrellas, han vagado por el medio interestelar y se han involucrado tanto con la existencia en la Tierra, como en cada nacimiento y muerte de un astro.
En el medio interestelar destacan las nebulosas, conglomerados de gas y polvo con diversas formas, que a veces son brillantes y otras oscuras; a veces densas, pero generalmente muy tenues y ocupan todo el espacio entre las estrellas. Algunas son enormes y otras muy pequeñas; unas brillan con luz propia, otras sólo reflejan la luz de estrellas vecinas, describió Miriam Peña, investigadora del Instituto de Astronomía (IA) de la UNAM.
¿A qué se deben estas características? De acuerdo con la científica, aquellas que son enormes nubes obscuras contienen materia muy fría, equivalente a miles de soles, y en su interior es donde se forman las nuevas estrellas.
Igualmente, existen las nubes frías pequeñas, que son muy densas y en su interior también se forman otras estrellas. A pesar de su tamaño, comparadas con la Tierra, incluso con el Sistema Solar, todas son enormes y tardan millones de años para formar un astro.
Características
A decir de Peña, el nacimiento del gas es el mismo que el del Universo; el gas primigenio se acumuló en galaxias que inicialmente eran gaseosas antes de formar estrellas.
Existen dos tipos de nebulosas: frías y calientes. Las primeras se caracterizan por tener gases fríos y densos, mientras que las segundas son muy brillantes y regularmente se encuentran cerca de una estrella caliente; además, están ionizadas.
Las calientes, a su vez, se dividen en regiones HII y nebulosas planetarias. Son físicamente similares debido a que poseen gas ionizado por estrellas calientes, pero astronómicamente son objetos distintos.
Una nebulosa planetaria se ubica alrededor de una estrella vieja evolucionada. El gas escapa de la superficie estelar y se coloca a su alrededor. Es brillante y fácil de observar. Se conocen varios miles en la Vía Láctea; son muy grandes (un año luz) y de formas variadas (redondas, elípticas o bipolares), que ocasionalmente semejan flores del espacio.
En cambio, una región HII se forma alrededor de una estrella joven masiva y caliente. No tienen formas definidas porque son el material que sobró después de la formación estelar.
Igualmente, existen remanentes de supernovas que son nebulosidades brillantes, formadas por gas caliente ionizado. Este tipo se debe a la onda de choque del gas que fue arrojado al espacio tras la explosión de una estrella masiva y lleva muy alta velocidad. En su trayecto calienta todo el medio que encuentra, choca y forma cascarones calientes ionizados.
Posteriormente, éstos se disuelven y se mezclan con el medio interestelar. Así, devuelven parte del material del cual se formaron. El gas expulsado es más rico en elementos pesados, como el oxígeno y el neón, y proviene del interior de las estrellas, que salen al medio interestelar en estas explosiones, explicó.
Una visión del Universo
Al estudiar las regiones HII y nebulosas planetarias hemos comprendido que el gas de la Vía Láctea está formado en gran medida por hidrógeno y helio, y contiene pequeñas cantidades de oxígeno, nitrógeno, carbono, neón, azufre, silicio y otros elementos, destacó la académica universitaria.
Los elementos pesados se han formado en el interior de las estrellas y han sido lanzados al espacio en explosiones de supernova y como nebulosas planetarias.
De esta forma, los astros devuelven a la galaxia un gas rico en elementos pesados y contribuyen a la evolución química del Universo, concluyó.
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