Por: Redacción/
La violencia en México “nos ha llevado a una desarticulación permanente de la vida cotidiana”, lo que orilló a la gente a replegarse en sí misma, expresó el lingüista y filósofo Raymundo Mier Garza, nombrado Profesor Distinguido de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).
El profesor de los programas de maestría en Comunicación y Política y en Psicología Social de Grupos e Instituciones –que se extienden como líneas del Doctorado en Ciencias Sociales– es un referente teórico-crítico para los alumnos, al apuntalar horizontes de investigación política, estética, antropológica y psicoanalítica que han abierto lecturas innovadoras.
En entrevista explicó que esa especie de confinamiento de las personas en el Yo está conduciendo a una individualización radicalizada que lleva, a su vez, al egoísmo y la “ruptura de los vínculos de solidaridad en las relaciones colectivas”, así como a la imposibilidad de crear expectativas de intercambio o proyectos integrales comunes.
La violencia emerge de una multiplicidad de procesos y no de las condiciones de pobreza, como suele pensarse, pues si bien puede generar de algún modo ese fenómeno, no es del tipo del que “estamos viendo, en el que el Estado ha exacerbado las tensiones” que provocaron la diseminación de ese flagelo “y su transformación cualitativa”.
El investigador del Departamento de Educación y Comunicación de la Unidad Xochimilco precisó que lo que se ve no es sólo una transversalidad y dispersión en todos los ámbitos y territorios, sino también en las clases y los sectores sociales, sin excepción, aunque con sus respectivas particularidades y repercusiones políticas y económicas, por ejemplo, es evidente que el narcotráfico es factor central en el contexto de violencia y no tiene que ver con la pobreza, sino con una forma de orientar el desarrollo económico, ya que “el capitalismo está ahí y ha propiciado modos de dominación duros y contradictorios”.
Este sistema de economía ha trabajado para desdibujar las fronteras nacionales, lo que recrudeció y generalizó patrones de consumo que produjeron focos selectivos del mismo, “de una manera excluyente”; además abrió las vías a la participación en muchos segmentos, pero expulsó otros de las formas contemporáneas que caracterizan la vida moderna.
Esto conlleva una serie de discordancias, si se considera que nunca como en este momento “tuvimos más libertades y más esclavitud; más acceso a bienes y, al mismo tiempo, más restricción; más opciones de bienestar, pero más imposibilidad de éste; más seguridades y más inseguridades, y jamás habíamos vivido esta exacerbación de la violencia con la promesa de tranquilidad y felicidad. Todo, en condiciones de riesgo permanente y en medio de un juego enloquecedor”.
Este conjunto de condiciones paradójicas contribuye de algún modo a la falta de claridad sobre la naturaleza de los procesos políticos, que son cada vez más complicados, debido a todas estas orientaciones discrepantes, señaló el doctor Mier Garza, quien confiere gran valor a su nombramiento como Profesor Distinguido, en especial porque es la comunidad de la UAM pronunciándose y “para mí es muy importante el reconocimiento de colegas que aprecian mi trabajo”.
El académico extendió el mérito a sus padres, ya que “esto tiene que ver con mi historia como hijo de un hombre comprometido con las luchas sociales; un agrónomo de Chapingo que dedicó su vida a la labor con agricultores”, que hablaba de política y de la situación del país “desde que tengo conciencia de existir y que generó en mí la necesidad de interrogar permanentemente la situación, los alcances, las coyunturas; una actitud que me marcó”.
Al no haber seguido la ruta de su padre para dedicarse al estudio del lenguaje desde puntos de vista antropológicos y filosóficos lo llevaron “a estar en un diálogo crítico con el entorno, los ambientes institucionales y las coyunturas políticas que vivimos y que son cada vez más delicadas y exigen una actitud rigurosa en términos analíticos para no girar de un lado a otro en forma errática”.
Por ello es necesario un esfuerzo de clarificación sobre vías analíticas para comprender facetas de la situación nacional, que es compleja por la diversidad cultural y política; la multiplicidad de conflictos y la articulación entre narcotráfico y violencia, entre muchos otros fenómenos. El momento actual reclama de los quehaceres académico, político e institucional un esfuerzo de lucidez, que es lo más difícil. “No importa el tipo de percepción teórica, sino que se requieren rigor y rectitud política capaces de mantenernos con la posibilidad de desarrollar claridad; ese es mi esfuerzo, esa es mi tarea”.
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