Por: Redacción/

La violencia de género debe ser analizada en el contexto del neoliberalismo, cuyas políticas devastadoras han sometido no sólo a las mujeres, sino también a los hombres, sostuvo la doctora Virginia Ávila García, durante la conferencia que ofreció en la Unidad Iztapalapa de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).

Al exigir cambios en las funciones de unos y otras, forzosamente se han generado tensiones en las relaciones personales, familiares, sociales, comunitarias, universitarias y en todos los ámbitos, afirmó la investigadora de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México.

Estas interacciones se han trastocado y “todos nos hemos visto en la necesidad de ir transformando creencias y costumbres, y eliminar aristas radicales que había en los estereotipos de unos y otras”, dijo en ocasión de la conmemoración por la eliminación de la violencia contra las mujeres.

En el actual contexto social, “hombres y mujeres respondemos a estereotipos, necesidades sociales y, en general, a exigencias de un modelo económico neoliberal que no sólo transforma a los seres humanos, sino los entornos en los cuales nos desenvolvemos”.

Uno de esos ambientes corresponde a la situación de violencia que priva en México desde hace varios años, la cual ha generado muchas tensiones en el seno familiar y en las relaciones sexuales hombre-mujer.

Sin embargo, si se asume que la demanda de las jóvenes va dirigida al tema de la violencia sexual, “hemos de recordar que –según Freud– lo que mueve al ser humano son sus impulsos sexuales, que no son regulados por la conciencia ni la voluntad; lo único que puede controlar son estímulos sociales que obligan a la gente a modelar esos impulsos que nos lanzan a conseguir el placer inmediato mediante adecuaciones a la conducta para hacerla socialmente aceptable”.

La doctora Ávila García dijo que desde esa perspectiva “es muy importante reflexionar como persona, pareja, madre, hija, alumna y profesora –igual que en el terreno masculino– sobre qué vamos a hacer para que este mundo mejore y las relaciones interpersonales vayan por el camino del diálogo y no por la ruptura y la confrontación”.

La centralización de las luchas feministas a partir de los derechos reproductivos y sexuales de la población femenina es un tema que tiene su concentración a partir de la década de 1990, cuando “visualizábamos que había problemas en las relaciones interpersonales”.

Después de una larga lucha –desde los años 60 a los 90 del siglo pasado– centrada en los derechos sociales después de haber conseguido los electorales, “no particularizábamos tanto el hecho de ser mujeres por encima de todo y en confrontarnos con los compañeros, ya que nuestra intención era mejorar la sociedad buscando que cada quién tuviera sus espacios de actuación dentro de un marco de respeto”.

Ahora “eso se ha roto, porque la lucha se centra demasiado en ellas como víctimas y esto nos vuelve un camino un poco atrás, porque quisimos romper el estereotipo de víctimas para ser empoderadas y acceder a los derechos, pero con obligaciones también”.

Esto significa que “necesitamos repensarnos, sobre todo en el contexto de violencia que no niego”, pero que no involucra sólo a las mujeres, sino que se ejerce en todo tipo de relaciones y está tan exacerbada que rebasa todos los límites.

“Pese a sentirnos víctimas, somos privilegiadas en el contexto social, porque hemos realizado la única revolución triunfadora del siglo 20, tal vez después de la tecnológica, y estamos empoderadas en casi todos los espacios”, afirmó.

Así como los estudios feministas y de las mujeres se empoderaron en las universidades, también se esperaría que con esta reflexión también surgieran propuestas para dar orientación y alcanzar una vida mejor.