Por: Charlie/
La homosexualidad a veces resulta ser un ‘problema’ para algunos, ya que puede traer conflictos no sólo con la gente que los rodea sino consigo mismo. Pero esta situación se complica más cuando una persona resulta ser famosa y no hablo de cantantes o de actores, pensemos en una figura intelectual, un escritor o escritora por ejemplo. En pleno siglo XXI es relativamente ‘fácil’ decir “soy gay”, pero no siempre fue así. Echemos un vistazo a grandes escritores y cantantes mexicanos LGBT.
Sor Juana Inés de la Cruz
Esta poetisa se ha convertido en un ícono lésbico; y es que además de ser admirada por las chicas homosexuales debido al amor que reflejaba en sus obras, también es un ejemplo a seguir para las mujeres que luchan por la equidad, la igualdad y defensa de sus derechos.
¿Quién iba a pensar que una religiosa sentiría atracción hacia una virreina? Nos queda claro que en aquella época conservadora el sentimiento de amor por alguien del mismo sexo resultaba un pecado, algo fuera de lo común y por supuesto que solamente quedaba en ilusión.
Juana de Asbaje (1648-1695) convertida en monja solamente por la sed de conocimiento, fue ligada con la virreina María Luisa Gonzaga Manrique de Lara, esposa del virrey Antonio de la Cerda. Al parecer, la virreina quedó fascinada por las líneas de la religiosa, lo que la llevó a visitarla al convento de San Jerónimo y como era de esperarse, ambas se llevaron muy bien y otros dirían… más que bien.
Es cierto que no se tiene comprobado una relación entre las féminas, pero tampoco podemos negar que los versos que escribió Sor Juana eran simplemente palabras al aire. Después de un tiempo de amistad con Gonzaga, la poetisa plasmó en sus obras el nombre de Lisi y en otras habló de Filis, éstos se denominan seudónimos para referirse a la virreina. Sabemos que para la época el contenido resultaba erótico, y esto puso a más de uno a dudar sobre la supuesta relación entre las dos amigas.
Uno de los versos más destacados fue:
“Yo adoro a Lisi, pero no pretendo
que Lisi corresponda mi fineza;
pues si juzgo posible su belleza
a su decoro y mi aprehensión ofendo”.
Podemos concluir que si ese amor llegó a darse, está claro que no fue bajo las sábanas. Posiblemente ambas se querían, se amaban pero no podían tocarse, y no porque algo físico les impidiera dicha acción; simplemente era una lucha contra sus ideales. Ahora esa mujer resulta una inspiración y un orgullo para la comunidad lésbica.
Salvador Novo
Hay hombres que verdaderamente no le temen a las críticas y mucho menos a la sociedad. Sin mencionar que se enfrentan a épocas donde su peculiar atracción sexual es considerada algo ‘anormal’. Salvador Novo (1904-1974), poeta y escritor es uno de los varones homosexuales con mayor presencia en la literatura mexicana, sus versos han sido considerados como una forma de salir del clóset. ¡Qué forma tan más original!
Indudablemente fue una persona que a pesar de que vivió un México lleno de prejuicios respecto al mundo gay, le benefició en su trayectoria. Además, su vestimenta y forma de actuar un tanto extravagantes por el uso de pelucas fungieron como artefactos de su personalidad homosexual.
No hay mejor forma de conocer a este ícono literato y gay que leyendo sus textos. Pero, antes de dejarles un erótico texto de este hombre, hagamos mención de la relevancia que tiene para la comunidad LGBT. De acuerdo a una entrevista realizada por el diario Milenio a Salvador López Antuñano (primo-hermano del escritor Novo) éste menciona que “en la actualidad los jóvenes no tienen idea de quién fue Salvador Novo, y si la tienen, son ideas muy vagas, resultado de la mala fama que tuvo por ser homosexual”.
¿Mala fama por ser homosexual? No creo que sean las palabras adecuadas, pues sentir amor por otro hombre no debe ser en ningún momento algo de qué avergonzarse. Además, si el dramaturgo mexicano hubiera preferido mantener su orientación sexual en secreto, nunca habría escrito de una forma tan erótica el contacto entre dos hombres. Y sí, resulta una bandera para los gays, evidentemente nos sentimos orgullosos de que un intelectual haya tenido el valor para decir que su amor era ‘diferente’.
La estatua de sal
“Sin pronunciar palabra, me atrajo a sí, me estrechó con fuerza, y fundió su boca con la mía en un beso largo y húmedo que penetraba con su lengua todos mis sentidos (…)Sin soltarme, llevó su mano a su bragueta, y extrajo de ella un pene erecto y rojizo que trató de poner en mis manos. Yo lo rechacé horrorizado. No había visto nunca una cosa semejante, enorme, veteada”.
Chavela Vargas
Iasabel Vargas Lizano, mejor conocida como Chavela Vargas (1919-2012) es otra de las mujeres que representan a la comunidad lésbica. Nació en Costa Rica pero ella se identificaba como mexicana; fungió un papel importante en el ámbito musical, siempre a lado de José Alfredo Jiménez, su padrino.
Una fémina con un toque masculino fue la que se atrevió a romper con estigmas machistas, portando un pantalón y un poncho, bastaron para subir al escenario y conquistar al público; ahí dejaba de importar su orientación sexual. Ella nunca negó que era lesbiana, pero tampoco lo dijo todo el tiempo, no había necesidad de que lo gritara.
Y claro que se le relacionó con mujeres dentro del mundo cultural y artístico, una de las más destacas fue Frida Kahlo, que incluso escribió en una de las cartas que mandó a Carlos Pellicer que Chavela era “extraordinaria, lesbiana, es más se me antojó eróticamente. No sé si ella sintió lo que yo (…) si me lo pide, no dudaría un segundo en desnudarme ante ella (…)”.
También se le reconoció como mujeriega, se ha hablado incluso de los amoríos que sostuvo con esposas de políticos, empresarios, figuras importantes; ella robaba los corazones de las mujeres de aquellos varones. Sin embargo, su alcoholismo hizo que se perdiera en el tiempo, pero después resurgió gracias a la ayuda de Pedro Almodóvar, quien la reinvindicó en el mundo musical. Y a sus 82 años, se declaró abiertamente lesbiana. ¡Vaya historia!
Carlos Monsiváis
El último de la lista, pero no por ello el menos importante, es Carlos Monsiváis (1938-2010). El escritor siempre recibió críticas de los mismo homosexuales por nunca haber expresado abiertamente pertenercer al colectivo gay, sin embargo, esto no significó que no se hiciera presente, pues participaba activamente para ayudar a quienes se encontraban con la terrible enfermedad del SIDA y luchaba incansablemente por los derechos LGBT. ¿Eso no cuenta?
El periodista Braulio Peralta fue un amigo cercano a Monsiváis, uno de los pocos que se atrevió a retomar ese lado arcoiris del escritor mexicano y lo plasmó en su obra El clóset de cristal, libro donde retrata la vida de Carlos, sin olvidar que siempre menciona que su homosexualidad no era algo que se escondía, al contrario, todo el mundo lo sabía; acudía a sitios donde ocurrían encuentros gays. ¿Acaso es necesario gritarle al mundo “soy homosexual”?
Dentro de las acciones de activismo que realizó se encuentra el apoyo que brindó a cinco grupos LGBT (Lambda, SexPol, Frente de Liberación Homosexual, Frente Homosexual de Acción Revolucionaria y Cálamo) algunos de los cuales participaron en la primera marcha gay en 1978, justamente el 2 de octubre, al reunirse con los estudiantes que conmemoraban el décimo aniversario de la matanza de Tlatelolco.
No se sabe demasiado sobre la vida privada del autor de Días de guardar, por ello Peralta ‘desnuda’ la figura intelectual de Carlos, para mostrarlo como el ser humano que era, aquél que sentía, que se enamoraba, que sufría y que también luchaba por una sociedad que aceptara la homosexualidad.
No es necesario decirle al mundo nuestra orientación sexual, basta con que nosotros mismos nos aceptemos y cambiemos las cosas sin que sea esencial que los demás nos reconozcan. Y lo más importante, no juzguemos a aquellos artistas, intelectuales o cualquier persona por no declararse abiertamente gay, eso no los hace ni más ni menos, sólo es una manera de visibilizarse, y a veces resulta no ser la mejor para unos.
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