Por: Redacción/
Aún no son conocidos los efectos más importantes del genocidio perpetrado contra los pueblos indígenas en Guatemala, ya que ha sido algo tan atroz que no ha sido asimilado en toda su profundidad y hace falta más tiempo para saber si fue una derrota o si de ello nació la fuerza de la insurgencia, refirió el doctor Ricardo Falla.
Al participar en el Coloquio El quehacer antropológico en la búsqueda y construcción de la paz y la justicia, realizado en la Unidad Iztapalapa de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), el sacerdote jesuita y antropólogo –quien acompañó desde 1983 a las comunidades de población en resistencia cuando fueron perseguidas por el ejército guatemalteco– entrevistó a decenas de informantes y escribió una cronología del exterminio de pueblos enteros y destrucción de sus medios de vida y progenie, en un testimonio sociohistórico de la violencia y la resistencia.
Este fenómeno debe entenderse sólo bajo la intencionalidad de la destrucción, ya que no fue un acto espontáneo ni aislado y se replicó en diferentes regiones del país, con el asesinato de hombres, mujeres, niños, niñas y ancianos, y con al menos dos móviles: el político –que operó sobre el control del territorio– y la razón étnica o racial, los cuales no se excluyen y quedaron registrados en la memoria colectiva para dar cuenta de los abusos físicos, las violaciones a mujeres y toda una serie de actos atroces.
Aunque “no debemos olvidar que esto no se redujo al despojo de la vida, sino también y de manera profunda, a la sumisión basada en un elemento de tipo punitivo para humillar, doblegar y acabar con el espíritu de estos pueblos”.
Sin embargo, quienes trabajan en el campo de las ciencias sociales deben estar en guardia ante la tendencia a invisibilizar a la víctima, sus agencias y el aspecto para sobrevivir, resistir y luchar, además de considerar “la utopía que se desplegó y la enorme imaginación colectiva que entró en juego para sobrevivir a la represión y resistir a ella”.
Falla estimó indispensable que las investigaciones sobre el genocidio se emancipen del derecho para conquistar su propia madurez en el campo de las ciencias sociales, con miras a entender la complejidad de estos asuntos al voltear la mirada a la historia.
El doctor en antropología por la Universidad de Texas en Austin, Estados Unidos, expuso que aunque puede parecer que muchas de estas indagaciones y fallos van en contra de la objetividad, esto no es así si uno tiene la actitud de creerle a la víctima, ya que la inclinación social e ideológica dominante ha sido favorecer al que es poderoso.
Hay una división de posturas sobre si es posible o no hablar en términos de genocidio, un concepto que es resbaloso, aunque toque un tema profundo y de suma peligrosidad, y a pesar de que existen acuerdos de paz que hicieron pensar en el comienzo una nueva etapa, el incumplimiento y la insuficiencia de éstos ha hecho cambiar la perspectiva al respecto.
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