Por: Redacción
Con el liderazgo de las universidades Nacional Autónoma de México, a través del Instituto de Geofísica(IGf), y la de Kioto, Japón, se lanzó el proyecto Evaluación del Peligro Asociado a Grandes Terremotos y Tsunamis en la Costa del Pacífico Mexicano para la Mitigación de Desastres.
El secretario General de la UNAM, Leonardo Lomelí Vanegas, aseguró que las observaciones geofísicas a emprender no tienen precedente en el país y permitirán entender de mejor manera la interacción entre diferentes tipos de sismos, generar con esa información mapas de riesgo sobre movimientos telúricos y posibles maremotos, y contribuir al diseño de planes educativos de prevención de catástrofes.
El reto fundamental, resaltó, es avanzar en el diseño y evaluación de protocolos y medidas de precaución y mitigación que nos ayuden a enfrentar esos fenómenos, a fin de anticipar de mejor manera las acciones a seguir, establecer mecanismos claros y contundentes de acción, y mejorar la capacidad de respuesta de las autoridades y la población.
Arturo Iglesias Mendoza, director del IGf, refirió que esta investigación representa para esa entidad una de las propuestas más prometedoras y ambiciosas de los últimos años. “Esto no sólo se ve reflejado en la sofisticación de la instrumentación y la complejidad de su instalación, o en el presupuesto invertido, sino en el interés de los científicos de los dos países en la elaboración y ejecución de la propuesta”.
Se trata, sostuvo, de un proyecto inédito. Como nunca, se instrumentará de manera geodésica y sismológica, en tierra y mar, en la costa del estado de Guerrero, para colectar datos de importancia para la mitigación de riesgos a la población. Los resultados permitirán conocer con mayor detalle el potencial de generación de maremotos y temblores en el litoral guerrerense.
Kazuyoshi Shinoyama, director general en México de la Agencia de Cooperación Internacional del Japón (JICA), recordó que en los últimos años han ocurrido movimientos telúricos de grandes magnitudes en diferentes partes del mundo, no sólo en nuestro territorio, sino en Haití, Chile, el país del sol naciente o Ecuador. De ahí la importancia de este trabajo, con impactos positivos y sinérgicos en ambas naciones.
El viceministro parlamentario de Educación, Cultura, Deportes, Ciencia y Tecnología de Japón, Taido Tanose, apuntó que la observación y análisis de los llamados sismos lentos en las costas mexicanas con tecnología nipona será útil para simular la ocurrencia de un temblor de grandes dimensiones, y para el avance de la investigación sobre el gran terremoto en la isla oriental, que podría originarse en el Canal de Nankai.
En el discurso de apertura, Rogelio Conde García, director General de Vinculación, Innovación y Normatividad en materia de Protección Civil de la Coordinación Nacional de Protección Civil, expuso que a lo largo de 283 años en México se ha registrado la llegada de más de 60 tsunamis en la costa occidental. El más significativo sucedió como consecuencia del temblor de junio de 1932 en los litorales de Jalisco y Colima, con una magnitud de 6.9, y produjo una ola de 10 metros que penetró un kilómetro en Cuyutlán (Colima) y causó 75 muertos y 100 heridos.
El proyecto
El área de la costa del Pacífico a analizar, considerada de alto peligro, suma cerca de nueve mil 744 kilómetros. En ella habitan casi 522 mil personas de 245 localidades, entre los litorales de Chiapas y Jalisco.
Yoshihiro Ito, profesor del Instituto de Investigación para la Prevención de Desastres de la Universidad Kioto y líder del proyecto, recordó que México podría registrar un movimiento de tierra grande, sobre todo en la zona conocida como la brecha de Guerrero. Por eso es muy importante saber qué ocurre en esa zona.
Víctor Manuel Cruz Atienza, jefe del Departamento de Sismología del IGf y líder de la iniciativa en el país, sostuvo que no estamos exentos de vivir escenarios como el de Japón hace unos años. Si un terremoto comparable al de 1985 tuviera lugar en la brecha sísmica de Guerrero, los movimientos del suelo serían de dos a tres veces más intensos que los observados en aquel entonces en la zona del lago de la CDMX.
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