- Sostuvo que en muchas ocasiones se dice que hay una guerra contra las drogas, aun cuando la finalidad no es vencer o aniquilar al contrario, sino que se trata de una “forma de vida que tiene como condición y contraparte un nueva clase de Estado”.
Por: Redacción/
La violencia en el México actual es síntoma de un nuevo tipo de Estado que aún no sabe o no quiere nombrarse a sí mismo, afirmó el doctor Claudio Lomnitz Adler en su discurso inaugural como nuevo miembro de El Colegio Nacional para el periodo 2020-2021.
“Ésta no puede ser entendida desde una narrativa de guerra contra las drogas porque son a la vez veneno y remedio, que al ser imaginadas como origen del crimen se han convertido también en chivo expiatorio, en un falso culpable”, sostuvo el ex académico del Departamento de Antropología de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).
En una ceremonia a distancia debido a la pandemia –con la salutación del físico Alejandro Frank Hoeflich, presidente en turno de la institución, y discurso de respuesta del doctor José Ramón Cossío Díaz, ministro en retiro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación– el antropólogo social por la Unidad Iztapalapa afirmó que es común imputar la violencia en el país a un rompimiento del tejido social.
En primera instancia es adecuado, toda vez que “este tipo de actos profana los valores más arraigados: el secuestro mancilla el valor de la libertad, la violación el de la integridad de la persona, el asesinato quebranta el hecho de existir y el desmembramiento de los cadáveres le roba la dignidad a todo indefenso”.
En el discurso Interpretación del tejido social rasgado, el Egresado Distinguido de la UAM, sostuvo que en muchas ocasiones se dice que hay una guerra contra las drogas, aun cuando la finalidad no es vencer o aniquilar al contrario, sino que se trata de una “forma de vida que tiene como condición y contraparte un nueva clase de Estado”.
En su alocución abordó la relación entre violencia, organización política y moralidad y propuso algunas claves de interpretación porque “estamos ante la necesidad urgente de entender este fenómeno que desgarra a nuestro país y quisiera hacer mi parte en este esfuerzo colectivo, ofreciendo algunas ideas antropológicas sobre la relación entre aquélla y la fractura entre las relaciones comunitarias en México”.
El actual profesor de Antropología y director del Centro de Estudios Mexicanos en la Universidad de Columbia expuso que cuando la violencia no tiene respuesta posible de parte de sus víctimas da pie a la formación de una nueva casta; cuando encuentra una repuesta recíproca y simétrica se abre en un espiral infinito como el que se observa en los choques entre pandillas urbanas y cuando hay asimetría en la intimidación, pero está constreñida de modo espacial a la acción del Estado se crean cacicazgos.
“Me parecía importante preguntar cómo operan estas tres formas de reciprocidad negativa en un nuevo Estado mexicano que se caracteriza por ser soberano, pero por haberse desprendido de algunos elementos relevantes de la administración pública, en especial aquellas que se relacionan con la adjudicación de la justicia ante actos violentos”.
Después de asumir que no le asusta tomar ahora el lugar que dejó “el gran Miguel León Portilla porque sé que él dejó un gran vacío que jamás podré suplir”, aseveró que las economías ilegales se articulan en territorios lejanos y esa característica lleva a estrategias de reciprocidad y de violencia altamente diferenciadas entre ellas.
Así, “los grandes jefes de la mafia pueden ser bandidos sociales en pueblos y esclavócratas u hombres de negocios en otros lugares y pueden robar a una mujer para vivir con ella o desaparecerla para destruir a su familia para siempre”.
En otros contextos, “una pandilla que se identifica con su barrio puede ser también una organización depredadora del mismo espacio si termina traficando con otra clase de organización criminal.
“El robo de mujeres o el rapto de novias podrían ser considerados más como una estrategia tradicional que una práctica que rompiera el tejido social, pues se recargaban en esos vínculos para obligar a una mujer a aceptar un matrimonio”.
Sin embargo, argumentó que “la pervivencia del asalto en territorios aislados por actos expresos implica más violencia de la que antes había, tal como la desaparición forzada utiliza para destruir familias y debilitar comunidades”.
Lomnitz adelantó que la geografía social de la disolución de la moral comunitaria será tema de sus lecciones de El Colegio Nacional durante su primer año como miembro.
En respuesta, el doctor Cossío Díaz resaltó que en su lección inaugural Lomnitz Adler mostró que el tejido social está rasgado por las violencias y que lo dicho por el nuevo colegiado ha sido la constatación empírica de lo que conocemos en la realidad presente.
“Si se quiere ver de un modo más dramático, lo que hoy vivimos es mucho peor de lo que antes teníamos: las violencias que se están dando han descompuesto o roto ese tejido que simultáneamente nos da pertenencia y nos cobija”, subrayó el también Doctor Honoris Causa por la Casa abierta al tiempo.
La rasgadura que plantea “es una imagen poderosa para comprender nuestra situación, que nos hace recordar o suponer que alguna vez de algún modo vivimos entrelazados, lo que provoca melancolía y esperanza en la recuperación de lo ido; nos abre la ilusión de asistir a recosidos o más aun a finos zurcidos, a la posibilidad de que los hilos puedan ser urdidos para tener un nuevo tejido armonioso, cómodo y flexible”, concluyó.
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