Por: Redacción/
El tema de la vivienda debe dejar de ser una demanda relegada para convertirse en el eje articulador de los proyectos de mejora de la Ciudad de México, que tiene en la participación organizada de la sociedad la principal vía de solución, afirmó el arquitecto Roberto Eibenschutz Hartman, Profesor Distinguido de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).
El modelo vigente está caracterizado por la separación entre vivienda y metrópoli con reglas físicas, sociales y económicas que responden al paradigma y financiamiento del mercado, reflejado en la lucha por el control de los espacios centrales por medio de la especulación del suelo y cuyos principales efectos son el congestionamiento vial, la concentración de grandes edificaciones y la expansión periférica de la habitación.
El académico intervino en el Tercer Seminario Internacional Repensar la Metrópoli, que forma parte del Foro Problemas Metropolitanos: Acciones para su atención con el tema de Vivienda en el marco de la Cátedra ANUIES Luis Unikel Spector, que del 24 al 26 de octubre tiene lugar en el auditorio Pedro Ramírez Vázquez de la Rectoría General de esta casa de estudios.
Otro elemento es la propagación residencial con haciendas y clubes campestres y de golf que ocupan espacios amurallados y autosegregados que transforman extensiones de bosque en pastos exclusivos para estacionamiento de automóviles y cuya privatización genera exclusión social, resentimiento y confrontación, además de concentrar el flujo vehicular en pocas vías primarias y romper la continuidad de la estructura urbana.
Durante el Foro, organizado con el Consejo Regional del Área Metropolitana (CRAM) de la Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior (ANUIES) y el Programa Universitario de Estudios Metropolitanos (PUEM), comentó que la tendencia es que todo se supedite al transporte y se recomienda la reducción del uso del automóvil, pero su producción y consumo se protege en términos fiscales, inclusive la tasa de motorización rebasa por mucho el crecimiento poblacional.
Las grandes inversiones como el aeropuerto internacional son decididas al margen de los planes, sin responder a un procedimiento acordado de manera pública y sin bases socialmente establecidas.
Por ello es necesario romper la especulación, expulsión, corrupción e irregularidad, donde la única opción es adelantarse al proceso de ocupación del terreno, lo que implica elaborar los planes de desarrollo humano previstos por ley, identificar reservas, adquirir, expropiar y vender mediante crédito institucional al alcance de la capacidad económica de los pobladores.
La clave es densificar, es decir, hacer un uso más eficiente del territorio mediante el aprovechamiento de los baldíos existentes, el arraigo de la población en su lugar de origen, la resistencia a la exclusión y segregación, el apoyo a la cohesión social, la promoción al condominio familiar y buscando la realización de miles de proyectos de pocas viviendas en lugar de pocos proyectos de miles de viviendas.
La maestra en Estudios Latinoamericanos Silvia Emanuelli, coordinadora de la Coalición Internacional del Hábitat, Oficina para América Latina, planteó un modelo humanista de vivienda local que podría encontrar en la Ciudad de México un espacio donde pudiese replicarse a partir del nuevo concepto de alcaldías.
Los gobiernos locales hacen esfuerzos por visibilizar sus acciones en el marco de la agenda de urbanización y han logrado combatir la especulación, la función social de la tierra, la prevención de los desalojos y la condena a los desplazamientos forzosos, buscando que la vivienda vuelva a considerarse un derecho humano y no una mercancía.
En el mundo aún hay mil millones de personas que viven en condiciones de vivienda precaria y 15 millones sin hogar, pero además se descubrió que en las últimas décadas la reducción de la inversión pública en la materia y su financiación en mercados de valores, ha provocado un aumento de la desigualdad y el crecimiento de urbes segregadas.
La especialista destacó que para mejorar la calidad de vida de las metróipolis, aun siendo éstas tan disímiles, es necesario tener mayor competencia jurídica y fiscal, evitar la especulación poniendo en discusión la propiedad privada, mejorar el parque de vivienda pública y de alquiler, así como dar espacio y más herramienta para coproducir opciones públicas-privadas-comunitarias.
También debe lograrse un urbanismo que combine residencia adecuada con barrio de calidad y una cooperación municipalista que comparta estrategias en el marco de redes metropolitanas.
El doctor Alejandro Suárez Pareyón, catedrático de la UNAM y comentarista de la mesa, consideró importante repensar la planeación, porque “estamos frente a un sistema que la desconoció desde el sexenio de Miguel de la Madrid y fue rematada con Carlos Salinas al dar muerte a la necesidad de pensar en el futuro y abrir sin regulación el libre mercado inmobiliario”.
La mayor parte de la producción de vivienda ha sido edificada por la gente, es decir, que quienes consumen más cemento y acero construyen ciudad todos los días y no las edificadoras de vivienda, que además tienen una clientela cautiva a través de financiamientos y cuantiosos fondos de ahorro para como el Instituto del Fondo Nacional de la Vivienda para los Trabajadores, el Fondo de la Vivienda del Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado o las hipotecarias.
Pero “seguiremos siendo el modelo que en sus alcaldías pueda poner en práctica todo esto, porque a nivel metropolitano reina un modelo de corrupción bajo un sistema clientelar que aprovecha la propiedad social”, señaló.
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