Por: Redacción/
El Homo sapiens busca sus orígenes en la cuna de la humanidad. La Universidad Nacional Autónoma de México, a través del Instituto de Investigaciones Antropológicas (IIA), lleva a cabo el primer gran proyecto internacional dedicado a entender cómo y por qué se generó nuestra especie, así como a indagar y comprender cómo participó una tercera parte del continente africano (sus selvas tropicales) en su origen.
“Por primera vez, un proyecto de paleoantropología mexicano se desarrolla en ese continente y es coordinado en su totalidad desde la UNAM, con colaboradores internacionales”, resaltó Alejandro Terrazas Mata, del Laboratorio de Prehistoria y Evolución Humana del IIA, y quien encabeza el estudio, denominado “Ocupación temprana del Homo sapiens en la pluviselva tropical de Guinea Ecuatorial: Rift de Uoro-Río Wele”.
Nuestra especie, el Homo sapiens, se originó en África; los fósiles más antiguos que se le pueden atribuir provienen de allá. Sin embargo, hay una gran parte del continente que no ha sido explorada (la central) porque está cubierta de selvas y es muy difícil encontrar fósiles, sitios o herramientas arqueológicas, comentó Terrazas Mata previo a su partida a África Central.
“Por eso elegimos Guinea Ecuatorial, pues en ese país la selva es la más biodiversa y llena de endemismo, además de ser muy antigua, probablemente de 12 millones de años. Si encontramos restos de seres humanos, significa que vivían en la selva, no en el bosque ni en la sabana, y habían logrado adaptarse económica, tecnológica y biológicamente a las condiciones de ese entorno”, indicó.
Sitios inexplorados
El universitario comentó que visitarán sitios en donde nunca ha habido un arqueólogo, “solamente se realizó una expedición en los años 80”, por lo que serán los primeros en explorar esta región.
Debido a investigaciones y documentación previas, Alejandro Terrazas logró establecer que en África Central el Homo sapiens vivía en pequeños poblados al aire libre; sin embargo, considera la posibilidad de que enterraran a sus muertos en lugares especiales, por lo que revisarán cuevas.
“Sabemos que en Guinea Ecuatorial nuestra especie ha vivido por lo menos 35 mil años, y ha compartido este entorno con gorilas, chimpancés, elefantes… con una gran cantidad de fauna y flora, sin destruirla, por lo que es ejemplo perfecto de coexistencia armónica entre los humanos y ese ecosistema, uno de los más delicados del planeta”.
La evolución humana no necesariamente ha sido destructiva, por lo que los científicos buscan un conocimiento ancestral que sirva para diseñar un futuro en el que nuestra relación con el entorno no sea negativa.
El proyecto es de largo aliento: la primera etapa será de aproximadamente tres años, y para tener resultados firmes se debe determinar la antigüedad de los sitios arqueológicos, cómo vivieron sus habitantes, qué cazaban y qué recolectaban, con el objetivo de reconstruir su modo de vida.
Para ello, la colaboración se extiende a otras universidades del mundo, que apoyarán con estudios especializados (como dataciones por paleomagnetismo y termoluminiscencia) encaminados a conocer la antigüedad de los sitios.
Además, tomarán muestras de tierra, minerales, piedras y artefactos para analizar su composición y sedimentos, y determinar el paleoambiente (el ambiente en que vivían).
El viaje a Guinea Ecuatorial
El reto fue mayor para Alejandro Terrazas cuando se percató que México no tiene embajada en Guinea Ecuatorial. “Busqué un correo electrónico de quien fuera, no había ninguno; logré hacer contacto a través de colegas españoles, y éste fue un proceso de cinco años”, relató.
Una vez sorteado el inicio, viene el largo trayecto para llegar al sitio de interés: 50 horas, que incluyen escalas en Madrid, Casablanca, Marruecos y Libreville para arribar a Malabo, capital de Guinea Ecuatorial. De ahí se aborda otro avión para ir tierra adentro, y más adelante un vehículo todo terreno que lleva a los poblados en donde se realizan las investigaciones. Finalmente, se emprende una caminata de varias horas.
La alimentación no es muy alentadora: “se come yuca fermentada y debes tener un estómago muy resistente; la dieta en sí es monótona para los mexicanos. Llevamos muy poca comida, el viaje anterior comimos boa, no me hizo feliz, sentí pena, allá cazan todo para comer y sobrevivir”, narró.
Ésta es la tercera ocasión que el universitario y su equipo trabajan en Guinea Ecuatorial, y es la segunda temporada oficial ya con fondos de la UNAM. Debido al presupuesto limitado, sólo cuatro personas irán a campo, dos mexicanos y dos españoles, Terrazas Mata por parte de la Universidad Nacional. “Estamos en la búsqueda de apoyos financieros para ampliar las exploraciones”.
Tras informar que su regresó está planeado para el próximo 13 de octubre, compartió: “esto lo hago por curiosidad, todos los científicos somos un poco niños, seguimos en la etapa del ‘por qué’, de volvernos locos por no tener las respuestas”.
Desde que entró a la licenciatura, el objetivo de Terrazas fue hacer estudios en África. “De joven lo dices a la ligera, pero nunca pensé que fuera tan difícil. Me enfermé del páncreas, por años no pude moverme de la Ciudad de México; los doctores recomendaban que no me alejara más de tres kilómetros de un hospital, y entonces pensé que tenía que renunciar a mi meta. Pero gracias a mi familia, médicos y amigos me repuse, y ahora estaré a más de 12 mil kilómetros de distancia de Ciudad Universitaria”.
En el proyecto “Ocupación temprana del Homo sapiens en la pluviselva tropical de Guinea Ecuatorial: Rift de Uoro-Río Wele” participan, por parte de México, 17 expertos del IIA y de los institutos de Física, Geofísica y Geología, además de académicos de la Escuela Nacional de Antropología e Historia.
De igual manera, botánicos y antropólogos de las universidades Nacional de Guinea Ecuatorial; de Calgary, Canadá; de Berkeley, Estados Unidos; y de instituciones de educación superior de España.
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