Por: Redacción/
El 31 de diciembre una gran serpiente, cuyo cuerpo tiene un kilómetro de largo aproximadamente, desciende del cerro Dainzú marcando el fin del año, narra Robert Joel Markens, del Instituto de Investigaciones Estéticas (IIE) de la UNAM.
Esta es solo una de las historias que cuentan los pobladores de San Mateo Macuilxochitl de Artigas Carranza, comunidad zapoteca ubicada en las faldas del cerro que mantiene gran parte de sus tradiciones, las cuales son recuperadas por el arqueólogo y antropólogo de la UNAM.
Estos y otros relatos serán presentados próximamente por el investigador de la UNAM en un libro que reúne varios de sus hallazgos en la zona arqueológica de Dianzú los cuales logró vincular con las historias que forman hoy parte de la tradición zapoteca.
Markens está interesado en preservar estos relatos para que las futuras generaciones oaxaqueñas conozcan que por la migración, muchas comunidades se están perdiendo.
Su labor en la zona inició cuando la Secretaría de Comunicaciones y Transportes ampliaba la carretera Panamericana y los residentes de la zona le contaron sobre tesoros de monedas de oro, grandes pozos de agua y de un tianguis que a media noche se revela dentro del cerro solo a los lugareños.
“Estas creencias están relacionadas a prácticas prehispánicas, la gente de Macuilxochitl es descendiente de los zapotecos prehispánicos y el cerro era el eje político religioso de la gran comunidad política de la época de 500 a 800 años después de Cristo”, detalló el experto.
Al revisar la etnografía del valle de Oaxaca, de pueblos como Mitla, Markens y su equipo entendieron que estos relatos giran en torno a la cosmovisión zapoteca, cuyo centro es el cerro sagrado al ser símbolo de un sinfín de recursos de la naturaleza que sostiene la vida en la comunidad local.
Los pobladores llaman al cerro El Dueño, precisa, pues de ahí obtienen agua y maíz, es hogar de los animales en el entorno, lo cual da sentido al hecho de considerarlo como su principal sustento y el ente que hace posible la vida de la comunidad.
Cada 3 de mayo los lugareños de Macuilxochitl y de la zona llegan a la cima para darle gracias y pedirle su apoyo. El cerro es entonces un ente sobrenatural que está a cargo de todos los recursos almacenados en el sitio; por eso, cuando alguien cosecha su milpa o recoge leña sobre las laderas, primero se le debe pedir permiso, detalló Markens.
La figura de El Dueño habla de la organización política del mundo antiguo zapoteco, refiere el universitario, pues el gobernante en el mundo prehispánico se presentaba ante la multitud como el custodio de la abundancia almacenada en el cerro sagrado.
Con el análisis de glifos y figuras encontradas en Monte Albán y sitios aledaños, Markens documentó el uso del símbolo del cerro y el jaguar como los principales relacionados a las figuras de poder en la zona.
“Esto solo se da en el valle de Oaxaca, no en otra parte y eso es lo interesante. Sin recurrir a las leyendas vigentes de los pueblos tradicionales no puedes alcanzar este tipo de análisis y es por mi preparación antropológica que tomo más en cuenta los relatos etnohistóricos zapotecos”, finalizó.
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