Por: Redacción/
A poco más de un año de su partida, el poeta que miraba la filosofía desde la ventana del exilio es evocado por académicos, alumnos y discípulos. La UNAM, a través de la Facultad de Filosofía y Letras (FFyL) y el Instituto de Investigaciones Filosóficas (IIFs) emprende “Poesía, filosofía y vida en Ramón Xirau”, homenaje póstumo.
El escritor y periodista Juan Villoro, quien departió intelectualmente en su momento con el homenajeado, recordó que Octavio Paz definió a Xirau como “hombre puente”, porque unió dos vocaciones: la poesía y la filosofía, y dos lenguas: la catalana y la castellana.
“En esta Facultad, cuando se ubicaba en Santa María La Ribera, ingresó al círculo de otro refugiado: José Gaos. La casa de Xirau en San Ángel fue un santuario del afecto y de las artes, un sitio donde el poeta pudo imaginar los mares, y el filósofo entender la significación del silencio. No faltaron quebrantos: la guerra, el exilio, la dictadura… no le conocimos arrebato, ni una muestra de rencor. No buscaba convencer ni imponer sus opiniones, prefirió la voz baja, el tono de quien conversa, la pausa para que intervenga el otro”, expuso.
Poeta de la mirada, abundó Villoro, creó paisajes donde la voz humana es relevada por el viento y el crujir de las hojas. En sus páginas el paisaje no es una cuestión geográfica, sino moral.
“Yo no hablo, me hablan las palabras”, dijo Xirau. Así, prosiguió Villoro, “vivió, escribió, habló y guardó silencio entre nosotros; no predicó con estruendoso proselitismo, sino con el sencillo atrevimiento de quien planta un árbol en un lugar insólito: en su cielo brotan las naranjas”.
Poesía y filosofía
Laura Benítez Grobet, del IIFs, recordó que como profesor, una de las preguntas de Xirau en los exámenes finales era: “¿Por qué filosofía y poesía?” Ahora la académica responde: “hay por lo menos tres tipos de relación, cuando el filósofo integra a la poesía en su afán de búsqueda de la verdad; la poesía como constante del pensamiento filosófico; y cuando es punto de partida de la reflexión filosófica”.
La poesía y el conocimiento, por lo tanto, no se contraponen, porque dividir al hombre en imaginación y conocimiento es falaz. “Tal es la presencia del sentido, tal es el sentido de la presencia”, citó Laura Benítez a Xirau.
En su oportunidad, Carlos Pereda, también del IIFs, expuso que hay filósofos seductores de centro y de rincones. Los primeros, describió, sólo desean las miradas y el aplauso. “El caminante Xirau fue un filósofo de caminos laterales, por eso sólo enseñó murmurando, por ello es un seductor de los rincones.
“Como poeta, como catalán exiliado, trasterrado, heredero de los griego y lo judeocristiano… es como ser un niño frente a una canasta de dulces. Los quiero a todos: a todos los Xirau”.
En tanto, Juliana González, profesora emérita de la FFyL, mencionó que este homenaje es como adentrarse en ese lindero crucial en donde se tocan la palabra y el silencio.
“Ramón siempre estuvo comprometido en la reivindicación de la persona humana. Ni la amistad ni el amor pueden darse sin la aceptación de las diferencias; las idolatrías impiden el respeto a éstas”, subrayó.
El homenaje fue puesto en marcha por Pedro Stepanenko, director del IIF, quien dijo que Xirau era guiado por las ideas que le interesaba desarrollar, porque siempre evitaba juzgar. “Su respuesta clásica era: ‘tienes razón’”.
Jorge Enrique Linares, director de la misma facultad, hizo énfasis en que un evento como éste no sólo es para hacer memoria, sino para marcar una pauta de cuál es la ruta de la docencia en la FFyL: “la pasión por dialogar”, concluyó.
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