Por: Redacción/
Al igual que la UNAM, sus 134 bibliotecas continúan con el compromiso social de brindar servicio a estudiantes, académicos, investigadores y a la sociedad en general, por medio de sus recursos y servicios digitales, afirmó Elsa Ramírez Leyva, titular de la Dirección General de Bibliotecas y Servicios Digitales de Información (DGBSDI).
La labor de los bibliotecarios es imprescindible en estos momentos de emergencia sanitaria, pues orientan a los usuarios para localizar en formato digital libros, documentos, mapas, tesis y revistas, además de atender otros requerimientos en tiempo real.
Con motivo del Día Nacional del Bibliotecario, que se conmemora este lunes 20 de julio, Ramírez Leyva indicó que la DGBSDI desarrolló un protocolo de seguridad, que además de aplicar medidas sanitarias para ofrecer espacios físicos confiables, incluirá datos relacionados con la protección de los trabajadores en estos sitios y de los interesados, así como lineamientos para la convivencia diaria en la nueva cotidianidad; con ello se busca incorporar las prácticas más modernas y extenderlas a diferentes grupos de la sociedad.
Su elaboración, precisó, implicó una investigación para recabar datos sobre COVID-19, basada en la revisión constante de la literatura mundial y la asesoría de expertos, con el objetivo de disponer de un abanico de información científica, verídica y actualizada.
El trabajo no se detiene
Aunque estos espacios han cerrado sus puertas por la emergencia sanitaria, sus profesionales continúan laborando mediante el uso de Internet. A partir de la década de los años 70, el sistema bibliotecario de la UNAM fue de los primeros en asumir la automatización –la parte manual sigue vigente por ser uno de los pilares de la profesión–, para sistematizar los contenidos y generar bases de datos electrónicas.
“Desde entonces ya se impartía la asignatura de automatización en la carrera de Bibliotecología, y hoy contamos con bibliotecas digitales, recursos que en estos momentos han favorecido las clases a distancia y en línea. Docentes, alumnos e investigadores siguen sus actividades, y parte fundamental han sido los recursos bibliotecarios en formato electrónico”, subrayó.
Elsa Ramírez reconoció que este trabajo especializado no es muy visible, pero es fundamental porque facilita el acceso a los datos, contribuye a la sistematización de las colecciones y a la organización de materiales para que sean localizables en catálogos, donde se registra un acervo de más de 18 millones de recursos, tanto en formato impreso como digital.
Además de estas funciones, con las herramientas electrónicas modernas el bibliotecólogo comienza a involucrarse en la curaduría de contenidos: acude a la fuente, revisa y realiza una primera selección para indicar a los investigadores en qué revistas se encuentra el tema requerido. También son docentes, pues ofrecen cursos sobre desarrollo de habilidades informativas y digitales acordes con las características y necesidades de los usuarios-lectores.
Estos profesionales se enfrentan a desafíos como conocer las necesidades de la comunidad, que cambian constantemente; gestionar nuevos recursos de conocimientos y habilidades digitales para el uso de las innovaciones tecnológicas, añadió.
Otro reto es formar a los usuarios en el desarrollo de habilidades informativas y de lectura, porque cada vez se requerirá de mayor número de lectores críticos para que sepan distinguir y usar la información, para transformarla en aprendizaje y conocimiento.
Otro propósito es que los usuarios-lectores generen conocimiento, resuelvan problemas inéditos como el que ahora vivimos, amplíen su cultura, comunicación y solidaridad, y para ello “debemos diseñar servicios especializados y exactos”.
Protocolo de seguridad
En la Biblioteca Central se ha consolidado el servicio Bibliotecario en Línea, con atención en tiempo real a través de un chat o por correo electrónico. “Las bibliotecas del Sistema Bibliotecario de la UNAM apoyan a sus comunidades mediante recursos electrónicos e información que envían por Internet”, remarcó Ramírez Leyva.
Para el retorno a las actividades diarias, la Dirección desarrolló un protocolo de seguridad en el que se considera la automatización, la cual permite contar con colecciones y servicios electrónicos variados. Las bibliotecas físicas y digitales son sitios para vencer estos retos que ha propiciado la pandemia, pero también una oportunidad para desarrollar nuestros conocimientos, dijo.
De igual forma, incluye la desinfección de bienes muebles e inmuebles. “Todo ello implica desafíos, para los cuales debemos seguir innovando y fortaleciendo las capacidades de los profesionales de la bibliotecología”, finalizó.
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