Por: Redacción/
La violencia escolar no se debe determinar a partir de burlas, golpes, pellizcos o apodos, pues deriva de procesos sociales. Este tipo de acciones se reproducen y recrean en la escuela, pero se originan en la sociedad en la que vivimos, señaló Nelia Tello Peón.
La académica de la Escuela Nacional de Trabajo Social (ENTS) de la UNAM resaltó que los problemas de violencia normalmente se confunden con falta de disciplina, pero no son lo mismo; no obstante, un mal manejo de la indisciplina puede convertirse en violencia.
En la actualidad, debido a la difusión de esta situación es factible saber si hemos sido testigos o partícipes en un caso de acoso escolar, pero eso no es suficiente, “no se trata de que siempre haya un cuidador que detecte y garantice que no haya actos de violencia, más bien debe haber un ambiente en donde no ocurran con regularidad, sino como un evento aislado”.
El acoso escolar, explicó, es una forma de violencia que se da entre dos o más alumnos y está tipificado como una acción repetitiva y reiterada que implica poder; debe atenderse lo antes posible porque puede afectar el desarrollo emocional de los involucrados.
Por lo general, cuando se habla de esta situación se hace alusión a un agresor y a una víctima, “pero todas las partes que intervienen son víctimas, pues quien ejerce violencia también es agredido de algún modo en otras circunstancias”.
En 17 años de trabajar en este tema, la universitaria ha visto que la exclusión y el rechazo son componentes importantes de la violencia, pues en ocasiones “desde el punto de vista emocional alguien prefiere ser víctima que ser ignorado: cuando soy víctima juego una parte activa en un grupo, en cambio, si soy indiferente para los demás soy invisible”.
Ante este problema se deben buscar soluciones lo antes posible, con ayuda de expertos. “En la actualidad, en el ámbito social las relaciones son muy agresivas, y para transformarlas en una convivencia solidaria en indispensable aceptar al otro”, concluyó.
No Comment