Por: Redacción
Al elegir pareja, las mujeres se guían por el olfato en busca de genes semejantes a los heredados por su padre, mientras que los hombres se apoyan en la vista, explicó en la Facultad de Medicina (FM) de la UNAM Julio Granados Arriola, del Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán (INCMNSZ).
Las cuestiones románticas tienen fecha de caducidad y muchos rompimientos matrimoniales suelen darse cuando los esposos cumplen 40 o 45 años y ya han procreado, añadió al impartir la conferencia Inmunogenética del amor, en el marco de la Semana de la Inmunología.
Esto se debe, parcialmente, a que en esta etapa comienza a mermar el estímulo olfativo provocado por los antígenos leucocitarios humanos. Al principio, los científicos creían que éstos eran proteínas similares a los grupos sanguíneos —pero alojados en los glóbulos blancos en vez de en los rojos— y les llamaron HLA (por su acrónimo en inglés).
Se suponía que incidían en la compatibilidad de tejidos, hasta que se determinó que regulan la respuesta inmune y la selección de compañeros, refirió el especialista.
Equilibrio en evolución
A la inmunidad natural no le interesa tanto la especificidad como la rapidez de acción; de hecho, se anticipa al ataque potencial de agentes infecciosos, expuso Granados Arriola.
Aunque no nos percatemos, estamos impregnados de bacterias, a tal grado que si una persona pesa 90 kilogramos, cinco se deben a estos microorganismos que, aunque alojados en los epitelios, no producen enfermedades por el equilibrio entre agentes infecciosos y las moléculas relacionadas con la inmunidad.
Para el experto, esta armonía se fortalece cada vez que alguien escoge pareja y tiene descendencia, pues ello forma parte del proceso evolutivo que comprende a la potencialidad infecciosa, la reproducción del patógeno y el genoma del hospedero.
Al seleccionar a un compañero potencial de procreación, cada género actúa diferente. Por poseer dos bloques de HLA (uno de origen paterno y el otro, materno), las mujeres se decantarán por alguien con antígenos leucocitarios parecidos a los del padre (los cuales detecta a través de las emanaciones de líquidos corporales como saliva, sudor u orina), y rechazará a quien tenga unos similares a los de la madre.
Estos resultados se obtuvieron con base en experimentos donde un grupo de candidatas olía prendas (camisetas usadas durante dos noches) con diferentes tipos de HLA, para después calificar su aroma (en escalas de uno a siete) como muy agradable, medianamente o totalmente desagradable, detalló.
La clave: siempre adaptarse
Así, mediante una adaptación continua, los genes regulan la inmunidad y permiten responder a infecciones concretas y, para ejemplificar este fenómeno, Granados Arriola presentó láminas en las que, mediante reducción de linajes, migraciones y presencia de rasgos de razas africanas, europeas, asiáticas e indígenas, demostró que los mexicanos tienen una alta resistencia a la fiebre tifoidea.
Por el contrario, esto también genera susceptibilidad, como se observó con los pueblos originarios de México tras la Conquista, los cuales al verse sometidos a nuevos patógenos como la viruela, el sarampión, la varicela o la peste, sufrieron una merma poblacional de entre 70 y 90 por ciento (en 1520 fallecieron ocho millones de individuos y en 1545, de 12 a 15 millones), concluyó.
No Comment