Por: Charlie/
Muy probablemente todos hemos sido albureados, dentro de dicha práctica hay todo un juego de palabras, destreza mental y un vocabulario que cambia por completo el sentido de lo que se dice. Todo hace referencia al acto sexual, sonrisas pícaras, la forma de expresarse e incluso un descaro total de burla hacia quien no lo capta, son algunos elementos que describen el arte de alburear.
¿Y esto qué tiene qué ver con la homosexualidad? Posiblemente la pregunta sea obvia o tal vez no, pero no está de más reflexionar un poco. Entre los varones, el albur la mayoría de las veces hace referencia al acto sexual gay. Es decir, alguno debe tener el papel de activo y el otro pasivo, quien resulte ser el segundo, evidentemente pierde ante su contrincante, pues se considera un acto de sumisión e incluso de violación.
El escritor mexicano Octavio Paz describió en su obra El laberinto de la soledad que “el homosexualismo masculino es tolerado, a condición de que se trate de una violación del agente pasivo”. Probablemente suene machista, pero de cierta forma es cierto, los hombres demuestran en el verbo quién tiene la capacidad de hacer que el otro acate las órdenes del superior.
Al parecer, la figura del pasivo nunca ha sido la más agradable para la sociedad. Desde la Antigua Grecia las relaciones homosexuales sólo se daban entre aprendices y ‘maestros’, éstos se enamoraban del físico de sus alumnos y elegían al joven que más les atraía. En el contacto físico, sólo el profesor podía fungir como activo.La pasividad se relacionaba con lo femenino y automáticamente sus derechos eran los de una mujer, recordemos que a las féminas se les trataba como un ser inferior.
Con el albur es muy fácil apreciar que dicho pensamiento no ha cambiado demasiado, el penetrado resulta ser el perdedor, aquél que ya no sabe responder simbólicamente es sometido a un acto sexual gay.
¿Es un acto ofensivo? Tal parece que no, simplemente es una forma muy pícara de aplicar el doble sentido, además, en el momento en que se lleva a cabo este juego, queda claro que solamente son palabras, esto no falta a la integridad de una persona, siempre que esto sea simplemente una forma de divertirse.
Cabe destacar que no sólo aplica al ámbito masculino, también es muy recurrente usar a la figura de una mujer para enfatizar el acto sexual, seguramente todas o casi todas las chicas han sido víctimas de estas frases albureras. Y aunque podría pensarse que los hombres ‘dominan’ este rubro, es necesario saber que la reina del albur es Lourdes Ruiz, una mujer comerciante del barrio bravo de Tepito.
Debe tomarse en cuenta que para alburear es necesario tener habilidad y destreza mental, pues lo interesante es utilizar palabras que no sean groserías, no ofendan pero que sí se pueda cambiar su sentido.Y si deseas conocer un poco más sobre la cultura mexicana del albur, el libro Picardía mexicana de Armando Ramírez es la obra ideal para darnos cuenta de que el doble sentido tiene años en nuestra cultura. Consúltalo en el siguiente link https://tintaguerrerensedotcom.files.wordpress.com/2016/06/jimenez-armando-letreros-de-la-picardia-mexicana.pdf
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